lunes, 4 de abril de 2011

Capitulo 17





Atravesó los polvorientos pasadillos sin pensarlo demasiado, simplemente se cubrió bien con el gorro de su suéter mientras repasaba en su cabeza el camino no lo había olvidado solamente se le hacía difícil seguirlo.


Abrió la puerta haciéndola crujir sonoramente, hacía falta algo más que ese sonido para despertarlo pero eso no le impidió detener sus movimientos de golpe.

Se sentó cerca de él, en el pequeño escalón al pie de su cama, necesitaba percibir su calma necesita escucharle decir que “Todo iba a estar bien” aunque no fuese cierto.

Sus ojos grises brillaban un poco en la completa oscuridad lo observaba casi sin parpadear, ni siquiera intento moverlo ni mucho menos hablarle las palabras se habían quedado enredadas en aquella telaraña que desgarraba su garganta.

Su aroma había impregnando toda la habitación, le parecía  tan distintivo que sabía que estaría siempre presente en ella aunque lo detestara, aunque todos sus recuerdos sobre el fuesen borrados de su memoria por completo.

Aun no llegaba a comprender por qué una parte suya aun continuaba alejándolo de su vida si bien es cierto no le agradaba demostrar que lo necesitaba tampoco le gustaba alejarlo de la forma en que lo hacía.

Realmente no le importaba mucho lo que la gente solía pensar de ella, pero él no era cualquier persona, así que le importaba y mucho la forma en las que algunas veces  sin llegar a entender  el por qué, tenía aquel comportamiento frio hasta distante con él.

Sus parpados empezaron a caer continuamente interrumpiendo la única manera en la que le era posible comunicarse en ese momento, si no despertaba pronto aquello que la mantenía de pie aun,  no soportaría más. Con suma dificultan extendió su mano haciendo un ligero contacto con apenas la punta de su dedo índice en el brazo del chico.

Un torrente de desesperación e impotencia lo golpeo como un rayo, su pecho fue oprimido con  una fuerza inimaginable y pronto un vacio una enorme sensación de vacío se apodero de él, fue entonces cuando su nombre llego pronto a sus pensamientos.

¡Helena! –Dijo algo desorientado-

Apenas si pudo lograr sujetarla justo antes de que cayera al suelo, un sonoro suspiro salió de su boca justo antes de que perdiera el conocimiento, no fue uno de los miles que le había escuchado ya, no fue de aburrimiento, ni de enfado ni siquiera de esos que de vez en cuando dejaba salir cuando algo le pasaba.

Este salió de lo más profundo de su ser, era como si su alma al fin hubiese encontrado aquel descanso que tanto anhelaba, en el se percibió calma y una verdadera sensación de paz.

Helena, despierta. Todo va a estar bien… Despierta –Le Susurro –

Tomo asiento en le pequeño escalón de su cama a como pudo con ella en sus brazos, sus pequeñas manos estaba frías y su frente ardía en fiebre, era definitivo le gustase o no había enfermado.

Edward la observo perplejo por un par de minutos como si no entendiera absolutamente nada de lo que pasaba, Helena no era así, no lo era de eso estaba seguro.

No era de las que llegaba a su habitación cuando le ocurría algo, no era de las que pedía ayuda, ni de las que demostraba fácilmente cuando algo le pasaba, ni mucho menos era de las que se enfermaba…

Bueno, al menos no podía recordar cuándo fue la última  que lo estuvo los tres últimos años así que verla literalmente vencida en sus brazos por la fiebre le sorprendía.

Giro su mirada atrás para observar uno de los paneles de lo que creía simples paredes abiertas, como si se tratase de una puerta, su entrecejo se arrugo un poco pero le resto importancia en ocasiones aquel lugar aun llegaba a sorprenderlo.

Abrió un poco sus ojos al percibir algo de luz sobre ellos. Es solo fiebre, le escucho decir a lo lejos. Sus parpados pronto volvieron a caer, cierta parte de ella estaba consciente de lo que ocurría a su alrededor mientras el restante  era arrastrada a un estado transitorio de caos y calma.

Era confuso y a la misma vez sumamente relajante suponía que esa era la mejor combinación de palabras para describir lo que sentía, era como caer al más profundo abismo pero al hacerlo lo único que generaba en ella era una tranquilidad absoluta, como si cada metro que avanzara algo de de lo mucho que la ataba la dejara en completa libertad.   

Laringitis crónica y agotamiento ese había sido el diagnostico del doctor al valorarla, los tranquilizo al decir que a pesar de su nombre no era algo para alarmarse demasiado, hablar nunca había sido su fuerte así que no lo iba a extrañar bromeo Edward un poco más tranquilo.

Supuso al ver su rostro que su comentario no le había hecho nada de gracia, la preocupación no abandonaba Ginger, Helena apenas si quiso comer lucia tan… Tan sin vida.

El doctor sugirió que lo mejor por el momento era dejarla descansar, apenas si pudo mantener sus ojos abiertos por unos cuantos segundos más, cayeron cual pesadas persianas, para  ser llevada de nuevo aquel confortable abismo.    

Caer… Jamás pensó que se sintiera tan bien allí no había miedos, ni preguntas sin respuesta ni mucho menos pensamientos que la atormentaran todo el tiempo, todo era calma, tranquilidad aderezada de completa oscuridad.

Se sentía liviana tanto que casi podía flotar en el aire si es que algún momento lograra llegar al final de aquel abismo eterno. 

♦♦♦♦

Arribo a Londres en el último vuelo de la noche, una lúgubre y muy fría ciudad le dio el recibimiento no podía esperar menos quizás ese solo era el presagio de lo que le esperaba en esa casa, podía ver claramente su mirada recriminándole todo aquello que se no atrevería a decirle.

Llevaba consigo apenas algo de equipaje así que supuso que caminar no estaría mal necesitaba despejar su cabeza y darle unas cuantas caladas a uno de los cigarros que debían de estar en algún lugar de su enorme bolso de mano.

Debía disfrazar su cobardía de alguna manera, quizás caminar o fumar no iban  a ser de gran  ayuda mas no podía dejar de intentarlo, era cobarde lo sabia pero también era persistente eso también valía.

El viaje fue lento y tortuoso a pesar de que las calles estaba casi desiertas el taxi se dirigía a una velocidad casi patética, suponía que entre más tardase en arribar iba a ser mejor a pesar de que lo único que causase en ella fuese más  frustración.

La entrada estaba sepultada bajo una espesa capa de nieve era tal como lo había descrito, de cierto modo envidiaba su habilidad para describirle tan exquisitamente todo aquello que su mirada captaba no se había saltado ni un solo detalle.

El timbre que anunciaba su llegada debía de estar roto o no había nadie en casa, por momentos la idea de irse de allí rondo su cabeza hasta que el minuto menos pensado aquella pesada puerta de elaborada madera se abrió.

No había ya ni siquiera un pequeño rastro de lo que vio la última vez, deseo para sí misma todo lo que abundaba en ellos fue prácticamente un minuto entero en que se perdió en su mirada hasta que su cobardía  interrumpiera de nuevo.

Estas más alto –Dijo-  En un intento sumamente torpe de saludar. Estaba más que claro que el chico había dejado de crecer hacia ya algún tiempo

No hubo indicios si quiera de querer preguntarle qué demonios hacia ella allí, la observo por un momento con una leve sonrisa en sus labios y una estela de nostalgia mezclada con confusión en sus ojos, tomo de sus manos el poco equipaje la condujo hacia una de las habitaciones.
No sabía que vendrías - Dijo- En todo de disculpa al observar la habitación.  Más algo de oscuridad y polvo no iba a ser para ella ninguna molestia.

Negó con su cabeza restándole importancia al detalle se acerco a uno de los enormes ventanales que cubrían una de las paredes de la estancia.

Quieres verla –Pregunto- Mientras corría las cortinas, para dejarla ver el paisaje.  Está en la habitación contigua

No… No quiero

Está dormida lo ha hecho prácticamente desde que enfermo

Lo hare en la mañana, no quiero molestarla  -Le sonrió-

Como quieras

Algunas sabanas limpias, algunas luces encendidas el chico intento llevarle lo necesario para que estuviese cómoda al menos hasta que la habitación fuese arreglada como se debía.

Aunque su mirada reflejaba sorpresa al verla las preguntas nunca llegaron. Se detuvo a su lado a observar por la ventana le extrañaba su silencio no era natural, tampoco había pasado tanto tiempo para que eso cambiase tan radicalmente.

Puedo hacerlo aquí- Quiso saber- Mientras llevaba un cigarro a su boca. Sus manos le temblaban un poco y la tensión en su rostro no podía ser más evidente.

Una hora más tarde tras servirle  varias tazas de café y verla al menos acabar con una docena de cigarros echo de menos su silencio, tampoco lo sorprendía hablaba de mas cuando estaba ansiosa después de tres años había mucho que contar 

Aquella habitación se lleno de humo de cigarro, de un ajeno pero perfumado aroma a café  y de palabras, las palabras se desbordaban por la ranura de la puerta para viajar placenteramente  por el resto del lugar llenándolo  de una calidez extraña y la misma vez agradable.

De cierto modo Edward sintió que  estaba de vuelta, que un poco de su esencia maquillaba aquel lúgubre ambiente que lo enfermaba cada día más.

Ha cuidado bien de ti

Lo sé –Dijo riendo- Es tan… Terca –Dijo al fin con cierta molestia-

No, no es eso. Ella te adora es solo que aun no está lista para decirlo

Supongo que tiene que hacerlo soy su hermano

Tras un lapso de silencio ambos rieron, era tan extraño viniendo de ella esa particular forma de demostrar cuando alguien de verdad le importaba no calzaba entre lo que los demás podían catalogar de “normal” o “común” pero quizás era lo más sincero que alguien se atreviese a demostrarle.

♦♦♦♦

Era una lástima que el invierno estuviese a punto de finalizar, aquel lugar le sentaba bien esa época de año desde la primera nevada hasta la última una magia especial se apoderaba de cada rincón.

Los enormes arboles de pino cargados de nieve, aquella abrumadora pero pacifica niebla que solía embargar los jardines,  la cúpula de hielo que solía cubrir el lago dándole un aire casi mágico  quizás eso era lo que más le gustaba y lo que lo tenía despierto a esa hora de la mañana.

Poco le importo el frio insoportable que congelaba sus mejillas o que la noche anterior hubiese dormido apenas unas cuantas horas, el día seria ajetreado y de verdad necesitaba aquellos minutos de privacidad los mismos que obtenía cuando conducía su auto en las interminables autopistas de Alemania.

Le dio una última mirada a el lago antes de emprender el camino de vuelta a casa, su paso era lento hasta desenfadado llevaba las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y su mirada fija en el  horizonte.

Al cerrar a sus espaldas la puerta de la cocina una exquisitica combinación de olores le abrió el apetito, esperaba ver a Ginger moviéndose de un lado al otro mas eso no fue lo que encontró.

Ella era… Bueno describirla era algo complicado quizás porque que pensaba que sus palabras se quedarían muy cortas. Tenía un aire de actriz de los años cincuenta su abúndate cabellera rubia desprolija le llegaba hasta su cintura de ojos grandes negros y vivaces, labios carnosos y piel bronceada.

¡Ah¡ Y por supuesto como iba a olvidarlo sus kilométricas y bien formadas piernas que se dejaban ver el albornoz que llevaba puesto. También hubiese dicho que tenía cierto aire bohemio, que irradia  una energía positiva contagiosa que tenía una hermosa sonrisa pero definitivamente sus piernas  no se iban de su cabeza.

La sonrisa no abandona su rostro mientras los ojos del chico seguían recorriéndola quizás porque para ella resultaba normal deslumbrar a  chicos de su edad. Colocaba en un pequeño florero aromáticas flores de jazmín.

Eres Bill –Quiso saber más que curiosa- La pregunta simplemente se escapo de su boca, definitivamente ser discreta no la caracterizaba. Era lo que Helena más le recriminaba.

Debía ser él pensó, desde el primer instante en que lo vio entrar por la puerta, si mal no recordaba la carta decía hermosos ojos castaños almendrados. El los tenía y quizás eran los más  hermosos que había visto en su vida.     

Uh… –Dijo confuso-

Había algo familiar en la forma en que lo observaba mas solo eso, le sirvió una taza de café, mientras su sonrisa volvía aparecer.

Eres de los chicos que trabaja con Edward

Asintió levemente mientras bebía de su tasa, casi sentía que lo conocía había sido tan especifica pero si observaba bien y trataba de hacer un esfuerzo podía darse cuenta de que eran dos personas distintas.

No tuvo tiempo para observar más sabia que debía marcharse no debía dejarla ni un minuto más en ese estado que la estaba consumiendo.

Una última sonrisa un tropiezo mas una disculpa  con un chico que a su parecer tenía un cabello envidiable  y pronto desapareció por la puerta sin decir mucho mas.

Quien era ella- Pregunto- Georg

No lo sé –Dijo riñendo- Con cierta malicia

La habitación era inmensa podía tardarse algún buen tiempo buscando en las muchas estancias que allí había, más aquello que  podía percibir la llevo hasta ella sin dificultad, dejo la bandeja en una pequeña mesa se acerco hasta su cama.

Prácticamente no había cambiado casi nada, quizás estaba un poco más alta los rasgos de la niñez ya no eran tan evidentes en su rostro más solo eso, era la misma niña temerosa, tímida y extraordinaria que había dejado tiempo atrás. 

Se hizo espacio entre sus sabanas hasta acostarse junto a ella, hizo a un lado su cabello rubio aspiro su aroma olía a jazmín a menta más un ligero toque cítrico olía… Olía  a Helena.

Despierta... Ya es hora. Sé que estas cómoda pero no es ahí donde perteneces    

Las unía  algo que iba más allá de lo razonable algo más que el lazo sanguíneo que compartían, su vínculo era fuerte quizás demasiado fuerte para que el tiempo, la lejanía hasta la misma vida las separase.

Entre sus brazos se sintió completa, aquella sensación que solía acompañarla parecía haber desaparecido.

De pronto aquel lugar que  mantenía cautiva su mente ya no era tan confortable, a pesar de que sus parpados pesaban intento abrir sus ojos, había perdido por completo la noción del tiempo y cuando estuvo consciente de su presencia sonrió.

Porque tardaste tanto. Sintió que su garganta se desgarraba de a poco y su voz tenía un sonido como de mil cristales rotos.

Descuida, te vas  a sentir mejor pronto

Helena suspiro un poco se giro para observarla suponía que no podía recriminarle nada. Si… quizás se había alejado cuando más la necesitaba dejándola sola con algo que no podía manejar pero de algún modo la entendía escapar  algunas veces parecía ser la solución de todo.

De pronto su mirada pareció encenderse de la misma manera cuando algo solía indignarla, intento hablar, más solo termino llevándose la mano hacia su garganta como si eso fuese a mitigar el dolor. ¡No es el! Parecía decir su mirada.

Qué extraño, a mi me parece… Bueno es muy –Balbuceo- La mujer.

Helena rodo sus ojos saliendo de inmediato salió de su cama aquel simple movimiento logro debilitarla, ni siquiera tuvo la necesitad de observarse en el espejo para darse cuenta de que había perdido un poco más que “algo” de peso.    

Necesitas aire fresco, ven –Dijo ella- Mientras la tomaba de uno de sus brazos para conducirla hacia la terraza.

Agradeció que se guardara su mirada de preocupación y los comentarios que eran más que obvios, odiaba aquel gesto de condescendencia que solía tener hacia aquella engañosa apariencia frágil que solía tener.

Anda como un poco –Sugirió- Al verla observar su plato abarrotado de aquella masa blanca, que solían llamar avena.

Simplemente rio al verla gesticular más de lo que solía hacerlo, casi parecía que su pálido e inexpresivo rostro se rompería en mil pedazos ante el movimiento.

La mujer tomo entre sus manos una pequeña y adorable salsera la inclino un poco haciéndola brotar de su interior  un líquido dorado un tanto viscoso.

¿Qué es? –Quiso saber- Con vos de cristal

¡Come!  Y no te esfuerces en hablar

Un poco de miel fresca más un pequeño chorrito de agua de rosas habían hecho maravillas con aquella  avena, devoro su plato lentamente como si deseara que no se acabara nunca, mientras le contaba un poco de su viaje a aquella tierra extraordinaria de donde provenía lo que Helena llamo la combinación perfecta. 



♦♦♦♦

Solían llamarla B-B aunque su nombre era Vicky,  si Tom tenía razón había en ella un aire de actriz de cine de antaño de ahí provenía aquel diminutivo. Brigitte Bardot había sido todo un icono del cine en los años 50 el parecido físico entre ambas era más que excepcional.

Era la tía de los chicos una mujer joven un tanto… Edward suponía que era algo que había en los genes de las mujeres de su  familia materna. Helena era extraña extremadamente extraña, su madre había sido enigmática, especial ¡Única!,  y ella, bueno solía inclinarse por conflictiva.

Era temperamental, meramente emocional rara vez se detenía a pensar sus acciones y mucho menos lo que salía de su boca pero eran realmente pocas las veces en las que se había arrepentido de sus apresuradas decisiones.

Su personalidad era efervescente  irradiaba luz, sumamente extrovertida pero debajo de toda aquella seguridad que solía percibirse de ella había una enorme inseguridad, la muerte de su hermana solamente le trajo inestabilidad, los últimos tres años había luchado con sus demonios alejándose de ellos cada vez que se aparecían.

Mas que su tía la consideraba como su hermana los pocos años que los separaba quizás habían influenciado en ello, para él era una maravillosa mujer llena de miles de contrastes.   

Lidiar con Helena inclusive intentar comprenderla podía resultar sumamente agotador mas en unas cuantas horas había logrado mucho más de lo que él y Ginger habían intentado hacer durante todo ese tiempo.   

De todas las cosas que habían vivido junto Helena quizás la que jamás olvidaría por la frustración que causo en el era su intento fallido de darle un simple abrazo ese tarde en el cementerio, le sorprendía, mucho verla tranquila como si nada ya la inquietase más.

Reposaba sobre su pecho mientras B-B la rodeaba con sus brazos cariñosamente, le leía algo o al menos hacia el intento.

¿Quién es ella? –Pregunto- Casi en un susurro imperceptible

El sonido de su voz llego a sorprenderle estaba quizás demasiado ensimismaba observando que ni siquiera se percato de su presencia. Ginger lo observo de reojo, al notar que era él la tensión de su rostro fue borrada por una sonrisa.

Es su tía- Respondió- De pie en el descanso de la escalera abrazada a la bandeja de plata, en la que hacía solo unos instantes había llevado el té.

Las observo por última vez acaricio un poco la mejilla del chico siguió su camino hasta la casa. Si bien es cierto las dos eran rubias y había algo en su mirada similar no necesitaba conocerla demasiado para darse cuenta de que eran completamente opuestas.

Lo supo desde el primer momento en que dejo de leerle su mirada se traslado desde las páginas del libro hasta el descanso de esa escalera impulsivamente, lo observaba detenidamente mientras la misma sensación que había sentido ella al verlo la recorría por completo.

Porque no me habías hablado de él. –Susurro- Suavemente en su oído.

Los labios de Helena que ya habían tomado algo de color, se entreabrieron un poco más de su interior lo único que se oyó fue un pequeño suspiro, insatisfecha con su respuesta la tomo de sus hombros girándola lentamente hacia ella.

No lo recuerdo- Respondió- Con dificultad

En el mar de plata de sus ojos lo único que había era confusión su gesto era más que sincero, B-B le sonrió la acomodo sobre sus pecho de nuevo la cubrió con sus brazos, aun era muy pronto para hablar de ello.

Era la primer a vez que lo veía lo podía percibir, mas no entendía por que se había convertido en un enigma mas por resolver.


“It seems it's written
But we can't read between the line”