lunes, 21 de mayo de 2012

Capitulo 21



El leve sonido de su voz despertó sus sentidos de aquel letargo en que habían sido sometidos.

¿No cree que estaría más cómodo en su cama? –Sugirió- La mujer.

La claridad golpeo su rostro sin piedad, dejándolo ver a la persona que le hablaba.  
Ginger espero paciente al pie del sofá a que el chico volviera en sí, el gesto es su rostro parecía ser bastante claro, no tenía la mínima idea de donde estaba.

Buenos Días-Saludo- Llevando la palma de su mano izquierda a su sien.

¿Se siente bien?

Uh… Si, si es solo la claridad

No podía lograr recordar con  seguridad las pocas imágenes difusas y hasta confusas que llegaban a el de a poco.

Ni siquiera estaba seguro que de hubiesen sucedido en realidad o si solo se trataba de un sueño muy extraño.

Salió de la habitación sin ningún sentido de orientación, de vez en cuando se apoyaba en las paredes al sentir que todo a su alrededor se tambaleaba vertiginosamente.     

Camino por el largo pasillo que lo llevaba hasta las escaleras, al llegar al pie de ellas simplemente se dejo caer.

Minutos después escucho que alguien le hablaba, todo era tan confuso… Su voz se escuchaba tan lejana y apenas si pudo distinguir su rostro.

La mujer lo sujeto de su barbilla llevando su mirada hacia ella, los ojos del chico no podían concentrarse en algo ni un solo minuto, su rostro pálido y sudoroso parecían no darle una buena señal.

Te advertí que no más de una -Reprimió- Con seriedad.

Lo observo por un momento intentando descifrar aquello que no se podía. Quizás era algo en su mirada,  la forma de sus labios o aquella sensación de protección que emanaba tan naturalmente.

B-B sonrió al observarlo. Ayudo al chico a incorporarse mientras  lo conducía hasta la cocina.
Se apresuro a preparar algo de café lo bastante fuerte como para hacerlo reaccionar. 

No podía evitar sentirse nerviosa, tenía una vaga idea de lo que había podido ocurrirle pero parte de ella también se negaba a que fuera capaz de algo así.   

Ustedes… Ustedes pasan demasiado en la cocina sabes  

B-B rio divertida ante la queja del chico, después de algún tiempo en completo silencio parecía estar más consiente, algo de color había llegado a su mejillas y su vista, su vista al fin la enfocaba sin dificultad.

Si lo sé, pero ya sabes lo que dicen  

No, no lo sé – Menciono- Riendo.

¿Te sientes mejor?

Un poco, creo

Que… Que fue lo que sucedió realmente

Ni siquiera tenía la necesidad de preguntarlo, podía percibirlo, allí estaba, tan cercano tanto que hasta podía palparlo. 

Tom no tenía la mínima idea, para el todo aquello no tenía ningún sentido, no le pertenecía, no a él.

¿Por qué debía entenderlo? En él solamente había quedado esa sensación extraña que deja un sueño del que después no se puede ni siquiera recordar.

♣♣♣♣♣

Esta vez no hubo anuncios, ni golpes en la puerta, ni siquiera una pregunta al entrar, la puerta se abrió de par en par rompiendo el silencio sepulcral que reinaba en la habitación.

Helena ni siquiera se inmuto, de pie junto a la ventana continuaba observando a la nada, con aquella actitud altiva y sombría que tanto la frustraba.

¡No te atrevas a darme la espalda! –Exclamó- Airada

Casi de inmediato Helena rio, giro sobre sus talones mostrándose ante ella. Su mirada se clavo sobre la de B-B como un rayo mientras hurgaba en su interior sin reparo.

¡Basta!  

Helena rio de nuevo, su risa la desafiaba no sabía si tendría el valor necesario para enfrentarla, jamás lo había hecho. Se acerco a ella despacio y suspiro frustrada.

Porque lo haces todo tan difícil

Helena rodo sus ojos dándole de nuevo la espalda, los brazos de B-B intentaron   rodearla para envolverla en un abrazo cálido. Más solo se quedo en eso,  un simple intento.

Su actitud había logrado el resultado que esperaba, alejarla. Lo menos que deseaba era hacerle daño, la apreciaba demasiado para siquiera llegar a pensarlo. Más tampoco quería que se involucrara no de la manera en que intentaba.

El rostro de Helena parecía congelarse ante sus ojos, su mirada la golpe de nuevo solo que estaba ves no había nada.

¿De verdad esto es lo que quieres?

Solo quiero que me dejes sola, si no te molesta

Sola -Rio- Ya veo

Acaso merecía la pena. Se cuestiono. En ese instante parecía que todo lo que se propusiera era en vano.

La pesada puerta de madera se cerró de nuevo, llevándose con ella la claridad que hacia tan solo un momento iluminada la habitación.

Las manos de Helena se sujetaron al borde de la pequeña mesa, al sentir los latidos de su corazón golpearle el pecho y sus piernas parecían flaquearle.

Un segundo más, un mísero segundo más hubiese bastado, para que todo el teatro que había montado se hubiese venido abajo dejándola expuesta.

Aspiro profundo llevando el aire helado hasta su pecho ardiente, en un intento más de apaciguarlo.  Todo su cuerpo y qué demonios ella misma parecían necesitarlo.

♣♣♣♣♣

La brisa de la noche entraba en ella congelando todo a su paso, recorría sus vías respiratorias, viajaba por sus venas para buscar refugio en su pecho acelerado.

Su corazón titiritaba… más no era de frio, el aire pronto empezaba a faltarle, a medida que sus pasos aceleraban hasta el punto de hacerla  correr.

El temor la acechaba como a su presa más preciada, aprisionándola dentro de su mente perturbada, haciéndola sentir miserable, haciéndola perder la razón.

La piel delicada de su rostro se tenso en un gesto de desesperación, al sentir que recordaba aquellas imágenes que se reproducían aceleradamente en su cabeza.    

Quiso gritar, mas el grito se ahogo dentro de su garganta. El canto de las aves, el sonido de las ramas de los arboles, la niebla empapada de aquel olor nauseabundo, los rostros, sus rostros.

Sentía vivir en carne propia cada una de las sensaciones. Todo aquello era tan absurdo. ¿Por qué sentía tanto temor?

Corrió, corrió con desesperación como si pudiese escapar, como si pudiese olvidar.  

El pecho del chico y sus brazos sujetándola fue lo único que parecía detenerla en aquel momento.

Georg rio, mientras quitaba un mechón de su cabello, ajeno quizás a lo que sucedía en realidad. Reviso su frente en busca de algún golpe  más parecía no haber  uno solo.

Tienes la cabeza dura. –Bromeo- Mientras llevaba una de sus manos a su pecho. Parecía haberle dolido más a el que a Helena.   

Y de nuevo ella… el chico solamente se detuvo a observar toda la escena, Helena ni siquiera parecía reaccionar.

Porque no la llevas dentro –Le pidió- Con seriedad.

Georg asintió levemente, su sonrisa se detuvo al notar el tono con que le había hablado. La condujo al interior de la casa sin decir nada más.

El se quedo allí, justo donde estaba, camino unos pasos en la misma dirección donde la había visto venir, observo a su alrededor solo para encontrarse con la tranquilidad de la noche.

Le digo a alguien –Pregunto Georg- Al verlo entrar en la estancia donde ambos se encontraba. Tom solamente negó. Se acerco hasta donde ella se encontraba y la observo.

Le puedes hacer algo de te

Sí, creo

El chico salió de allí rumbo a la cocina ante la mirada vigilante de Tom, toda aquella situación lo hacía sentir todo menos cómodo.
El chico suspiro mientras tomaba asiento sobre la pequeña mesa justo frente a ella.

Tienes que quitarte esto –Le pidió- al sujetar entre sus dedos su abrigo húmedo.

Al inicio ni siquiera parecía que lo hubiese escuchado, su mirada se había resguardado en la punta de sus zapatos.

¿Me escuchas, Helena?

Era la primera vez que la llamaba por su nombre, el chico la tomo con cuidado de su brazo mientras intentaba buscar su mirada.

No la encontró, sus dedos pálidos pronto desabrocharon su abrigo desasiéndose de él, sus parpados se cerraron con fuerza atrapando lo que en realidad no quería dejarle ver.

El roce suave de la tela la  rodeo con delicadeza y sus manos cálidas acariciarnos sus brazos en un intento de hacerla entrar en calor.    

Aquella agradable sensación se desvanecía cuando los pasos se hicieron presentes en el viejo piso de madera.

Las manos del chico fueran de sus brazos a los bolsillos de su pantalón, mientras Helena se dejaba caer de nuevo en aquel viejo asiento.

Aquello no tenía muy buen aspecto ni siquiera necesitaba mirarlo para saberlo, sus ojos se abrieron de a poco para observar aquel desastre que él decía ser té.

Gracias… o al menos eso intento decir. Sus labios se entreabrieron mas las palabras no salieron.

Quizás deshacerse de Georg no haría las cosas fáciles pero al menos lo hacía sentirse un poco más seguro.

Hizo a un lado la taza de té que ella solamente se limitaba a observa un tanto esquiva, para de nuevo volver a tomar asiento frente a Helena.  

Tienes algo para curar esto –Pregunto- Al tomar su pantorrilla mientras lo elevaba un poco. Una pequeña herida recorría su piel justo debajo de su rodilla.

En mi habitación –Susurro-

Helena lo observaba como si ni siquiera pudiese creer en ello. ¿Por qué se tomada todas aquellas molestias? No se sentía nada cómoda recibiéndolas pero tampoco parecía querer deshacerse de ellas.

Apenas si se había quejado al sentir el algodón empapado en alcohol sobre su herida, su respiración se había calmado, ella solo estaba ahí, abrasada a una de sus piernas, sentada en el borde de su cama.

Quieres qué

No –Se apresuro a responder- Con voz monótona y cansada. Su mirada parecía suplicarle que no dijera nada. 

Tom ni siquiera insistió, Helena volvió a cerrar sus ojos en un intento más de mantener todo dentro suyo. En un intento más de ahogarse en aquella calma que  tanto la caracterizaba.

Escucho sus pasos alejándose de la estancia mientras recorría el pequeño pasillo, suponía que no iba a irse. Lo había visto en sus ojos y si tan solo, tan solo por esta vez.

Helena suspiro, sus pies descalzos tocaron el piso y avanzaron dudosos por la habitación. La brisa fresca de la noche revolvió sus cabellos al abrir la puerta corrediza que la llevaba al exterior.  

No dijo nada ¿Pero acaso lo necesitaba? No pudo evitar sonreír al verla tomar asiento junto a él. Llevaba entre sus manos un pequeño recipiente con frutas. 

¿De verdad esto es lo que quieres?  La pregunta retumbó en su cabeza de nuevo, haciéndola cuestionárselo seriamente. Al girar ligeramente su cabeza sus ojos de nuevo  se clavaron en los del chico

No las quiero –Menciono-

Por un minuto tuvo la impresión de que no se refería precisamente a las fresas 

It was in the darkest of my days
When you took my sorrow and you took my pain