Tan sólo había transcurrido unas cuantas semanas
pero todo parecía ser, que había logrado lo imposible. B-B simplemente los observaba
absorta mientras bebía un poco de su taza con café.
No podía dejar de pensar si lo que observaba podría
resultar duradero, o acabaría como todos los demás que habían tratado de
ayudar.
Helena parecía haber encontrado en el la
distracción que necesitaba. Era un chico extraño que parecía no tenerle
miedo a ella ni a ninguno de sus demonios.
Y quizás eso era lo que los unía o la que la
hacía sentir ligeramente "cómoda" cuando su mirada azulada la
escrutaba en busca de algo que no estaba dispuesta a dar o al menos no por
ahora.
—¿Esta todo bien? —Pregunto Helena, sintiendo que
habían cambiado de rol en algún punto de la carretera. Ahora era ella la que hablaba sin parar y B-B
extrañamente solo guardaba silencio.
—¿Quieres algo? —Menciono al fin al llegar a casa.
—Algo dulce estaría bien.
El silencio que había entre las dos no le resultaba
nada normal y no es que no lo apreciaba, lo hacía solo que la conocía bien para saber
que su comportamiento no era normal.
—¿Te vas?
—Soy tan obvia—respondió sorprendida.
—Es sólo que Edward pregunto lo mismo antes de marcharse.
—Aún no te he dicho nada.
—Pero lo harás.
—¿Y?
Había una extraña dulzura en su mirada platea al
aproximarse y reposar su cabeza sobre su regazo.
—Algún día van a tener que dejarme ir.
Dejarla ir...murmuro para sí mismo mientras la
imágenes se negaban abandonarlo. Hacia ya mucho tiempo que aquel sueño no se
había vuelto a repetir. Pero ahora ahí estaba, tal como lo recordaba.
La pelirroja de fuego que dormía a su lado ni siquiera se percató de su ausencia en medio de la noche.
El exterior cálido y un cigarrillo quizás no
calmarían la ansiedad, que aquella extraña niña rubia le despertaba pero al
menos allí podía pensar con claridad.
—Perderla—murmuro para sí mismo antes de perderse
entre pensamientos difíciles de descifrar.