viernes, 23 de agosto de 2013

Capítulo 35

                         

Tan sólo había transcurrido unas cuantas semanas pero todo parecía ser, que había logrado lo imposible. B-B simplemente los observaba absorta mientras bebía un poco de su taza con café.

No podía dejar de pensar si lo que observaba podría resultar duradero, o acabaría como todos los demás que habían tratado de ayudar.

Helena parecía haber encontrado en el la distracción que necesitaba.  Era un chico extraño que parecía no tenerle miedo a ella ni a ninguno de sus demonios.

Y quizás  eso era lo que los unía o la que la hacía sentir ligeramente "cómoda" cuando su mirada azulada la escrutaba en busca de algo que no estaba dispuesta a dar o al menos no por ahora.

—¿Esta todo bien? —Pregunto Helena, sintiendo que habían cambiado de rol en algún punto de la carretera.  Ahora era ella la que hablaba sin parar y B-B extrañamente solo guardaba silencio.

—¿Quieres algo? —Menciono al fin al llegar a casa.
—Algo dulce estaría bien.

El silencio que había entre las dos no le resultaba nada normal y no es que no lo apreciaba, lo hacía solo que la conocía bien para saber que su comportamiento no era normal.

—¿Te vas? 
—Soy tan obvia—respondió sorprendida.
—Es sólo que Edward pregunto lo mismo antes de marcharse.
—Aún no te he dicho nada.
—Pero lo harás.
—¿Y?

Había una extraña dulzura en su mirada platea al aproximarse y reposar su cabeza sobre su regazo.

—Algún día van a tener que dejarme ir.

Dejarla ir...murmuro para sí mismo mientras la imágenes se negaban abandonarlo. Hacia ya mucho tiempo que aquel sueño no se había vuelto a repetir. Pero ahora ahí estaba, tal como lo recordaba.

La pelirroja de fuego que dormía a su lado ni siquiera se percató de su ausencia en medio de la noche.

El exterior cálido y un cigarrillo quizás no calmarían la ansiedad,  que aquella extraña niña rubia le despertaba pero al menos allí podía pensar con claridad.


—Perderla—murmuro para sí mismo antes de perderse entre pensamientos difíciles de descifrar.

viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 34

                          

El fuego en su mirada parecía haberse trasladado a su garganta, el chico bebió de su cerveza tratando de apaciguar aquella sensación tan extraña.

—El no es mi hermano.—Aclaro Helena con voz calma.

—Jaulas—Le recordó sereno y confundido.

—Jaulas... ¡Oh! Si por supuesto. Ese día.

Helena río por algo que sólo ella entendía, apaciguando un poco la turbulencia que se había originado en sus ojos.

—Te veías diferente.
—Los años no han sido generosos con migo. 

Sonreírle o ignorarlo para seguir sumergida en los recuerdos de ese día parecía ser una decisión difícil.

No quería hacerlo (ignorarlo) le resultaba agradable su compañía;  mas los recuerdos de Spiderman, esos simplemente se negaban a abandonarla.

—Lo siento, los años no han sido buenos con mi memoria.—mintió ingeniosamente y él le sonrió.

De vuelta en la soledad de su habitación Harry Potter parecía serle buena compañía, los primeros capítulos le fueron suficientes para traerle de vuelta recuerdos turbios de sus visitas.

Aquel nuevo y extraño sentimiento no dejaba de oprimirle el pecho, era prácticamente un extraño por que lo hacía por que lo sentía.

¿Porque lo extrañaba? Los pocos momentos en los que cerró sus ojos, su mirada se hacía presente alejando todo aquello que solía perturbarla y al mismo tiempo impidiéndole dormir.

La luz de las velas ilumino levemente la estancia, Helena se dejó caer en la vieja silla de madera mientras sus manos pálidas hurgaban en los cajones del enorme y elaborado escritorio.

Un manojo de cartas unido por un lazo púrpura emergió de uno de ellos.

Se había tomado la molestia de escribirle todas aquellas cartas y ella ni siquiera se había dignado a responder una de ellas.

Querido Edward, escribió sin más, sin detenerse aún a leer siquiera una.

Prácticamente le había arrebatado de sus manos al leer en voz alta lo escrito en el sobre, lo observo dudar por un momento si la abría o no.

—¿De quien es?—pregunto el chico al ver su reacción.

Más sólo recibió como respuesta un leve movimiento de cabeza. Se apresuró a leer la carta mientras intentada dirigir cada una de sus palabras.

—¿Malas noticias?—Pregunto de nuevo algo preocupado.

—Es de...Helena—Respondió incrédulo al observarlo.

De pronto y sin aviso se vio en la necesidad de ocultar todo lo que aquel nombre le despertaba.

Edward abandono pronto la habitación con una estela de consternación colgada de su espalda.

Tom se encontró varios minutos después, sentado en el salón mirando a la nada. Perdido en un "asunto" que consideraba ya asimilado.

—¿Era de ella cierto?
—¿Que?
—La carta—menciono Bill al tomar asiento junto a el.—Lo vi salir con ella y al juzgar por su cara—
—Si.
—¿Malas noticias?
—No lo se.
—Mmm...Tal vez sea sólo para decirle que va a venir.

Sutil y a la misma vez muy efectivo, bufo enfadado mientras rodaba los ojos y se alejaba de allí. Hurgando en sus bolsillos por un cigarrillo.


Una sonrisa un tanto maliciosa surgió al verlo alejarse, había escasas cosas de las que se negaba a hablar y Helena solía ser era uno de ellas.