martes, 18 de septiembre de 2012

Capitulo 24



Desaparecen… Lo vez –Dijo- Al mostrarlas. Siempre lo hacen

Aquella frase no tenía mucho sentido la noche anterior, si no es porque lo estaba viendo con sus propios ojos, juraría que tan solo fue una alucinación. Sus muñecas pálidas y desnudas no mostraban ya ningún signo.

¿Siempre lo hacen?  

Su intención no era causarle más dudas de las que el chico ya tenía, todo lo contrario lo menos que podía hacer era tranquilizarlo.

Bueno… Solo ha ocurrido un par de veces, pero siempre desaparecen.

¿Un par?

 Si, hace ya un tiempo

Aquella tarde en la cocina, por supuesto que lo recordaba, la misma sensación de calor se había apoderado de su mano y su reacción, por supuesto recordaba su reacción. Helena prácticamente había huido de la cocina al sentir su calor quemando la piel.

¿Por qué?

Solo sucede –Respondió- Restándole importancia

Su respuesta parecía no agradarle, la calma con la que había mencionado el incidente parecía no  ser suficiente para ahogar todas las dudas que habían surgido. Necesitaba una respuesta, merecía una respuesta.

Lo siento –Suspiro- Helena irritada. Pero me temo que no puedo decirte más nada

La frustración se las había ingeniado bien para escabullirse en su rostro y mostrarse sutilmente.

Helena estaba exhausta y confundida inclusive más que el. Como se atrevía a exigirle una respuesta, si apenas recordaba vagamente fragmentos de lo que había ocurrido la noche anterior.

Sus manos volvieron a ocultarse en los bolsillos de su abrigo, su rostro se endureció lentamente, al esquivar el humo del cigarro que había rozado por accidente su piel.    

La tarde fría y gris se lleno de un silencio ensordecedor, bastaron un par de palabras y unos cuantos gestos para retroceder donde todo había iniciado. El pequeño portillo que había logrado abrir se cerró en su cara de golpe.  

Su silencio, su rostro inexpresivo y aquella extraña vibra que solía alejarlo todo el tiempo de nuevo se volvían hacer presentes.

Tom sonrió visiblemente, ni siquiera necesitaba ver su rostro para percibir que estaba furiosa.
Pero más que furiosa estaba frustrada, la historia de nuevo se repetía ¿Por qué demonios  le sorprendía? Se pregunto mientras se alejaba lentamente.

Quizás no debió depositar cierta esperanza, pero tenía la sensación de que esta vez algo sería diferente. Algo de lo mucho que había perdido en el camino había regresado, lo sentía dentro suyo y era tan fuerte que no podía ignorarlo.    

Había estado sola tanto tiempo, que ya no podía soportarlo, no podía seguir viendo como su vida era manejaba a su antojo como si se tratase de una marioneta.

Necesitaba aferrarse a algo a alguien o lo que fuese que le diera el valor que necesitaba para enfrentarlo.

La noche cayó en un parpadeo, tenía la sensación de que tan solo habían transcurrido unos cuantos minutos, mas la hora en su reloj le indicaba todo lo contrario.

Retomo el sendero a casa apresuradamente y no es que quisiese estar presente durante la cena, en ese momento lo menos que le apetecía era sentarse en aquella mesa abarrotada de gente y pretender que todo estaba malditamente bien.

¡Demonios! –Grito-  Últimamente parecía que todo solía atemorizarla o simplemente solo necesitaba la mínima escusa para permitirse gritar.  

Su figura oculta entre las sombras pronto se deslumbro bajo las luces que habían sido activadas por su movimiento.  

Helena termino de subir el último escalón, mientras él se apresuraba en busca de cariño, su mano temblorosa acariciaron su lomo.

Sam –Menciono- Al verla dudar

Como sea –Respondió- Helena

Tom solo rio. Guardo silencio mientras la observaba para luego tomar asiento en el escalón.

Puedo saber, qué es tan gracioso

Eres muy extraña –Respondió Entre risas

¡Valla novedad! Tuvo la sensación de que Helena estaba algo decepcionada con su respuesta. Viniendo de una criatura extremadamente curiosa como lo era ella, no debía de extrañarle.

Y tu eres muy particular ¿Sabes? Su mirada se sumergió en los ojos castaños del chico, al tomar asiento junto a él.

Era particularmente extraño, sentirse como en casa cada vez que lo hacía, era un tanto difícil de explicar pero básicamente eso era. La mayoría del tiempo solía sentirse fuera de lugar, como si nada ni nadie de lo que la rodeaba la pudiese hacer sentir cómoda consigo misma. 

La mayoría de tiempo solía incomodarle y algunas otras veces prefería no pensar mucho en ello pero quizás por primera vez, esa tarde Tom lo comprendió.

Estaba muy dentro de él y solo las personas más allegadas, que prácticamente se podían contar con los dedos de su mano habían conocido aquella particularidad en el.

Quizás por que era el hermano mayor, por su carácter o simplemente porque lo llevaba en la sangre.

Ahora parecía que todo tenía sentido, Helena lo comprendió, parpadeo un poco mientras alejaba su mirada de el.    
♣♣♣♣♣

Se lo había prometido a sí misma, pero le era tan difícil cumplir su propia palabra a pesar de que temía lo que pudiese ocasionar su salida nocturna, tampoco podía soportar un solo minuto más.

El aire parecía hacerse cada vez más espeso, casi podía ver las paredes de su habitación moverse por sí solas mientras la acechaban cada vez más.  Y su mente, su perturbada mente,  parecía no encontrar algo que la pudiese tranquilizar.

Quizás si tan solo se limitara al interior de la casa, se sugirió a sí misma. Aunque sabía que todo lo que intentase seria en vano. Podía deambular por la casa vacía por horas, pero al final sabía bien que sus pasos estaban destinados a llevarla a aquel lugar.

Su mano se poso sobre la perilla de la puerta, Helena respiro profundo mientras los latidos acelerados de su corazón llenaban su pecho Su frente descanso sobre ella mientras su mano giraba lentamente hasta hacerla abrir.

Escaleras-Cocina-Escaleras-Habitación. ¿Acaso era tan difícil? Si se restringía estrictamente a estos tres lugares todo estaría bien.

¿O no? ¿Y qué demonios hacia allí?

Apoyado sobre el barandal de las escaleras escucho el crujir de la puerta, el brillo de sus ojos curiosos fue lo único que pudo distinguir al darse la vuelta y encontrarse con espesa oscuridad.

La tenue luz del pequeño recibidor de su habitación pronto se encendió dejándolo ver su figura pequeña y delicada.

Supuse que estabas… Aburrida. Me pareció –Rio- que quizás… Te querías dar un baño helado a mitad de la noche y quizás querías algo de compañía. Ya sabes por si algo sale mal.

Su sarcasmo, Helena no sonrió pero acaso necesitaba hacerlo. Tampoco necesitaba ser un experto para saber que “eso” en sus ojos le hacía saber que sus palabras le divertían.

¿Podrías venir? –Le pidió- Sonriendo

Helena solo lo observo. No estoy vestida

Es solo un minuto –Menciono- Mientras le daba un ligero vistazo a lo que Helena llamaba no estar vestida.

Supongo, solo un momento –Le pidió- mientras desaparecía de su vista

El chico ingreso a la habitación tan solo segundos después, una vez avanzado el recibidor, la calidez de las muchas velas lo recibió.

Era la única estancia a su alrededor en la que podía ver al menos algo, todas las demás estaban completamente oscuras. Transcurrido varios minutos supuso que la espera no sería corta.
Se dejo caer en el viejo y extraño sofá mientras dejaba salir un profundo respiro de resignación.

El pequeño libro estaba a tan solo centímetros, ni siquiera lo pensó al observarlo, todo surgió natural e impulsivamente.

Tom se abalanzo sobre él, lo tomo ente sus manos y leyó la primera pagina que abrió.

El párrafo, escrito en el estaba abarrotado de detalles exquisitamente específicos, era como si la imagen de aquel lugar que recordaba bien, se hubiese trasformado en palabras ante sus ojos.

La ráfaga golpeo violentamente haciendo que las puertas que llevaban al exterior se abrieran estrepitosamente. El chico se sobresalto y Helena al fin apareció.

La brisa fría y violenta se condujo por el pasillo hasta llegar a él, la luz de las velas perecieron ante el primer contacto dejando en completa penumbra la habitación.

Fueron minutos quizás segundos no podía estar muy seguro, solo podía sentir su presencia, cerca muy cerca. ¿Acaso no era irónico? Nunca se había percatado de ello. A pesar de que siempre había estado allí ante sus ojos.

Su aroma no era dulce como pensaba solo era delicado, era más pequeña de lo que realmente creía apenas si sobrepasaba un par de centímetros mas allá su pecho. Lo supo al sentirla justo frente suyo.

Y si estaba realmente tranquila como solía estar en aquel momento irradiaba una calma realmente embriagante.

Sus dedos delgados y extremadamente helados rozaron la mano del chico al quitar la pequeña libreta de sus manos. Esta vez no hubo llamas solo aquella sensación helada que parecía llenarlo de escalofríos.

Era la sensación más abrumadora que le había despertado en todo lo que llevaba de conocerla. Era como si aquella espesa penumbra alejara todo lo que solía rodearla para mostrar realmente quien era ella.

Esto no es de tu incumbencia –Murmuro- Sin rastro de enojo en su voz. Al salir de la habitación.

♣♣♣♣♣

El cabello trenzado caía sobre uno de sus hombros desnudos, el grueso sweater gris se había deslizado sigilosamente dejándolo al descubierto.

El sweater junto con los jeans oscuros que llevaba,  era lo más normal, si se podía llamar de esa manera que le había visto vestir en mucho tiempo.

Se veía tan… Distinta como si hubiese dejado de lado todo aquello que lo alejaba de ella.
Edward la observaba con prudencia, como si esperase que de un momento a otro recordara ser la misma de siempre.

El estudio no estaba abarrotado de gente, mas si se encontraba la suficiente para hacerla sentir incomoda. Por supuesto se necesitaba des su… Experiencia para poder notarlo.

Era tan sutil, su reacción, más después de tres años de convivir con ella y tratar inútilmente de entenderla parecía ya no solía ser tan difícil.

Los labios ligeramente rojizos de Helena se entreabrieron delicadamente, estaba algo confundida realmente no podía comprender el porqué de su petición.

Aun así escucho paciente apenas si tenía una vaga idea de quienes eran, lo único que realmente podía recordar muy bien era sus ojos abarrotados de maquillaje.

Habían acaparado por complete su atención, desviándola de cualquier otra imagen, sonido o lo que fuese que se reproducía ante sus ojos en aquel momento.

El video termino, sus ojos se desvanecieron y la imagen se alojo en algún espacio libre de su 
memoria a la espera de ser despertada nuevamente.
Podrían… Um  separarlo?

¿El sonido?

Claro

Las notas tristes del violín llenaron sus oídos al poco tiempo, haciéndola retroceder por segunda vez unos meses atrás. Sabía que debía estar allí. ¿Por qué no podía recordarlo?  Por supuesto (suspiro) al saberlo.

La imagen del chico en aquel video le era abismalmente diferente a la que estaba acostumbrada. Un Tom rubio que apenas si rondaba los 15 años, mal vestido, para su gusto y un tanto… Su pequeña nariz se arrugo un poco al recordarlo.

Tom y Edward rieron casi al mismo tiempo al observarla mientras esperaban algo impacientes su opinión.

Su olor, su sonrisa, sus manos, la forma en que solía observarla, el brillo que solía haber en sus ojos, la forma de sus labios.

Los miles de gestos que tenía cuando realmente quería convérsela de algo, la forma en la que ahora vestía.

Aquel gesto en su rostro cuando parecía perder la paciencia, su presencia, su arrogancia su confianza, su sarcasmo y humor negro, sus brazos…

La lista podía ser interminable, algunas cosas las había presenciado muchas veces y otras tantas apenas si las había descubierto esa noche.         

Las notas tristes del violín llegaron a su fin, Helena trato de asimilar las embestida de sensaciones que había causado en ella, suspiro un poco mientras se desasía de los enormes audífonos que cubrías sus oídos.

Um… Bueno –Murmuro- ¿Estás seguro? –Preguntó- Al buscar su mirada

Por algún motivo Tom confiaba plenamente que Helena era la que podía poner fin a la discusión, que llevaba consumiendo horas importantes de su tiempo. Su mirada le hizo saber que todo estaba bien.

Es hermosa –susurro-

Triunfalista, el chico dirigió su mirada hacia su hermano, la habitación se lleno de voces de las cuales Helena no podía comprender muy bien. Las encapsulo y las alejo de ella mientras trababa de retener al menos por un momento más aquella extraña sensación que la embargaba.

Helena –Llamo- al cerrar la puerta. Espera

Ella se detuvo al percatarse de su voz, no tenía idea de lo que hablaba, solo observaba sus labios moverse mientras sus ojos grises se sumergían en los suyos.

Helena parecía estar en una especie de transe, tenía la mirada perdida a pesar de que sus ojos no se apartaban de él. El papel doblado que llevaba en su bolsillo fue a parar a sus  manos pálidas.

¿Está todo bien?    

Disculpa… Decías –Pregunto- Al reaccionar

No, nada –Sonrió- ¿Tienes hambre?

Um… En realidad no. Pero si quieres puedo acompañarte

Descuida, te vez algo cansada

Lo estoy, en realidad… Me siento extraña

Helena se disculpó con un gesto y una sonrisa, lamentaba no poder quedarse allí con él, lamentaba no tener cabeza si siquiera para escuchar lo que fuese que quería decir.


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Goetheallee 9-11, Haus 3 - Hamburgo, Alemania
Se que no es de mi incumbencia, pero pense que querías saberlo

Tom