Desaparecen… Lo vez –Dijo- Al mostrarlas. Siempre
lo hacen
Aquella frase no tenía mucho sentido la noche
anterior, si no es porque lo estaba viendo con sus propios ojos, juraría que
tan solo fue una alucinación. Sus muñecas pálidas y desnudas no mostraban ya ningún
signo.
¿Siempre lo hacen?
Su intención no era causarle más dudas de las
que el chico ya tenía, todo lo contrario lo menos que podía hacer era
tranquilizarlo.
Bueno… Solo ha ocurrido un par de veces, pero
siempre desaparecen.
¿Un par?
Si,
hace ya un tiempo
Aquella tarde en la cocina, por supuesto que
lo recordaba, la misma sensación de calor se había apoderado de su mano y su
reacción, por supuesto recordaba su reacción. Helena prácticamente había huido
de la cocina al sentir su calor quemando la piel.
¿Por qué?
Solo sucede –Respondió- Restándole importancia
Su respuesta parecía no agradarle, la calma
con la que había mencionado el incidente parecía no ser suficiente para ahogar todas las dudas que
habían surgido. Necesitaba una respuesta, merecía una respuesta.
Lo siento –Suspiro- Helena irritada. Pero me
temo que no puedo decirte más nada
La frustración se las había ingeniado bien
para escabullirse en su rostro y mostrarse sutilmente.
Helena estaba exhausta y confundida inclusive
más que el. Como se atrevía a exigirle una respuesta, si apenas recordaba
vagamente fragmentos de lo que había ocurrido la noche anterior.
Sus manos volvieron a ocultarse en los
bolsillos de su abrigo, su rostro se endureció lentamente, al esquivar el humo
del cigarro que había rozado por accidente su piel.
La tarde fría y gris se lleno de un silencio
ensordecedor, bastaron un par de palabras y unos cuantos gestos para retroceder
donde todo había iniciado. El pequeño portillo que había logrado abrir se cerró
en su cara de golpe.
Su silencio, su rostro inexpresivo y aquella
extraña vibra que solía alejarlo todo el tiempo de nuevo se volvían hacer
presentes.
Tom sonrió visiblemente, ni siquiera
necesitaba ver su rostro para percibir que estaba furiosa.
Pero más que furiosa estaba frustrada, la
historia de nuevo se repetía ¿Por qué demonios
le sorprendía? Se pregunto mientras se alejaba lentamente.
Quizás no debió depositar cierta esperanza,
pero tenía la sensación de que esta vez algo sería diferente. Algo de lo mucho
que había perdido en el camino había regresado, lo sentía dentro suyo y era tan
fuerte que no podía ignorarlo.
Había estado sola tanto tiempo, que ya no
podía soportarlo, no podía seguir viendo como su vida era manejaba a su antojo
como si se tratase de una marioneta.
Necesitaba aferrarse a algo a alguien o lo que
fuese que le diera el valor que necesitaba para enfrentarlo.
La noche cayó en un parpadeo, tenía la
sensación de que tan solo habían transcurrido unos cuantos minutos, mas la hora
en su reloj le indicaba todo lo contrario.
Retomo el sendero a casa apresuradamente y no
es que quisiese estar presente durante la cena, en ese momento lo menos que le
apetecía era sentarse en aquella mesa abarrotada de gente y pretender que todo estaba
malditamente bien.
¡Demonios! –Grito- Últimamente parecía que todo solía
atemorizarla o simplemente solo necesitaba la mínima escusa para permitirse
gritar.
Su figura oculta entre las sombras pronto se
deslumbro bajo las luces que habían sido activadas por su movimiento.
Helena termino de subir el último escalón,
mientras él se apresuraba en busca de cariño, su mano temblorosa acariciaron su
lomo.
Sam –Menciono- Al verla dudar
Como sea –Respondió- Helena
Tom solo rio. Guardo silencio mientras la
observaba para luego tomar asiento en el escalón.
Puedo saber, qué es tan gracioso
Eres muy extraña –Respondió Entre risas
¡Valla novedad! Tuvo la sensación de que
Helena estaba algo decepcionada con su respuesta. Viniendo de una criatura
extremadamente curiosa como lo era ella, no debía de extrañarle.
Y tu eres muy particular ¿Sabes? Su mirada se
sumergió en los ojos castaños del chico, al tomar asiento junto a él.
Era particularmente extraño, sentirse como en
casa cada vez que lo hacía, era un tanto difícil de explicar pero básicamente
eso era. La mayoría del tiempo solía sentirse fuera de lugar, como si nada ni
nadie de lo que la rodeaba la pudiese hacer sentir cómoda consigo misma.
La mayoría de tiempo solía incomodarle y
algunas otras veces prefería no pensar mucho en ello pero quizás por primera
vez, esa tarde Tom lo comprendió.
Estaba muy dentro de él y solo las personas
más allegadas, que prácticamente se podían contar con los dedos de su mano
habían conocido aquella particularidad en el.
Quizás por que era el hermano mayor, por su
carácter o simplemente porque lo llevaba en la sangre.
Ahora parecía que todo tenía sentido, Helena
lo comprendió, parpadeo un poco mientras alejaba su mirada de el.
♣♣♣♣♣
Se lo había prometido a sí misma, pero le era
tan difícil cumplir su propia palabra a pesar de que temía lo que pudiese ocasionar
su salida nocturna, tampoco podía soportar un solo minuto más.
El aire parecía hacerse cada vez más espeso,
casi podía ver las paredes de su habitación moverse por sí solas mientras la
acechaban cada vez más. Y su mente, su
perturbada mente, parecía no encontrar
algo que la pudiese tranquilizar.
Quizás si tan solo se limitara al interior de
la casa, se sugirió a sí misma. Aunque sabía que todo lo que intentase seria en
vano. Podía deambular por la casa vacía por horas, pero al final sabía bien que
sus pasos estaban destinados a llevarla a aquel lugar.
Su mano se poso sobre la perilla de la puerta,
Helena respiro profundo mientras los latidos acelerados de su corazón llenaban
su pecho Su frente descanso sobre ella mientras su mano giraba lentamente hasta
hacerla abrir.
Escaleras-Cocina-Escaleras-Habitación. ¿Acaso
era tan difícil? Si se restringía estrictamente a estos tres lugares todo
estaría bien.
¿O no? ¿Y qué demonios hacia allí?
Apoyado sobre el barandal de las escaleras
escucho el crujir de la puerta, el brillo de sus ojos curiosos fue lo único que
pudo distinguir al darse la vuelta y encontrarse con espesa oscuridad.
La tenue luz del pequeño recibidor de su habitación pronto se
encendió dejándolo ver su figura pequeña y delicada.
Supuse
que estabas… Aburrida. Me pareció –Rio- que quizás… Te querías dar un baño
helado a mitad de la noche y quizás querías algo de compañía. Ya sabes por si
algo sale mal.
Su sarcasmo, Helena no sonrió pero acaso
necesitaba hacerlo. Tampoco necesitaba ser un experto para saber que “eso”
en sus ojos le hacía saber que sus palabras le divertían.
¿Podrías venir? –Le pidió- Sonriendo
Helena solo lo observo. No estoy vestida
Es solo un minuto –Menciono- Mientras le daba
un ligero vistazo a lo que Helena llamaba no estar vestida.
Supongo, solo un momento –Le pidió- mientras
desaparecía de su vista
El chico ingreso a la habitación tan solo
segundos después, una vez avanzado el recibidor, la calidez de las muchas velas
lo recibió.
Era la única estancia a su alrededor en la que
podía ver al menos algo, todas las demás estaban completamente oscuras.
Transcurrido varios minutos supuso que la espera no sería corta.
Se dejo caer en el viejo y extraño sofá
mientras dejaba salir un profundo respiro de resignación.
El pequeño libro estaba a tan solo centímetros,
ni siquiera lo pensó al observarlo, todo surgió natural e impulsivamente.
Tom se
abalanzo sobre él, lo tomo ente sus manos y leyó la primera pagina que abrió.
El
párrafo, escrito en el estaba abarrotado de detalles exquisitamente específicos,
era como si la imagen de aquel lugar que recordaba bien, se hubiese trasformado
en palabras ante sus ojos.
La ráfaga golpeo violentamente haciendo que
las puertas que llevaban al exterior se abrieran estrepitosamente. El chico se
sobresalto y Helena al fin apareció.
La brisa fría y violenta se condujo por el
pasillo hasta llegar a él, la luz de las velas perecieron ante el primer
contacto dejando en completa penumbra la habitación.
Fueron minutos quizás segundos no podía estar
muy seguro, solo podía sentir su presencia, cerca muy cerca. ¿Acaso no era
irónico? Nunca se había percatado de ello. A pesar de que siempre había estado
allí ante sus ojos.
Su aroma no era dulce como pensaba solo era
delicado, era más pequeña de lo que realmente creía apenas si sobrepasaba un
par de centímetros mas allá su pecho. Lo supo al sentirla justo frente suyo.
Y si estaba realmente tranquila como solía
estar en aquel momento irradiaba una calma realmente embriagante.
Sus dedos delgados y extremadamente helados
rozaron la mano del chico al quitar la pequeña libreta de sus manos. Esta vez no
hubo llamas solo aquella sensación
helada que parecía llenarlo de escalofríos.
Era la
sensación más abrumadora que le había despertado en todo lo que llevaba de
conocerla. Era como si aquella espesa penumbra alejara todo lo que solía
rodearla para mostrar realmente quien era ella.
Esto no
es de tu incumbencia –Murmuro- Sin rastro de enojo en su voz. Al salir de la
habitación.
♣♣♣♣♣
El
cabello trenzado caía sobre uno de sus hombros desnudos, el grueso sweater gris
se había deslizado sigilosamente dejándolo al descubierto.
El
sweater junto con los jeans oscuros que llevaba, era lo más normal, si se podía llamar de esa
manera que le había visto vestir en mucho tiempo.
Se veía
tan… Distinta como si hubiese dejado de lado todo aquello que lo alejaba de
ella.
Edward
la observaba con prudencia, como si esperase que de un momento a otro recordara
ser la misma de siempre.
El
estudio no estaba abarrotado de gente, mas si se encontraba la suficiente para
hacerla sentir incomoda. Por supuesto se necesitaba des su… Experiencia para
poder notarlo.
Era tan
sutil, su reacción, más después de tres años de convivir con ella y tratar
inútilmente de entenderla parecía ya no solía ser tan difícil.
Los
labios ligeramente rojizos de Helena se entreabrieron delicadamente, estaba
algo confundida realmente no podía comprender el porqué de su petición.
Aun así
escucho paciente apenas si tenía una vaga idea de quienes eran, lo único que
realmente podía recordar muy bien era sus ojos abarrotados de maquillaje.
Habían
acaparado por complete su atención, desviándola de cualquier otra imagen,
sonido o lo que fuese que se reproducía ante sus ojos en aquel momento.
El
video termino, sus ojos se desvanecieron y la imagen se alojo en algún espacio
libre de su
memoria a la espera de ser despertada nuevamente.
Podrían…
Um separarlo?
¿El sonido?
Claro
Las
notas tristes del violín llenaron sus oídos al poco tiempo, haciéndola
retroceder por segunda vez unos meses atrás. Sabía que debía estar allí. ¿Por
qué no podía recordarlo? Por supuesto
(suspiro) al saberlo.
La
imagen del chico en aquel video le era abismalmente diferente a la que estaba
acostumbrada. Un Tom rubio que apenas si rondaba los 15 años, mal vestido, para
su gusto y un tanto… Su pequeña nariz se arrugo un poco al recordarlo.
Tom y
Edward rieron casi al mismo tiempo al observarla mientras esperaban algo
impacientes su opinión.
Su
olor, su sonrisa, sus manos, la forma en que solía observarla, el brillo que
solía haber en sus ojos, la forma de sus labios.
Los
miles de gestos que tenía cuando realmente quería convérsela de algo, la forma
en la que ahora vestía.
Aquel
gesto en su rostro cuando parecía perder la paciencia, su presencia, su
arrogancia su confianza, su sarcasmo y humor negro, sus brazos…
La
lista podía ser interminable, algunas cosas las había
presenciado muchas veces y otras tantas apenas si las había descubierto esa
noche.
Las
notas tristes del violín llegaron a su fin, Helena trato de asimilar las
embestida de sensaciones que había causado en ella, suspiro un poco mientras se
desasía de los enormes audífonos que cubrías sus oídos.
Um…
Bueno –Murmuro- ¿Estás seguro? –Preguntó- Al buscar su mirada
Por
algún motivo Tom confiaba plenamente que Helena era la que podía poner fin a la
discusión, que llevaba consumiendo horas importantes de su tiempo. Su mirada le
hizo saber que todo estaba bien.
Es
hermosa –susurro-
Triunfalista,
el chico dirigió su mirada hacia su hermano, la habitación se lleno de voces de
las cuales Helena no podía comprender muy bien. Las encapsulo y las alejo de
ella mientras trababa de retener al menos por un momento más aquella extraña
sensación que la embargaba.
Helena
–Llamo- al cerrar la puerta. Espera
Ella se
detuvo al percatarse de su voz, no tenía idea de lo que hablaba, solo observaba
sus labios moverse mientras sus ojos grises se sumergían en los suyos.
Helena
parecía estar en una especie de transe, tenía la mirada perdida a pesar de que
sus ojos no se apartaban de él. El papel doblado que llevaba en su bolsillo fue
a parar a sus manos pálidas.
¿Está
todo bien?
Disculpa…
Decías –Pregunto- Al reaccionar
No,
nada –Sonrió- ¿Tienes hambre?
Um… En
realidad no. Pero si quieres puedo acompañarte
Descuida,
te vez algo cansada
Lo
estoy, en realidad… Me siento extraña
Helena
se disculpó con un gesto y una sonrisa, lamentaba no poder quedarse allí con
él, lamentaba no tener cabeza si siquiera para escuchar lo que fuese que quería
decir.
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Goetheallee
9-11, Haus
3 -
Hamburgo, Alemania
Se que no es de mi incumbencia, pero pense
que querías saberlo
Tom