domingo, 31 de marzo de 2013

Capitulo 27





Su cabeza la había dejado en paz por un buen rato aunque no el suficiente para hacerla conciliar el sueño al menos por unas horas.

Hizo a un lado las pesadas cortinas dejando ver lo último que restaba de la noche. Podía pasar horas enteras frente a ella pero si debía elegir  prefería esos pocos momentos de nada.

Su mirada se mantenía fija en el horizonte a la espera de los  primeros destellos de luz, una franja de fuego cubrió la cima de la montaña dando paso al sol. El cielo se ilumino de a poco dejando ver en medio de aquella bóveda negra ligeros rasgos de color.  

En sus pensamientos no había más nada que silencio, un silencio un tanto embriagador, Helena pudo  al menos por un momento dejar de ser ella misma, dejar de ser ella.

Liberarse de todo lo que la ataba, algunas veces lo veía como la única solución, acabar con todo un último respiro, un último latido, un último pensamiento.

Algunas veces se permitía fantasear con la idea de como seria,  algo rápido e impulsivo  o algo más significativo quizás, se inclinaba  por esa opción. 

Fantasías que se guardaba  para ella misma, había aprendido a mantenerlas ocultas por que así debía ser, o al menos eso había dicho su madre, aunque aun seguía sin comprender porque no podía hablar abiertamente sobre ello.

–¿Es hoy? –preguntó al verla colocar la bandeja sobre la pequeña mesa junto a ella.

–¿Lo olvidaste?

–Eso creo.

Helena inspecciono su desayuno con desgano, jugo con su avena por unos minutos para luego llevarse a su boca poco más de media cucharada, parecía tener de nuevo uno de sus episodios de monotonía.

Podían durar tan solo un par de minutos o días inclusive, días en los que Helena se sumergía en un letargo  tedioso en donde nada de lo que sucediese a su alrededor parecía impórtale ni siquiera que era el día de su cumpleaños.

–¿Puedo pedirte algo?

–Lo que quieras.

–¿Puedo faltar al colegio hoy?

– Déjame ver que puedo hacer, pero no creo que halla problema,

Si la dejaba, si realmente se lo permitía aquel día pasaría como si fuese uno mas, sumergida en su plato de avena, sumergida en su monotonía.


–¿Qué tal un baño?-Sugirió la mujer en un intento de romper con ella.

B-B se adentro a la estancia dispuesta hacerle despertar así fuese con agua fría,  Helena simplemente se limito a asentir ligeramente.

Hizo a un lado su avena para luego tomar entre sus manos el pequeño cupcake que no hacia otra cosa más que reafirmar que otro año había trascurrido ya.

El agua turbia y perfumada no hacia otra cosa más que tentarla Helena centro su atención en aquella bañera dejando a un lado el pequeño pastelillo.

Se deshizo de su ropa en el primer instante que su tía le brindo un poco de privacidad. El agua fría abrazo su pequeña cintura subió lentamente por su pálido abdomen  para luego besar sus hombros con suavidad y como si se estuviese bajo el hechizo de un hermoso canto de sirenas Helena se dejo tentar una vez mas.

–¿Puedes estar lista en un par de horas? – preguntó entrando de nuevo en la habitación.

El peso de su cuerpo reposo en el marco de la puerta a la espera de su respuesta, impaciente por el silencio de Helena se acercó hasta la bañera, con las pupilas dilatadas y tosiendo algo de  agua Helena emergió de su interior.

 –En un par de horas.

–Si…Te parece ¿Esta todo bien?–cuestiono con seriedad la mujer.

Helena tosió un par de veces, asintió confusa para luego sumergirse de nuevo dejando esta vez al descubierto su nariz.

B-B con relativa calma decidió dejarla sola, avanzo por la habitación con la sensación de que aun le ocultaba algo mas.

Siempre había algo más, a pesar de sus esfuerzos aun no había recuperado su completa confianza, para que al fin  le terminara de revelar la totalidad de sus secretos.

∞∞∞∞

Le sorprendía enormemente que aun no hubiese abierto la boca para abordarla con miles de preguntas, estuvo lista en un par de horas tal y como se lo había pedido.

No le desagradaba, al menos no por completo la idea de sus planes imprevistos, Helena tomo asiento junto a ella en el auto le sonrió brevemente y se dejo conducir a donde fuese que B-B había planeado.

Horas más tarde, en Paris sentada en las butacas que habían acondicionado en el teatro Helena aun continuaba sin formular pregunta alguna.

–Helena amor ¿Ocurre algo?

–Por que lo preguntas.

–Has estado muy callada… Mas de lo normal, sabes a lo que me refiero.

–No creo que estés lista para escucharlo.

–¿Escuchar que?

Lo estaba acaso, estaba preparada para asimilar aquella idea que empezaba de nuevo a rondar por su cabeza.  Helena suspiro para luego centrar su atención en la figura que se dejaba entre ver por el hermoso marco de la puerta.

Siluetas delgadas vestidas de blanco, negro y dorado las llevaron de vuelta a la antigua Inglaterra a la mítica y opulenta edad de oro de Isabel I.

La tarde  llega mientras  ambas caminan sin prisa rumbo a un pequeño e intimo café  en el centro de París.  Aquel viaje le resulta exquisitamente familiar, se deja envolver en aquella atmósfera ligera con aroma a café, plagada de tranquilidad.

Su cuerpo se relaja al liberar un intenso suspiro, una leve sonrisa lleva calidez a su rostro llevándose consigo aquel gesto duro disfrazado de serenidad.

La conversación fluye con infinita facilidad los ojos libres de su abuela parecen ser el bálsamo que termina de apaciguar la llama que arde por dentro.

Su mente se libera Helena se deja llevar, libre sin reglas que seguir ni mucho menos recordar no hay mucho que analizar y ella lo sabe.

∞∞∞∞

–¡Papa¡ – murmuro al verlo a su salida del vagón.

–¿Que tal el viaje?- pregunto prudente.

Para luego tomar las bolsas de compras de las manos de B-B. Un leve gesto de ella lo calma.  Mientras Helena parece entender el lenguaje silencioso de ambos, esta inquieta pero al menos  no lo oculta.

–¿Puedo al menos darme un baño?

–Por supuesto Helena–

Sumida en sus pensamientos observaba la carretera que tiene en frente, les ha tomado mas tiempo de lo que puede soportar salir de las congestionadas calles de Londres, esta intranquila e  irritada.

Su padre como siempre conserva la calma, sus ojos  se mantienen firme en la vía dándole el espacio que necesita para calmarse.

–Fue idea de Edward– murmura al estacionar el auto. –Es solo una cena – menciona en tono conciliador.

–Entiendo.

–Espera aquí.

Helena le sonríe mientras rodea el auto en su búsqueda, sus manos apenas si le tocan pero hacen lo suficiente para ayudarla a bajar, la prudencia de su trato le conmueve, se reprende a si misma, cuanto daño ha hecho ya.

–Tomate el tiempo que quieras–  Menciona al verla subir las escaleras que la llevan hasta su habitación.

El timbre resuena por toda la casa y ella aun se observa en el espejo, intentando recordar todo lo que su madre había dicho sobre aquellas ocasiones en donde debía… ¿comportarse?


Pasar desapercibida era realmente lo suyo, ninguno de los que abarrotaba el pequeño recibidor de esa casa se había percatado de su presencia excepto el, sus ojos castaños respondieron casi involuntariamente ante su presencia.

Parecía estar quizás demasiado sumida en lo que fuese que ocupada sus pensamientos  o verdaderamente estaba relajada. 


Sus ondas rubias largas y rebeldes se resistían al amarre de la delgada cinta blanca que las sujetaba y poco o nada parecía importarle lucir mas despeinada.

Los ojos del chico la observan con detenimiento mientras baja las escaleras a un paso que le resulta  tortuosamente lento, Tom la observa sin que esta se percate de ello.