lunes, 16 de abril de 2012

Capitulo 20





Apenas si tuvo tiempo para correr hacia ella y sujetarla antes de que fuera a caer al piso, después de un tiempo de intentar superar todo aquello que la abrumaba, su cuerpo no pudo resistirlo más.

Por un lapso de tiempo prudente ambos se dejaron envolver en la atmosfera de confusión que lo abarrotaba todo.

Había muchas preguntas que necesitaban con urgencia responderse, mas no era el momento y de todo quizás era lo único que llegaba a entender.

Puedes… -Pidió B-B-  algo nerviosa, mientras intentaba sin éxito sujetarla

Tom lo dudo por un momento, después de todo sentía que de alguna u otra manera él era el causante, mas Helena estaba claramente inconsciente.  

El poco peso que cargaba sobre si misma las últimas semanas pareció esfumarse entre sus brazos, el chico la cargo sin ninguna dificultad hasta llevarla a su habitación.

Estaba más oscura y fría que de costumbre por un momento tuvo la impresión de que estaba desolada, como si la  apenas perceptible “sensación” que solía haber en ella  se hubiese esfumo junto con Helena.

Aguardo por un minuto de pie cerca de su cama, mientras B-B intentaba quitar las muchas cosas que había sobre ella.

No pudo guardarse para sí mismo lo que pensaba al verla. Helena descansaba sobre su pecho completamente ajena a lo que a su alrededor pasaba.

No era por alardear  y  hasta cierto punto se había acostumbrado a ello, su sola presencia solía despertar pasiones desbordadas que en algunas ocasiones solían  terminar en desmayos.

Pero esta vez era diferente, ella no era una de esas chicas y le quedaba claro que su desmayo no había sido provocado por su entrañable carisma o su irresistible sonrisa.  

♦♦♦♦

Aquella voz que le hablaba se escuchaba tan lejana, las imágenes que llegaban a sus ojos no era más que sombras difusas sin ningún sentido.

Los pensamientos se agolpaba en su cabeza listos para hacerla delirar  y de nuevo aquella voz los alejaba. Un fuerte apretón de manos la mantuvo despierta por un momento,  para luego ser arrastrada al abismo que la mantenía cautiva.

Mirar a través de sus ojos para encontrarse con un vacio abrumador la horrorizaba, Helena parecía ser simplemente un cascaron vacio, una muñeca inerte, apenas si se vislumbraba en ella un vago recuerdo de su extraño ser.

B-B no podía darse por vencida, hecho mano de sus recuerdos de aquellos que había dejado atrás hacia tanto tiempo.

De vez en cuanto una pequeña chispa se encendía en su mirada más esta se volvía a disipar al poco tiempo. Una penumbra gris se había apoderado de sus hermosos ojos matando de a poco sus esperanzas de hacerla volver.

La vida de Helena parecía apagarse sin que ella pudiese hacer más que aferrarse a todo lo que alguna vez habían vivido….

La angustia que otorga respiro a las lágrimas, se consume y desgasta. –Murmuro Helena- 

La mujer simplemente la observó sin comprender nada
Los espíritus tristes, cuando menos lo parecen, más tristes están…  
John Donne –Recordó B-B-  Aun sin comprender por qué lo había citado

Ni Helena misma parecía comprenderlo, parecía ser un simple reflejo de aquella memoria perdida que empezaba a despertar. 

¿John Donne? No entiendo

Una sonrisa de satisfacción borro por completo su angustia, en su rostro pálido se reflejaba su insaciable curiosidad. Helena aguardo paciente mientras B-B aclaraba sus pensamientos.

Muerte. –Le sonrió-  Es un poema de John Donne, solía… Cuando tenía tu edad tu mama solía  leerlo para mí. Creo que  aun debo de tener el libro por ahí.

Sus delgados dedos se sumergieron entre las páginas en su búsqueda, había pasado tanto tiempo,  pero al recordarlo todo parecía intacto. Una leve sonrisa se dibujo en su rostro al encontrarlo.

Extendió el libro abierto hacia Helena jamás había podido lograrlo y esta no sería la excepción.

Helena lo tomo entre sus manos, sus pálidos labios se entreabrieron un poco pero ningún sonido salió de ellos.

Deberías descansar  

¡No! –La detuvo- Yo…  Necesito saberlo

Demasiada información para un solo día no crees. Descansa

El libro se esfumo de sus manos de la misma manera en la que había llegado, observo cómo lo guardaba dentro de la pequeña mesa junto a su cama.

Aun se sentía un tanto débil como para imponerse, así que no le quedo otra opción que aceptar con desgano mientras se sumergía entre las sabanas de su cama.

Espera -Dijo- Al escuchar sus pasos al salir. ¿Como llegue hasta aquí?

Uh, bueno… Yo…
♦♦♦♦

Apenas si se podía distinguir la tenue luz que provenía del jardín, no estaba seguro de más por algún motivo sabia de que eran velas,  aunque su sentido común le dictaba que debía irse a la cama, aquella espina clavada dentro de el parecía ser más fuerte.

La primavera parecía haberse saltado aquel lugar esa noche, el cielo no podía ser más negro, el frio llegaba a resultarle incluso más insoportable que en invierno y a sus pies  un manto espeso de niebla lo ocultaba todo.

El camino adoquinado que lo llevaba hasta ahí había desaparecido a su vista pero lograba recordar algo de él. La luz de las velas se hizo evidente al acercarse dejándolo ver todo lo que allí se encontraba.

El curioso gorro de su capa negra le cubría el rostro, más sus pálidas y delicadas manos quedaban visibles al sujetar la cámara.

De pie a solo pocos metros de ella el chico la observaba con cierta precaución a lo pudiese desencadenar.

Después de un periodo prudente se dio cuenta de que su presencia no le importunaba ni siquiera parecía percatarse de que el estuviese allí.

Tom tomo asiento plácidamente en una de las sillas que rodeaban la mesa, abarrotada de flores, antigüedades, fotografías, vajilla china para te y comida (para acompañarlo) suficiente como para servir a unas cuantas personas.

Mas faltaban escasas horas para el amanecer y ella como la mayoría del tiempo se encontraba sola. 

Encerrada en su burbuja de extraña y oscura fantasía parecía no haber espacio para algo o alguien más, era solitaria, un tanto egoísta y si quizás en algunas ocasiones un tanto  mezquina como para ceder  si quiera algo de su tiempo.    

Los pequeños golpes en la taza parecían haber dado resultado, una leve sonrisa de satisfacción (tenía que admitirlo) desdibujo el gesto de fastidio al verse completa y totalmente ignorado.

Con un leve movimiento dejo caer el gorro de su capa hacia atrás dejando al descubierto su rostro. ¿Acaso podía ser más inexpresivo? Su mirada cargada de una muy extraña calma se poso en el chico para luego dirigirse a sus dedos que aun golpeaban la taza.    

¿Acaso le molestaba? Por un segundo lo creyó, mas aquel ligero destello de enfado en sus ojos sucumbió tan rápidamente que lo hizo dudar inclusive de que lo hubiese visto.

Continúo ignorándolo…. Con maestría y hasta cierto encanto mientras se preguntaba qué era lo que había dicho  y porque demonios estaba ahí.

Helena dejo de lado la cámara para tomar asiento justo frente al chico, su mirada se torno cálida después de algunos minutos o simplemente parecía al fin acceder a su juego. 

Por supuesto que todo aquello le resultaba extraño, inclusive sumamente incomodo pero no podía detenerse. Era embriagante, sumamente adictivo y tremendamente seductor.

Su mirada producía en el mismo efecto que una droga, una vez que caía en ella y  le tomaba el “gusto” por decirlo de alguna manera no podía apartarse de ella.  

¿Te? –Pregunto- Desviando la mirada hacia la tetera que había entre sus manos.

El gesto del chico no parecía dar una respuesta muy clara, parecía algo desconcertado, mas Helena no tomo mucho en cuanta su opinión casi de inmediato lo sirvió para ambos.

El agua aun estaba perfecta… La pequeña flor seca de jazmín desprendió su fantástico olor al primer contacto con ella.

Aquella imagen se había repetido miles de veces  frente a sus ojos pero aun lograba causar en ella la misma impresión de la primera vez.   

Se sentía como si hubiese tomado un trago de algún frasco de perfume, todo su paladar había sido impregnado del intenso y dulce sabor. El chico lo retuvo por unos momentos más antes de tragarlo con dificultad.

¡Oh! –Rio- Lo siento… –Se lamento- Mientras acercaba a él un pequeño plato abarrotado de emparedados de pepino. Te va a limpiar el paladar.

El chico la observo con una mueca divertida mientras llevaba uno de los diminutos bocadillos a su boca.

No todos suelen tolerarlo a la primera –Susurro-

¿Porque debía de hacerlo él? Helena parecía estar complacida como si de alguna manera 
esperase su reacción.

El repentino silencio de la noche parecía haberla importunado, anqué a simple vista no había rastro de ello  ya no le fue difícil comprenderlo.   

‘’You don’t have to speak, I fell’

¿Estás Bien?

Podría hacer sido el tono en que había empleado, su acento o simplemente quizás porque era la primera vez que la escuchaba de su boca.

Podrían haber sido muchas cosas, más la molestia que solía despertar cada vez que hacían aquella pregunta nunca apareció.

Helena lo medito por un momento, mantuvo su vista fija en la taza que había entre sus manos para luego mirar al chico. ¿Por qué demonios no podía retenerlo? Se cuestiono.

Tengo frio… Creo… No lo sé –Admitió al fin-. Las palabras fluyeron de su boca con tal sinceridad que ni ella misma podía creerlo.

Sabía que lo había olvidado, después de todo ese era el objetivo, olvidar y no tener que hablar de ello.

Pero tampoco podía negar que le causaba frustración el no tener si quiera una idea vaga de lo que le causaba temor. 

Tom guardo silencio mientras continuaba observándola, intento no pensar en nada pues sabia (aunque no comprendía) que esto le afectaba.

Absorbía cada una de sus emociones como si fuese una esponja aunque la mayoría del tiempo parecía no afectarle demasiado con él todo era diferente.

“Coincidence makes sense only with you”

♦♦♦♦

Por primera vez Helena se permitió sentir con infinita libertad y sin reprimir absolutamente nada todo lo que el chico despertaba en ella, aunque esto no alejo por completo sus temores.

Por supuesto había logrado ocultarlo solamente para ella, Tom solo podía percibir cierta preocupación mezclada con ansiedad en su mirada cuando lo observaba por periodos que 
Helena consideraba prudentemente extensos.

No quería molestarlo… Y es que a pesar de que el chico mantenía la calma  (cosa que Helena realmente apreciaba)  tampoco esperaba que la mantuviese por mucho más tiempo.

Podrías… -Le pidió- Al señalar las cajas que se encontraban en la mesa. Solo déjalas en la cocina. Por favor.

Un retumbo en el cielo rompió el silencio, la brisa perfumaba de lluvia despeino sus cabellos.

El chico maldijo para sus adentros mientras se apresuraba  a guardar los dulces antes de que la lluvia los estropeara.

Helena coloco nuevamente el gorro en su lugar y resguardo sus manos dentro de los bolsillos de su capa, al sentir las gotas frías caer sobre ella.

Una ráfaga helada se adelanto a sus movimientos apagando de golpe todas las velas a la vez.

Helena parecía disfrutar de las primeras lluvias de primavera un sutil y extraño gesto en su pálido rostro parecía confirmarlo.

Camino despacio, muy despacio sus pasos premeditadamente cortos  la llevaron al interior de la casa minutos después que el chico, los suficientes para guardar los restos de dulces en su lugar, secarse un poco y deambular por algún lugar que no había visto hasta el momento.  

Quizás era poco observador o simplemente aquel pasillo que lo llevaba hasta esa habitación no había estado allí la última vez. Un aroma a pino o algo similar le dio la bienvenida al entrar.

Todo estaba perfectamente limpio y quizás extremadamente sencillo… Cosa que lo hacía dudar que de fuese la misma casa. Estanterías vacías, unas cuantas mesas, algunas lámparas y un sillón eso era todo.

No había rastro de que Helena y su… Ingenio hubiese estado allí jamás.

cerrarlo en el invierno. –Explico- Desde el umbral de la puerta.

La madera crujió bajo sus pies al acercarse, un escalofrió recorrió toda su espalda al sentir su presencia justo detrás de el.

Descuida no es te. -Bromeo- al colocar en sus manos la taza.

Había algo en ella esa noche que no terminada de entender… Era… Extraño no podía describirlo al menos no con palabras más si podía sentirlo, cada milímetro de su cuerpo parecía percibirlo, repelerlo.

No era solo esa mirada fría que le congelaba hasta las entrañas, ni aquel maldito falso gesto de “No sucede nada” en su pálido rostro. Ni siquiera el creciente molestar en su estomago que solo había sentido en  momentos de vértigo extremo.

Era toda ella, sentía deseos de tomarla por los hombros y sacudirla hasta lograr una reacción. Como podía lidiar con ello? Como podía vivir con todo eso dentro suyo? Como? Como? Podía despertar en el aquella maldita frustración que parecía enloquecerlo.

Bebió un poco simplemente para complacerla, satisfecha se alejo rumbo a la ventana dejándolo solo en medio de la habitación.

Su peso se vino abajo como una ligera pluma cayendo sobre el sillón, estaba exhausto ni siquiera comprendía porque estaba ahí, pudiendo estar cómodo y seco en esos momento entre sus sabanas. 

Bebió unas cuantas veces más, a medida que lo hacía parecía ya no impórtale nada, sus parpados cayeron delicadamente, al fondo muy al fondo lo último que escucho fue la lluvia golpear la ventana.

Dormía placida y tranquilamente desparramado sobre el sillón mientras Helena lo observa, esta vez  sin ningún reparo.

No podía recordarlo… Esculco entre sus recuerdos, un gesto una sonrisa algo… No había nada similar.  

Se había obsesionado con el chico de una manera que no podía entender, no era una pieza de antigüedad valiosa, ni ninguna prenda de la última colección de McQueen  y si no podía recordarlo era porque jamás había pertenecido aquel pasado que la atormentaba.

Entonces porque  la había cautivad de aquella manera? Quizás porque  a pesar que de vez en cuando la dejaba entrar a su mundo, poco o nada había obtenido de él.

Era más hermético de lo que esperaba mucho más de lo que había sido Edward para Helena y con él había tenido suficiente. O al menos eso quería pensar.

Deslizo delicadamente la taza entre su mano hasta quitarla por completo el chico ni siquiera se inmuto.

Recorrió cada centímetro de su rostro, mientras tomaba asiento sobre la pequeña mesa, quería estar segura. Pero sabía, bien sabia que él era de esas personas (que para bien o para mal) le sería difícil olvidar.