Sus ojos se clavaron en su rostro a la espera
de que hablara, tenía la sensación que no necesitaba palabra alguna para
hacerle saber por qué estaba allí. ¿Acaso era tan obvio? O ella simplemente podía
leerlo con infinita facilidad.
El los observaba con calma, era lo único que
no había cambiado con los años lo único que podía considerar totalmente sincero
en ella.
Su rostro embriagado que aquella calma
irritante, aquella falsa fragilidad que emanaba todo su cuerpo.
Inclusive su voz, era como si hubiese creado
aquel extraño personaje que algunas veces le resultaba tan monótono, para
ocultar algo que le había costado tanto tiempo encontrar.
Siempre le había intrigado es que simplemente
no podía asimilarlo, no calzaba, no era lógico tanta fuerza encapsulada en
aquellos extraños y hermosos ojos.
¿Qué edad tienes?
¿Acaso hablaba en serio? El rostro de Helena
se desencajo por completo dejando de lado la calma que el tanto odiaba, su
entrecejo se arrugo, sus labios se entreabrieron y su mirada solo denotaba
desconcierto.
¡17! -Respondió- Atónita. Cumplo 17 en dos semanas
Uh
–Murmuro- con desgano
Su mirada paso de ella, para fijarse en el
camino. Tuvo que contener la sonrisa y fingir desgano después de todo no le había
resultado tan difícil, basto algo de ingenio para desviar la atención hacia
donde realmente quería.
Helena simplemente no podía creerlo, aun
continuaba observándolo con aquel gesto que resultaba tan divertido en ella.
¿Acaso era tan sínico? O simplemente al fin había encontrado un oponente digno
de su juego.
Bastaron varios metros de camino para lograr
que los ánimos volvieran a un estado neutro. Los dedos del chico tiraron del
libro que Helena ahora llevaba en su mano.
No creo que te interese -Menciono- Al
retenerlo.
Lo observo de pies a cabeza en forma un tanto
despectiva mientras lo retenía aun con más fuerza. Tom sonrió mientras lo
deslizaba con sutileza de su reten.
Helena no podía estar más en lo cierto, que
podía interesarle a él aquel libro
abarrotado de poesía oscura y melancólica, novela gótica y cuentos de terror.
Las primeras líneas del párrafo le fueron casi
inentendibles había un leve gesto que lo delataba, el continuo leyendo por un
poco más de tiempo.
El suficiente para acabar con la paciencia de
Helena, que en un arrebato de impaciencia regreso el libro a donde realmente
partencia, sus manos.
El cuervo -Leyó-
Tomo asiento en uno de los asientos de piedra
mientras el chico también hacia lo mismo, la risa de sus labios se esfumo al
escucharla leer la primera frase.
Una vez, al filo de una lúgubre media
noche…
Las palabras le resultaron más claras,
casi podía imaginarlo, el hombre, el cuervo, Leonora, ella.
La sutileza de su voz parecía
trasportarlo aquel mundo oscuro y sombrío mas esta vez pudo verlo en la manera
que Helena solía hacerlo.
♣♣♣♣♣
¿Podemos salir? -Pregunto de repente- Mientras
suspendía el pequeño
y tedioso paseo que había emprendido en la habitación.
¡Por favor! -Exclamo- B-B un tanto frustrada
A medida que avanzaba, su lectura se tornaba
cada vez más complicada, los sueños
de Helena plasmados en aquella libreta negra parecían haber llegado a un punto
muerto en que no le mostraban ya más nada.
Estaban
abarrotados de detalles, mas estos parecían no ser suficientes para dar un
orden a aquella maraña de hechos extraños.
¿Y a donde quieres ir?
Supongo que puedo comer algo
¡Oh! Bueno esos seria… Encantador
Helena rio. Conozco un sitio, es interesante,
supongo. Y creo un descanso de la cocina te caería bien.
¿Interesante? Parecía que después de todos
estos años aun no podía descifrar, a que se refería en realidad cuando
utilizaba aquellos adjetivos tan propios de ella para describir algo.
El sitio era pequeño, bueno al menos no lo
suficiente para que se sintiera asfixiada. Basto darle un vistazo rápido para darse cuenta de
ello. Helena repasaba tranquilamente una y otra vez el menú.
Pulcro al extremo, carente de color, tan
británico, tan propio, tan extraño, tan Helena.
Mas la comida… Tenía que darle la razón el
menú de primavera no podía ser otra cosa que interesante.
¿Postre? La tarda de frambuesa…
¡No!
Tan solo fue un simple monosílabo una de los
tantos que le había escuchado, mas aquel no, había venido acompañado de un
gesto de terror digno de alguno de los
cuentos de su libro.
Helena trato de ahogar aquel gesto inoportuno
en el mar pálido de su rostro, mas ya era demasiado tarde.
Yo… Yo no quiero
¿Acaso crees que no me he dado cuenta? Esa…
Esa fobia tuya no es normal. Y no me malinterpretes es solo que me preocupa. ¿Tiene
que ver con todo esto?
Casi parecía suplicarle que al menos solo por
esta vez le respondiera, su mano se poso sobre la suya, sujetándola firmemente.
No me gusta como me hace sentir
¿La tarda de frambuesa?
Helena simplemente rio, por primera vez
parecía encontrarle el lado divertido si es que realmente todo aquello lo
tenía. O al fin se permitía tomar todo aquello con ligereza.
¡Tonta!
–Se quejo-
Ambas rieron de nuevo llevándose consigo
aquella atmosfera pesada que parecía rodearlas todo el tiempo.
Me hace recordar cosas. –Menciono- Atemorizada.
Hasta cierto punto era realmente absurdo, solo
eran frambuesas más su olor, su textura y por su puesto su sabor despertaban en
ella las sensaciones menos placenteras que había experimentado en todo este
tiempo.
Entiendo –Cedió – B-B. ¿Te?
Si, por favor
Pools
of sorrow waves of joy
Are
drifting through my open mind
Possessing
and caressing me
♣♣♣♣♣
Sus pasos cortos y ligeros la acercaban cada
vez más a su destino, parecía que la espesa niebla que había bajo sus pies se
las había ingeniado bien para llegar hasta
su cabeza.
No había nada en ella, tan solo espesos mantos
blancos que le impedían darse cuenta de la realidad. Cautiva, retenida
inclusive hasta dormida, perdida en algún recóndito lugar. Helena marchaba
hacia su destino sin que pudiese reaccionar.
El agua fría beso sus pies descalzos, no había
pasado tanto tiempo desde la última vez más aun así no podía negar que la
extrañaba. Acaricio sus piernas con suavidad, a la espera de al fin apoderarse
de ella.
Su pecho reacciono ante el frio, dejando salir
un último suspiro…
Su aliento cálido acaricio su rostro, fue tan
leve, tan sutil que apenas si lo pudo distinguir. Sus parpados se abrieron
pesadamente en un intento por despertar. Apenas si había dormido un par de
horas pero por algún motivo, por alguna razón deseaba hacerlo.
Sentado en el borde de la cama, esperaba a que
sus sentidos salieran del letargo, aun podía sentir la leve estela que había
dejado el perfume de su aliento sobre su rostro. La ropa tirada en el suelo
pronto vistió su cuerpo.
Hoy no Max, quedada aquí –Pidió- Al cerrar la puerta tras él.
¿Y que debía hacer? Deambular sin sentido
hasta apaciguar aquella sensación que de nuevo se había plantado en su pecho.
No podía regresar a su habitación e intentar
dormir de nuevo no podía. Pero tampoco podía ir tras algo, que tan solo parecía
existir en sus sueños.
Era mejor regresar, volver a dormir u ocupar
su tiempo en algo que alejara aquel miedo absurdo que lo caromomia por dentro.
¡Maldición! –Se quejo- Acaso eran horas para
estar debatiendo en medio de la nada que debía hacer. Acaso era tan difícil decidirse entre dormir
o seguir helándose en trasero en medio del jardín.
Lo segundo no parecía ser muy sensato, pero
poco o nada le importaba ser sensato en aquel momento, continuo caminando sin
ningún sentido de orientación, parcia no necesitarlo, parecía no necesitar
perder más tiempo en su decisión.
And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.
Su mano quiso escaparse al sentir que el simple contacto quemaba su
piel. Su agarre se torno más fuerte, haciendo que sus dedos se aferraran con
vehemencia en torno a su muñeca.
Tom la observaba perplejo ¿Acaso había perdido
la razón? No podía reconocerla, simplemente parecía no ser ella.
Helena tiro con fuerza, liberándose por fin
del chico, camino unos pocos pasos los suficientes para hacer que el agua
llegara hasta su pecho.
¿Estás loca?, Que haces –Dijo- Al detenerla de
nuevo. Su mano la sujeto de su brazo, fuerte y firme. Y a pesar de que toda
esta situación le atemorizaba, sabía muy bien que por ningún motivo debía
mostrarse débil ante ella.
El forcejeo fue más de lo que esperaba, no
quería hacerle daño, pero al final fue lo único que realmente pudo detenerla.
Por minutos que parecían hacerse eternos, la
Helena frágil, tímida y silenciosa se disipo ante la mirada incrédula del
chico. Sabía que en las últimas semanas había dado muestras de que todo eso
no era ella, pero tampoco esperaba esa reacción.
Tom alzo la voz, el sonido fuerte y potente la
detuvo por un momento, mientras su mano se aferraba con la suficiente fuerza de
unas de sus muñecas. Tiro de ella hasta llevarla a la
orilla, hasta alejarla lo suficiente de allí.
Sentado en la pequeña butaca la observa, todo
aquello le resultaba tan extraño un tanto irreal y descabellado.
Al igual que un niño después de un ataque de
adrenalina, las fuerzas de Helena parecían haberse disipado.
No había nada, ni una sola chispa, sus ojos se
habían apagado, aquella furia que habita en ellos tan solo minutos antes había
desaparecido.
El chico se acerco despacio, se arrodillo ante
ella y la observo. La manta que yacía sobre la cama pronto cubrió sus hombros.
Parecía no estar consciente de lo que
verdaderamente ocurría, sus escasos movimientos eran lentos, extremadamente pausados,
Helena parecía solo estar allí, cautiva en algún lugar.
Sus muñecas, ardían como el mismo infierno, sus
dedos habían quedado marcados en su piel, de la misma manera que un animal es
marcado por el fuego.
Desaparecen… Siempre lo hacen -Murmuro-
Tom de inmediato la soltó, haciendo que su
mano cayera precipitadamente en su regazo, Helena ni siquiera se inmuto.
El chico había quedado sin habla, solamente la observaba con su castaña mirada
llena de confusión.
No quise hacerte daño, yo…
Siempre lo hacen –Susurro-
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee.