Recordar al pie de la letra todo lo que
le había dicho ese día parecía mantenerla realmente ocupada, las imágenes se
habían adherido a la retina de sus ojos impidiéndole ver mas allá de sus
narices.
Los ojos del chico se mantenían fijos en
ella mientras una sonrisa llenaba su
boca, la admiraba como se admira a una niña pequeña de esas que con tan solo
verlas hacen sonreír hasta el mas escéptico.
En aquel momento Helena a sus ojos no
era más que eso una criatura extremadamente huraña desbordante de aquella
maravillosa y extraña esencia que solo
podía existir en ella.
Tom la observaba divertido mientras Bill
llenaba aquel pequeño espacio con su risa llevándolo de vuelta a la
conversación.
–Supongo que después de todo vamos a
necesitar el Range 1 – susurro Helena a su padre al llegar.
La idea de una” pequeña” cena intima
para celebrar su cumpleaños no estaba resultando exactamente como debía, el
chico se apresuró a terminar su bebida para luego ir en búsqueda de ellos.
Deslumbrada por la belleza del lugar Helena se mantenía alejada a
sus oídos llegaron tan solo restos de la conversación que Edward mantenía con ellos
en las escalinatas del lugar. En pocas
palabras no los esperaba al menos eso había entendido.
Su atención estaba colgada de la hermosa
lámpara que decoraba el techo, de hierro oscuro forjado decorado con colgantes
de tela color rojo cereza.
Madera oscura, hierro forjado, luz
tenue, estampados marroquíes, pétalos de rosas y rojo cereza abarrotaban las dos plantas del
lugar.
Discernir si estaba molesta o si tan solo estaba abrumada
por el sitio le era difícil, sus ojos grises lo observaron segundos después.
–No es necesario–pidió al verlo internar
explicar.
–¿Estas molesta?
–Y porque he de estarlo, estoy aquí no–
El chico sonrió al oír su respuesta. –¿Que es tan divertido?–
–Jamás pensé que lo aprenderías tan
bien.
–Jamás has tenido fe en mí.
La generosidad (no podía ser otra cosa mas
que generosidad) que siempre había tenido para con él se había derrumbado con
la ultima de sus palabras.
–¡No¡ –susurro con las palmas de ambas
manos extendidas hacia a él, en un intento de alejarlo de ella.
Helena desvió la mirada al suelo
mientras rehuía de él, dejando al chico con la intención de disculpa colgando
en el aire.
Las escalinatas la llevaron hasta la
primera planta sus pasos siguieron sin saber muy bien hasta donde la iba a llevar parecía no importarle demasiado. Dejo
que el bullicio del lugar llenara sus oídos en un intento de llevar sus pensamientos
por un camino menos doloroso.
Su agarre cálido la detuvo tan solo
milímetros antes de estampar su cara en la persona que tenia enfrente. ¿Acaso
estaba rota por dentro? Dolía tanto que no podía haber otra explicación más que
eso.
Era inútil lo sabia no podía concentrarse
en otra cosa si no en ello, el chico la condujo con cuidado hasta donde estaban
los demás sin soltar ni una sola vez su delicado agarre.
El taburete del bar recibió su peso y
Helena observo a su alrededor, no tan lejos de donde se encontraba B-B la
observaba con una sonrisa de complicidad, Bill estaba junto a ella no tardo
mucho en hacerle compañía a su risa escandalosa.
Su padre, Gustav y Georg hablaban
animadamente sobre algo en particular y le sorprendió que no fuese de trabajo.
–¿Quieres tomar algo? –
Con las manos entrelazadas y sus
antebrazos apoyados en la barra el chico esperaba alguna respuesta, había
cierto brillo en sus ojos que la observaban con precaución. Verla encogerse de
hombros no le fue de mucha ayuda.
–Un appletini sin alcohol–Dijo desviando
su mirada al chico de la barra.
Su petición parecía resultarle extraña
pero luego de observarlo un tanto confuso se dispuso a ello.
–Gaseosa de manzana, ralladura de
limón…– Explico el chico sin terminar la frase, había improvisado sobre la
marcha.
Tom le agradeció con un leve movimiento
de cabeza y se lo entrego a Helena no sin antes acercar la copa fría a su nariz para darle el
visto bueno.
Helena lo observo sin entender su gesto
y luego de unos segundos de mantener la copa entre sus manos lo bebió.
El perfume de limón inundo su paladar primero,
para luego llenar su boca de un sabor más explosivo y delicioso; prácticamente
se le hizo agua la boca y bebió un poco más.
Media hora transcurrida, unas cuantas
copas vacías y un pequeño recipiente con
aceitunas negras a punto de terminar habían
sido el saldo de su ansiedad.
Helena observaba el perfil del chico sin
desgastarse demasiado como lo hacia todo el tiempo, solo lo observaba por el
simple hecho de hacerlo.
La energía que emanaba le resultaba sumamente
agradable, así como extraño le resultaba
aquella seguidilla de gestos que había tenido hacia ella. Tom parecía esforzarme sutil y
deliberadamente en hacerla sentir comoda y ella no podía entender porque se tomada
todas aquellas molestias.
Su mesa al fin estuvo lista, uno de los
tantos reservados del lugar era como estar en un íntimo y espacioso salón de
algún hermoso palacio marroquí.
–¿Puedes ordenar por mi? – Pidió Helena
Sus ojos curiosos dejaron de observar el
menú para dirigirse a B-B, Helena le dedico una leve sonrisa divertida para de
nuevo llevar a sus labios el líquido verde vibrante contenido en su copa.
–Me vas a ignorar toda la noche–murmuro Edward
al sentarse junto a ella.
–No tengo ánimos para continuar con
esto–
–Bien–
Se cuestiono severamente si era eso lo
que realmente quería, ahora que lo veía, ahora que la ultima de las barreras que
lo alejaba de ella había caído.
Ya no había más juegos por parte de ella,
la mirada gris y por vez primera sincera de Helena lo arrastraba a un mundo
oculto para el.
–¿Lo que ves es lo que quieres?
–No.
–Supongo que de ahora en adelante no te
molesta si sigo fingiendo.
–No.
Había sorpresa en el rostro de Helena
mas esta pronto desapareció para dar paso a algo mas conocido. Un gesto sombrío
cubrió su pálido rostro mientras la barrera que solía contenerlo todo de nuevo
volvía a levantarse.
–Helena, espera–llamo al verla
alejarse–Feliz cumpleaños–murmuro mientras le entregaba la pequeña caja que
había mantenido oculta en su bolsillo.
El viejo Citroën de B-B fue el primero en llegar seguido del auto de su padre, aquel viejo traste desato la risa de ellos a excepción de su padre.
–Supongo que yo puedo llevarlo–susurro
por lo bajo–La visto de miles veces–
–¿Traes tu permiso?
–Esta en el auto.
El hombre parecía no estar muy
convencido más al término de la noche parecía ser solo ellos dos los únicos
completamente sobrios.
–Ten cuidado–más que un consejo parecía
una suplica–Ten cuidado– suplico de nuevo al extender hacia ella su extraña
cartera. –Llama de inmediato si necesitas algo, lo que sea–
Helena asintió levemente aceptando su
suplica y algo mas, su mano fría capturo su mejilla y un beso suave roso su
frente. –Feliz cumpleaños amor– murmuro su padre antes de irse.
Había aislado su presencia, había
asilado la risa escandalosa del chico del asiento trasero pero sus ojos
aquellos ojos que la escrutaban incrédula por el espejo retrovisor le seguían
incomodando; después de todo era su culpa por que demonios no podía dejarla en
paz en ese momento.
El agarre en torno al volante se hizo más
fuerte y el rugido del viejo motor se hizo presente poner el auto en marcha no
hizo que la tensión se fuese por completo pero al menos había algo menos en su
mente.
Los kilómetros fueron quedando atrás así
como un poco de su miedo inicial, un francés a medio mascullar la hizo
centrarse de nuevo en el retrovisor, el poco silencio del que había gozado
desapareció cuando de nuevo su risa la de Bill junto a la de su tía llenó los
espacios del pequeño auto.
–Te molesta si pongo algo de música–
–No–gruño mientras intentaba mover la
palanca de cambios del auto.
Tom rio divertido y un poco de su fuerza
basto para moverlo justo donde ella quería; el sonido de kings of leon salto por
los viejos parlantes del auto aquella melodía parecía resultarle perfecta para
su primer intento de manejar un auto.
Palpar aquel sorbo de libertad entre sus
dedos le resultaba embriagante solo podía compararlo con las pocas veces en que
su mente y su cuerpo dejaban de ser uno solo.
No había mas allá que la carretera
desierta Helena de nuevo parecía aislarse
de aquel mundo en el que no había espacio para alguien como ella.
Tom de nuevo se vio absorto ante su
presencia, su hermano parecía estar demasiado ocupado para incluirlo en una
conversación de balbuceos en francés a medio terminar y el paisaje a su derecha
se le hacia ya un tanto aburrido.
Solo tenía diecisiete años por que
demonios sentía que teñía mucho más, su rostro pálido no aparentaba más de
quince mas el peso de los años que cargaba sobre sus hombros le era imposible
no notarlo.
No se supone que a esa edad debería
estar haciendo estupideces, cosas de las que después se arrepentiría o se
reiría, pero ella parecía no ser nada de eso.
La espontaneidad era algo que Helena
parecía aun no aceptar de buena gana, no fue necesario si quiera observar su
rostro por el retrovisor al pedirle a gritos que se detuviera.
La mujer salió del auto torpemente
mientras tiraba del chico, se despojo de sus zapatos mientras Bill se
apresuraba a sacar algo de la cajuela del auto. Sus figuras risueñas pronto se
adentraron al paramo desierto sobre la carretera.
Lo observo salir del auto mientras
encendía un cigarrillo la puerta crujió tras el; lo menos que le apetecía era
quedarse ahí en medio de la nada, quizás de todo lo vivido ese día lo menos
agotador había sido estar con el.
Su viaje a Paris, ver a su abuela,
extrañar a su madre mas de lo que se permitía
, dejar ver a Edward aunque fuese un corto tiempo quien en verdad era, permitir
a su padre se acercarse a ella después de tanto tiempo; enumerar todo aquello no
hacia otra cosas mas que agotarla.
–¡Espera¡ –Grito.
El humo de la última calada salió de su
boca y el cigarrillo a medio terminar se apagó en el pequeño charco que había a
sus pies, su figura delgada se dejaba ver entre las espigas de trigo que se
encumbraban más allá de su cabeza.
Fue como si se hubiese adentrado en lo más
profundos de sus pensamientos, aquellos que se mantenían ocultos en las sombras
de su alma.
Su mano fría de dedos estilizados se
entrelazo entre la suya a la perfección y por primera vez todo, ella estaba en
calma.