viernes, 12 de abril de 2013

Capitulo 28



Recordar al pie de la letra todo lo que le había dicho ese día parecía mantenerla realmente ocupada, las imágenes se habían adherido a la retina de sus ojos impidiéndole ver mas allá de sus narices.

Los ojos del chico se mantenían fijos en ella mientras una sonrisa  llenaba su boca, la admiraba como se admira a una niña pequeña de esas que con tan solo verlas hacen sonreír hasta el mas escéptico.

En aquel momento Helena a sus ojos no era más que eso una criatura extremadamente huraña desbordante de aquella maravillosa y extraña  esencia que solo podía existir en ella.

Tom la observaba divertido mientras Bill llenaba aquel pequeño espacio con su risa llevándolo de vuelta a la conversación.

–Supongo que después de todo vamos a necesitar el Range 1 – susurro Helena a su padre al llegar.

La idea de una” pequeña” cena intima para celebrar su cumpleaños no estaba resultando exactamente como debía, el chico se apresuró a terminar su bebida para luego ir en búsqueda de ellos.

Deslumbrada por la belleza  del lugar Helena se mantenía alejada a sus oídos llegaron tan solo restos de la conversación que Edward mantenía con ellos  en las escalinatas del lugar. En pocas palabras no los esperaba al menos eso había entendido.

Su atención estaba colgada de la hermosa lámpara que decoraba el techo, de hierro oscuro forjado decorado con colgantes de tela color rojo cereza.

Madera oscura, hierro forjado, luz tenue, estampados marroquíes, pétalos de rosas  y rojo cereza abarrotaban las dos plantas del lugar.

Discernir si  estaba molesta o si tan solo estaba abrumada por el sitio le era difícil, sus ojos grises lo observaron segundos después.

–No es necesario–pidió al verlo internar explicar.

–¿Estas molesta?

–Y porque he de estarlo, estoy aquí no– El chico sonrió al oír su respuesta. –¿Que es tan divertido?–

–Jamás pensé que lo aprenderías tan bien.

–Jamás has tenido fe en mí.

La generosidad (no podía ser otra cosa mas que generosidad) que siempre había tenido para con él se había derrumbado con la  ultima de sus palabras.

–¡No¡ –susurro con las palmas de ambas manos extendidas hacia a él, en un intento de alejarlo de ella. 
Helena desvió la mirada al suelo mientras rehuía de él, dejando al chico con la intención de disculpa colgando en el aire.

Las escalinatas la llevaron hasta la primera planta sus pasos siguieron sin saber muy bien hasta donde la iba a  llevar parecía no importarle demasiado. Dejo que el bullicio del lugar llenara sus oídos en un intento de llevar sus pensamientos por un camino menos doloroso.

Su agarre cálido la detuvo tan solo milímetros antes de estampar su cara en la persona que tenia enfrente. ¿Acaso estaba rota por dentro? Dolía tanto que no podía haber otra explicación más que eso.

Era inútil lo sabia no podía concentrarse en otra cosa si no en ello, el chico la condujo con cuidado hasta donde estaban los demás sin soltar ni una sola vez su delicado agarre.

El taburete del bar recibió su peso y Helena observo a su alrededor, no tan lejos de donde se encontraba B-B la observaba con una sonrisa de complicidad, Bill estaba junto a ella no tardo mucho en hacerle compañía a su risa escandalosa.

Su padre, Gustav y Georg hablaban animadamente sobre algo en particular y le sorprendió que no fuese de trabajo.

–¿Quieres tomar algo?

Con las manos entrelazadas y sus antebrazos apoyados en la barra el chico esperaba alguna respuesta, había cierto brillo en sus ojos que la observaban con precaución. Verla encogerse de hombros no le fue de mucha ayuda.

–Un appletini sin alcohol–Dijo desviando su mirada al chico de la barra.  

Su petición parecía resultarle extraña pero luego de observarlo un tanto confuso se dispuso a ello.

–Gaseosa de manzana, ralladura de limón…– Explico el chico sin terminar la frase, había improvisado sobre la marcha.

Tom le agradeció con un leve movimiento de cabeza y se lo entrego a Helena no sin antes  acercar la copa fría a su nariz para darle el visto bueno.

Helena lo observo sin entender su gesto y luego de unos segundos de mantener la copa entre sus manos lo bebió.

El perfume de limón inundo su paladar primero, para luego llenar su boca de un sabor más explosivo y delicioso; prácticamente se le hizo agua la boca y bebió un poco más.

Media hora transcurrida, unas cuantas copas vacías y  un pequeño recipiente con aceitunas negras a punto de terminar  habían sido el saldo de su ansiedad.

Helena observaba el perfil del chico sin desgastarse demasiado como lo hacia todo el tiempo, solo lo observaba por el simple hecho de hacerlo.

La energía que emanaba le resultaba sumamente agradable,  así como extraño le resultaba aquella seguidilla de gestos que había tenido hacia ella.  Tom parecía esforzarme sutil y deliberadamente en hacerla sentir comoda y ella no podía entender porque se tomada todas aquellas molestias.

Su mesa al fin estuvo lista, uno de los tantos reservados del lugar era como estar en un íntimo y espacioso salón de algún hermoso palacio marroquí.

–¿Puedes ordenar por mi? – Pidió Helena

Sus ojos curiosos dejaron de observar el menú para dirigirse a B-B, Helena le dedico una leve sonrisa divertida para de nuevo llevar a sus labios el líquido verde vibrante contenido en su copa.  


–Me vas a ignorar toda la noche–murmuro Edward al sentarse junto a ella.

–No tengo ánimos para continuar con esto–

–Bien–

Se cuestiono severamente si era eso lo que realmente quería, ahora que lo veía, ahora que la ultima de las barreras que lo alejaba de ella había caído. 

Ya no había más juegos por parte de ella, la mirada gris y por vez primera sincera de Helena lo arrastraba a un mundo oculto para el.

–¿Lo que ves es lo que quieres?

–No.

–Supongo que de ahora en adelante no te molesta si sigo fingiendo.

–No.

Había sorpresa en el rostro de Helena mas esta pronto desapareció para dar paso a algo mas conocido. Un gesto sombrío cubrió su pálido rostro mientras la barrera que solía contenerlo todo de nuevo volvía a levantarse.

–Helena, espera–llamo al verla alejarse–Feliz cumpleaños–murmuro mientras le entregaba la pequeña caja que había mantenido oculta en su bolsillo.


El viejo Citroën de B-B fue el primero en llegar seguido del auto de su padre, aquel viejo traste desato la risa de ellos a excepción de su padre.

–Supongo que yo puedo llevarlo–susurro por lo bajo–La visto de miles veces–

–¿Traes tu permiso?

–Esta en el auto.

El hombre parecía no estar muy convencido más al término de la noche parecía ser solo ellos dos los únicos completamente sobrios.

–Ten cuidado–más que un consejo parecía una suplica–Ten cuidado– suplico de nuevo al extender hacia ella su extraña cartera. –Llama de inmediato si necesitas algo, lo que sea–

Helena asintió levemente aceptando su suplica y algo mas, su mano fría capturo su mejilla y un beso suave roso su frente. –Feliz cumpleaños amor– murmuro su padre antes de irse.

Había aislado su presencia, había asilado la risa escandalosa del chico del asiento trasero pero sus ojos aquellos ojos que la escrutaban incrédula por el espejo retrovisor le seguían incomodando; después de todo era su culpa por que demonios no podía dejarla en paz en ese momento.

El agarre en torno al volante se hizo más fuerte y el rugido del viejo motor se hizo presente poner el auto en marcha no hizo que la tensión se fuese por completo pero al menos había algo menos en su mente.

Los kilómetros fueron quedando atrás así como un poco de su miedo inicial, un francés a medio mascullar la hizo centrarse de nuevo en el retrovisor, el poco silencio del que había gozado desapareció cuando de nuevo su risa la de Bill junto a la de su tía llenó los espacios del pequeño auto.

–Te molesta si pongo algo de música–

–No–gruño mientras intentaba mover la palanca de cambios del auto.

Tom rio divertido y un poco de su fuerza basto para moverlo justo donde ella quería; el sonido de kings of leon salto por los viejos parlantes del auto aquella melodía parecía resultarle perfecta para su primer intento de manejar un auto.

Palpar aquel sorbo de libertad entre sus dedos le resultaba embriagante solo podía compararlo con las pocas veces en que su mente y su cuerpo dejaban de ser uno solo.

No había mas allá que la carretera desierta Helena de nuevo parecía aislarse  de aquel mundo en el que no había espacio para alguien como ella.

Tom de nuevo se vio absorto ante su presencia, su hermano parecía estar demasiado ocupado para incluirlo en una conversación de balbuceos en francés a medio terminar y el paisaje a su derecha se le hacia ya un tanto aburrido.

Solo tenía diecisiete años por que demonios sentía que teñía mucho más, su rostro pálido no aparentaba más de quince mas el peso de los años que cargaba sobre sus hombros le era imposible no notarlo.

No se supone que a esa edad debería estar haciendo estupideces, cosas de las que después se arrepentiría o se reiría, pero ella parecía no ser nada de eso.

La espontaneidad era algo que Helena parecía aun no aceptar de buena gana, no fue necesario si quiera observar su rostro por el retrovisor al pedirle a gritos que se detuviera.

La mujer salió del auto torpemente mientras tiraba del chico, se despojo de sus zapatos mientras Bill se apresuraba a sacar algo de la cajuela del auto. Sus figuras risueñas pronto se adentraron al paramo desierto sobre la carretera.

Lo observo salir del auto mientras encendía un cigarrillo la puerta crujió tras el; lo menos que le apetecía era quedarse ahí en medio de la nada, quizás de todo lo vivido ese día lo menos agotador había sido estar con el.

Su viaje a Paris, ver a su abuela, extrañar  a su madre mas de lo que se permitía , dejar ver a Edward aunque fuese un corto tiempo quien en verdad era, permitir a su padre se acercarse a ella después de tanto tiempo; enumerar todo aquello no hacia otra cosas mas que agotarla.

–¡Espera¡ –Grito.

El humo de la última calada salió de su boca y el cigarrillo a medio terminar se apagó en el pequeño charco que había a sus pies, su figura delgada se dejaba ver entre las espigas de trigo que se encumbraban más allá de su cabeza.

Fue como si se hubiese adentrado en lo más profundos de sus pensamientos, aquellos que se mantenían ocultos en las sombras de su alma.

Su mano fría de dedos estilizados se entrelazo entre la suya a la perfección y por primera vez todo, ella estaba en calma.