El sonido de las
llantas de su auto sobre la plazoleta le advirtió de su llegada, un vendaval
rubio y pálido se adentro por el recibidor, no había dicho ni una sola palabra
mas le bastaba observarla para saber que nada había salido como esperaba.
–Niña–Llamó la mujer
tras ella.
–Que sucede Ginger,
no tengo mucho tiempo.
–Su padre llamo.
–¿Y? –Apresuro Helena
–Me pido que le
dijese que no lo esperara
despierta, regresa
esta noche.
Se atrevió a
observarla a sus ojos por un momento, esperando que el gesto no le molestara,
Helena la observo impaciente, deseosa de que una vez por todas lo terminara de
decir.
–¿Ocurre algo?
–No es solo que usted
debería
–Esta
bien–suspiro–creo que puedo comer algo, puedes subirlo a mi
habitación, ¿Es todo? –Apresuro de nuevo Helena–Ginger asintió ligeramente
aliviada dejando al fin marchar.
La pesada puerta de
su baño se cerró tras ella mientras se dejaba caer al suelo, Helena respiro
profundo antes de vaciar dentro del retrete lo poco que podía haber en su
estomago.
El agua fría termino
de limpiar el paladar amargo y de refrescar aunque fuese un poco su demacrado
pálido rostro.
En la penumbra de su
habitación su figura desgarbada parecía ser solo una sombra más, la bandeja con
los restos de lo que había comido se encontraba aun sobre la pequeña mesa a
unos cuantos centímetros de ella.
Luego de asegurarse
que al menos algo había comido inspeccionó silenciosamente el
contenido de su bolsillo que se encontraba depositado en la mesa de noche junto
a ella.
Las llaves de su
auto, envolturas de goma de mas y una receta más, que llegaba a engrosar la
lista de los medicamentos que debía tomar.
El silencio de su
habitación se vio interrumpido por el crujir del cuero de la vieja y elaborada
silla de madera al recibir su peso. Sus ojos oscuros y cautelosos se detuvieron
en su figura dormida.
–No, no ¡No! –La
escuchó gritar despavorida.
Confusa y aturdida lo
observo entre las sombras de su habitación.
Lo observo ponerse de
pie de inmediato en el momento justo que lograba liberarse de las sabanas que
la ataban a su cama; no podía enfocarse en otra cosa que el insoportable dolor
mientras llevaba su mano hacia la herida , solo para percibir la
humedad cálida teñir de rojo su piel.
El sonido de la
navaja traspasando su hombro estaba aun estaba tan fresco así como la
seguidilla de imágenes que se despertaban y se reproducían aceleradamente en su
memoria, Helena dejo de ser ella para darle paso aquel perturbado ser que
habitaba dentro de ella.
Su padre no pudo
hacer otra cosa que paralizarse al escuchar desgarrar su garganta en un grito
ensordecedor.
El poco valor que aun
le quedaba debía de ser suficiente para hacerlo moverse de donde estaba para ir
en su búsqueda.
Oleadas de temor y
confusión la golpeaban, Helena observaba todo como si fuese un
espectador mas.
Las palabras de su
padre y de Ginger que había llegado al escucharla, lograban de vez en cuando
alterar aquella extraña conexión que habían entablado ellas dos.
Sintió las
manos de su padre tomarla con relativa firmeza para forzarla a
observar su reflejo, su hombro descubierto y pálido se cerro ante sus ojos
dejando en su lugar aquella vieja herida.
Sus ojos grises se
centraron en los de su padre arrastrando lo con sigo ;Llantas
desgastadas en el pavimento, el golpe destrozando la carrocería, vidrios rotos
lloviendo como estrellas, silencio, miedo, dolor…
El peso de su cuerpo
se desplomo en los brazos de su padre cuando el calmante hizo efecto en ella,
su agarre se profundizo, prácticamente la absorbió entre sus brazos
, mientras ella junto a Helena regresaban al abismo de sus secretos.
–No se por donde
iniciar–La escucho mencionar mientras tomaba asiento tal y como se lo había
pedido. –Supongo que a ella no le va agradar mucho que hable sobre él–
–Porqué?
–Suelo olvidarla...
solía olvidarla cuando él estaba cerca.
– Interés
restringido?
–Pensaba que los
libros y té por supuesto, pero ahora que lo menciona supongo que lo fue mientras
estuvo en casa.
–Porque nunca me
había hablado de ello?
–No lo se–murmuró–
–El tiene nombre?
–Si, naturalmente lo
tiene–sonrió–Pero espero que no le moleste que no lo diga.
–Bien–río–Si así lo
desea.
Si bien sus razones
eran completamente diferentes a Helena tampoco le entusiasmada hablar sobre
ello, era quizás revelar más de lo que podía soportar.