jueves, 5 de julio de 2012

Capitulo 22



La tarde estaba calurosa, la brisa seca perfumada a pasto fresco deambulaba sin mesura a su alrededor.

Una pequeña piedra que había encontrado en el camino, mantenía juntas el pilar de hojas que la entretenía.

Helena leía mientras intentaba sumergirse en aquel mundo que le parecía tan ajeno a ella, aunque debía de reconocer que había cierto sentido en todo ello.

Su dedo indicie empezó a dibujar el perímetro de sus labios, signo de que estaba de verdad concentrada en aquella idea que ya no le parecía tan lejana.

Sus ojos se despegaron de aquellas hojas demasiado tarde, no fue capaz de levantar la vista ¿Pero acaso  lo necesitaba?

Todos sus sentidos le alertaban de su presencia, al sentirla aun más cerca, tomo la piedra liberando las hojas en una ráfaga ligera. Un tornado blanco se formo ante ella, revoloteando por los aires con cierta gracia.

¡Maldición, Helena!   -Se quejo el chico- Al sentir las hojas golpear su rostro.

Ella  suspiro aliviada al reconocer su voz, dejándose caer lentamente en el borde de la fuente. Su rostro de nuevo se relajo, borrando por completo el rastro de de temor que había en el.

¿Cuándo llegaste?

Ayer en la noche –Respondió el – Con cierto fastidio. Estabas dormida –Menciono- En un tono tranquilo.

Helena rio ligeramente al quitar de su brazo una hoja que había quedado adherida por su sudor. Lo observo directo a sus ojos y no pudo evitar agradecer visiblemente que fuese el.

¿Te asuste? Ella solo negó.  

B-B te está buscando

¡Uh! Si el almuerzo

Si eso dijo

La miraba con severidad, recorrió su rostro sabiendo que no encontraría algo diferente, sus ojos viajaron de él a su pierna sin que ella pudiese decir algo más. Estaba cansado de sus escusas parecía que esa tarde no quería escucharlas más.

Helena intento decir algo pero él fue más rápido, Edward coloco el audífono en su oído y se alejo corriendo, dejando a Helena llena de culpa, de una culpa que ya le era insoportable cargar.

La puerta se cerró tras ella casi en completo silencio, la luz que se filtraba entre  los ventanales guiaba  sus pasos por el oscuro pasillo. Se sentía pesada tanto que ni siquiera parecía poder dar el siguiente paso.

El olor a sándalo presente al entrar en la estancia parecía reconfortarla, allí estaba ella sentada en aquel oscuro sofá.

¿Lo tomaremos aquí?    

Si no te molesta, me pareció buena idea

No –Sonrió- en lo absoluto

Algo le molestaba y no era se algo que solía estar siempre presente, ni siquiera hacia el intento de ocultarlo, parecía estar demasiado agotada para si quiera intentarlo.
Su ojos grises se perdieron entre la pálida crema de espárragos que tenia por almuerzo. Una estela de tristeza que había adherido a ellos haciéndola recordar viejos tiempos.

¿Sucede algo?   

Estoy cansada

Lo sé cariño

¿Lo sabes? –Cuestiono-

No quiero causarte molestias, no regrese para eso
El papel que debía interpretar se había adherido a ella como si se tratara de una segunda piel, separase de él aunque fuese por un solo segundo, le era inconcebible.

Había sido su vía de escape, la única manera que había encontrado para mantenerlos alejados de aquel demonio que la consumía por dentro. No quería involucrarlos. ¿Acaso no había causado ya suficiente daño?

Helena suspiro agotada, se levanto de donde estaba y con paso lento se adentro hasta su habitación.

Regreso con un libro de cubierta negra entre sus manos, para de nuevo tomar asiento en su lugar, lo deslizo delicadamente sobre la mesa hasta hacérselo llegar.

Supongo que… Mama tuvo que haberte hablado de esto

Helena la observo con una mirada permisiva, parecía que B-B la necesitaba para reaccionar. La mujer lo tomo entre sus manos abriendo la cubierta con cierto cuidado.

No supo cuanto tiempo estuvo sumergida entre las páginas de aquel libro, el tiempo parecía haberse detenido con la primera frase.

¿Nunca lo has leído? –Pregunto- Levantando la mirada en busca de Helena

Ella ya ni siquiera se encontraba allí, los platos vacios sobre la bandeja al menos le dejaron saber que había comido.

La mujer entró a la habitación en busca de ella, necesitaba encontrarla, al menos ahora tenía una idea clara y no solo aquella leve sospecha que había despertado su madre tiempo atrás.

Dormía o al menos eso parecía con ella nunca se podía estar realmente segura, se acerco en silencio hasta su cama para encontrarse el frasco de somníferos sobre la mesa.

Solo tome un par –Susurro- al escucharla llegar   

Sus parpados se cayeron de nuevo delicadamente dejándose arrastrar por el placer que esa tarde no quería dejar pasar. Las horas de buen sueño solían ser tan escasas que de verdad no podía dejarlas pasar.

Helena se hizo a un lado dejando el espacio suficiente para que se acostara junto a ella, los  brazos de B-B  la rodearon cuidadosamente mientras sus labios susurraron palabras en francés que la hicieron sonreír.  
♣♣♣♣♣

Esa noche ni siquiera se sobresalto, sus ojos se abrieron de pronto inspeccionando a su alrededor y no es que no estuviese allí, lo estaba tan presente como siempre.

El hecho de que ella aun continuase allí, durmiendo, la ayudaba a reprimir por completo sus sentimientos.

Helena se escapo sigilosamente de su abrazo saliéndose de la cama en busca de él, no debía de perder tiempo, lo sabía bien.

La pluma de tinta negra plasmo en pocos minutos uno más, los muchos detalles pronto abarcaron las paginas.

Escribía sin siquiera poner mucha intención sobre ello. Las palabras salían tan de adentro, sinceras, puras… verdaderas.

El grueso abrigo cubrió su delicado cuerpo mientras sus pasos rápidos la alejaban de allí, el silencio de la noche la recibió al salir.

El peso de su cuerpo se vino abajo delicadamente mientras sus manos pálidas se sujetaban de las cuerdas del columpio.

Las retuvo por unos cuantos minutos más para luego dejarlas escapar, después de todo este tiempo ya no le resultaba tan difícil. Salían de su memoria tan naturalmente como los suspiros salían de su boca.

Casi podía verlas viajar junto con el viento mientras dibujaban curiosas figuras en el aire para luego regresar al lugar donde habían provenido.         

Sabía que en algún momento, en algún sitio todas ellas aguardaban juntas a la espera del momento indicado que se pudieran de nuevo revelar.
Ahora no significaban nada o al menos su memoria no las podía recordar, a pesar de que casi podía vivirlas en carne propia, la sensación de que todo aquello no le pertenecía ahora era  más fuerte.

Sus pies se mantuvieron firmes en el suelo a pesar de la ráfaga fría que golpeaba todo su cuerpo, sus parpados cayeron, mientras sus manos, aprisionaban las cuerdas aun más fuerte.

La sangre parecía helarse entre sus venas,  como si el miedo que la corroía por dentro hubiese tomado su forma.

Su olor, el mismo olor nauseabundo que había recordado la otra noche deambulaba en el ambiente.

Casi podía verla, pequeña indefensa, mas con el poder de incrementar su temor a niveles que le eran insoportables.

La brisa de nuevo la azoto llevándose todo consigo para traerle una nueva situación. La observaba con la misma severidad que Edward lo había hecho tan solo horas antes.

El humo salió de su boca en dirección contraria a la de Helena, el chico mantenía la distancia, mantenía aquel gesto severo en su rostro.

Tenía la sensación de que los papeles habían cambiado, ella no era la misma de siempre, ni siquiera se atrevió a mirarlo, si bien es cierto era tímida algunas veces envidiaba la confianza mezclada con  impertinencia que solía haber  en su mirada.

Pronto lo único que vio fue su espalda envuelta en aquel abrigo negro, mientras avanzaba de prisa al interior de la casa. 

El chico se meció un par de veces, fuera lo que fuese no era asunto suyo y esa noche no tenia… no podía. No había transcurrido ni medio segundo y ya se sentía culpable.

Tenía que admitirlo la mayoría del tiempo lo desesperaba, pero también se llenaba de una extraña satisfacción el saber que tenía cierta influencia sobre ella.

Era extraño lo sabía y aunque al inicio no parecía estar muy cómoda con ello, al final, muy al final terminaba aceptándolo. 

El sonido de la cafetera llevaba ya algún rato silbando, abrazada a sus piernas y con su rostro oculto en su regazo,  Helena ignoraba el silbato. Sus manos temblaban como gelatina incapaces si quiera de preparar una taza de té.

Estaba frustrada pero quizás lo que más le enfurecía era su incapacidad de poder demostrárselo,  ella no era ninguna extraña y sabía bien que todos era la más indicada.

Su suspiro lleno la habitación así como su olor… apestaba a cigarro, más no tenía energías para protestar contra ello.

Su rostro emergió de su regazo lentamente, su mirada cansada lo observo sin decirle nada, la severidad en su rostro había desaparecido, Tom solo estaba ahí emanando calma.

¿Se había dado por vencida? O solamente, simplemente lo deseaba, ni siquiera lo pensó cuando lo observo extender su mano hacia ella, se sujeto de de él como si su vida dependiera de ello.

Estoy bien… quiero decir… no tengo frio –Se disculpo- al verlo. Su manos estaban heladas. 

Una leve sonrisa enmarco su rostro mientras se dejaba caer  en el sofá de la cocina, se hizo un puño mientras se envolvía en el abrigo, había perdido la noción de lo que realmente se sentía, como si aquella sensación hubiese quedado atrapada en el fondo de ese lago.

Sus ojos grises viajaron de la taza que yacía en el centro de la mesa hasta el chico, sus labios se entreabrieron, mas antes que de dijera algo, él se adelanto. Su entrecejo se arrugo un poco como si tratara de recordar exactamente cuales fueron sus palabras.  

No es te ¿El agua hirvió no? Se supone que eso arruina el blend.

El cinismo en cada una de sus palabras la trajo de vuelta. Por un largo minuto Tom parecía haberse arrepentido, ella lo observaba con un gesto que bien podía llamarse neutro.

Mas sus ojos, sus extraños ojos se habían encendido, pudo sentir un golpe de odio abofetearle la cara, para recordarle quien de verdad era.

Bueno… Gracias por la observación

Su voz, era como si fuese la primera vez que la escuchaba, no eran los pequeños susurros de siempre, no lo eran.

El sonido salió de sus labios como nunca antes lo había escuchado, claro, seguro y un tanto aterciopelado.  

Bajo toda aquella frase se disfrazaba un “Maldito imbécil”* que bien sabia él, jamás se atrevería a decir. Tom rio y por primera vez se relajo, quizás Helena era incapaz de notarlo o quizás el simplemente no quería mostrarlo.    

¿Qué es?  

En realidad no se –Respondió riendo-

Sus manos temblorosas envolvieron la taza, la calidez que emanaba de ella le resulto agradable, su olor dulce y algo picante también lo era.

Había aprendido a prepararla para Bill, cuando la gripe lo atacaba y lo fastidiaba con sus berrinches de niño. Solía reconfortarlo y de algún modo calmarlo.

Helena bebió de nuevo, mas  esta vez lo retuvo por un poco más de tiempo, solía ser un tanto monótona con los sabores. Y quizás lo más extremo entre sus gustos (por llamarlo de alguna manera) era el té de jazmín.    

El picante en su boca, parecía despertar algo en ella que pretendía dormido, en su rostro calmo apareció un gesto que jamás le había visto, le resulto casi igual de embriagador que su extraña mirada.

Pero como todo lo que considerable interesante en ella pronto desapareció, era como si no se tuviese la suficiente confianza como para retenerlo por un poco más de tiempo.   

Tiene, jengibre, miel y algo de canela –Explico el- Creo que es una

¿Infusión? –Interrumpió Helena-

Sí, creo que eso dijo ella

Sabía que no iba a estar interesado en su pequeña charla sobre lo  que era realmente una infusión así que simplemente callo. Más si debía de reconocer que la había sorprendido, su muy curiosa y si muy cínica observación.
♣♣♣♣♣

La fusión entre la luz y la oscuridad era perfecta y hermosa, aquella tarde en ese lago. En lo profundo la oscuridad reinaba. El frio del agua adormecía de a poco cada centímetro de su ser.

Lo envolvía lo ataba, se aprisionaba de él mientras era arrastrado… seducido cada vez más a su interior. 

En la superficie, la luz, brillante, limpia y pura. Luchaba por retenerla donde realmente ella pertenecía.

Observaba con ojos que no eran los suyos y a pesar de su edad, a pesar de todo  pudo reconocerla dentro de ese pequeño y curioso ser.

Sus trenzas despeinadas flotaban en el agua, el gesto es su rostro no podía ser más verdadero, aquella falsa y aparente calma parecía tan lejana. No tenía miedo, podía sentirlo, a pesar de que sabía bien cual iba a ser su destino. 

Su voz retumbaba desde lo profundo, la llamaba, la reclamaba, ahora ella era suya. Sus manos pálidas acariciaron su pequeño rostro, la dulzura en su sonrisa alejo el dolor que empezaba agobiar su pecho.   

El chico se obligo a despertar, no quería saber más y a pesar de saber que solo era un simple sueño en su corazón se había sembrado la angustia.  

¿Mal sueño?

Algo así –Respondió- Aun somnoliento 

Bill lo observo por un minuto más para luego desviar su mirada hacia la ventanilla. El vuelo estaba a tan solo media hora de arribar, sus ojos castaños se perdieron entre las nubes y sus pensamientos ellos aun trataban de descifrar que era lo que su hermano aun no le revelaba

Sus ojos estaban puestos en sus labios a la espera que la mujer al fin se dignara a decirle algo, parecía que disfrutaba hacerlo esperar mientras ella se ocupaba de anotar en la pequeña libreta todo lo que debía comprar.

Está en el jardín

¿Cuál?

Silencio de nuevo, Ginger le devolvió al chico la mirada exasperante, suspiro audiblemente mientras rodaba los ojos. No solía dar explicaciones extensas cuando salía a deambular por allí. 

La mujer se acerco a la ventana y observo a través de ella.

¿Allí, lo ve? –Mención- Al señalarlo

¿Si?

Bueno, solo siga directo por allí

El final del camino había llegado así como su valor, por un momento pensó que lo mejor era dar la vuelta y olvidarse de todo.

Mas sus pasos no tomaron el camino de vuelta, siguieron unos metros hasta llevarlo a ella.  

¿Puedo… Hablarte?

Sus parpados se levantaron delicadamente dejando al descubierto sus ojos, Helena sintió un vacio en su estomago sabia que esta vez no lo iba a dejar pasar.

Al instante que Tom se sentó a su lado, Helena se puso de pie camino unos cuantos pasos mientras aprisionaba cada vez más el libro en su estomago.

Prefiero caminar

Está bien –Respondió- Mientras acentia


I see who you are
Behind the skin and muscles


I see who you are
Let me see who you are



* ¡No se ofendan! Es solo que me pareció que tenía sentido incluir la frase. De cierto modo creo,  que es lo que él necesita para al fin romper un poco con la tención.
Sus comentarios más que bienvenidos

domingo, 1 de julio de 2012


I see 
who you are
behind the skin 
and the muscles

I see 
who you are now
and when you get older later
i will
see the same girl
seem so lioness firehart passionate 

and afterwards
later this century
when you and I have become corpses

lets celebrate now
all this flesh on our bones
let me push you up against me tightly
and enjoy every bit of you 
(missing)

lets celebrate now 
all this flesh on our bones
and enjoy bit of you

let me in 

I see who you are
let me see who you are