domingo, 13 de febrero de 2011

Capitulo 16




Su llanto fue cesando lentamente hasta quedar en calma por completo, observaba a las dos personas de las fotografías mas no intentaba buscar una explicación estaba cansada de buscarlas esa fría tarde de invierno no quería hacerlo más.

Quizás había tirado la toalla o simplemente por primera vez había aceptado sin cuestionar absolutamente nada de lo que le sucedía.

Refugiada en el regazo de la mujer encontró algo de consuelo, esos minutos en donde había bajado la guardia, en donde la había dejado entrar le resultaron confortables. Se incorporo lentamente limpio los restos de lágrimas que la ventisca fría no había podido quitar.

Mucho mejor… Esa habría sido su respuesta si la pregunta que la perseguí los últimos años se hubiese escapado de los labios de la mujer más no lo hizo la pregunta no apareció.

Porque no trata de dormir un poco –Sugirió-

No tengo sueño

Lo sé pero al menos haga el intento, necesita descansar

Asintió con su cabeza se dirigió a su habitación, el sueño no aparecería por arte de magia lo sabía, dormir se había convertido en un placer  casi inexistente mas con la ayuda de una infusión que sabia a rayos y un somnífero ligero pronto pudo hacerlo.

Dormida se veía aun mucho más frágil de lo que realmente era, su pálido rostro no podía verse más tranquilo ocultaba con suma gracia cualquier rastro de lo sucedido, suponía que era un manía de familia, aparentar, ocultar y rehuir de todo aquello que les hacía daño.     

Ginger observo curiosa las fotografías del camafeo y se respondió a si misma su pregunta, era imposible que los conociera, los separaba quizás un par de siglos de distancia lo cerró con cuidado dejando ocultos al pequeño niño y a un hombre.

Lo guardo en lo más profundo de su mesa de noche, quizás ahí era donde debían haberse quedado en lo más profundo de ese lago al menos hasta que Helena estuviera lista para enfrentarlo.

Despertó al sentir que el hielo de sus pies empezaba a ceder, de un salto se incorporo de su cama para comprobar que solo era una pesadilla un pequeño rayo de luz se escabullida por medio de las espejas cortinas haciendo un pequeño círculo sobre las sabanas.      

Hay luna –Se pregunto- Se deshizo de ellas de inmediato para salir a la terraza la noche no podía ser más expendida, la luz de la luna llena iluminaba cada rincón.

Tenía que reconocerlo era una criatura meramente nocturna su insomnio la había hecho así tras un rápido baño y hurgar en su guardarropa por algo digno de esa la noche, se vio caminando en lo que solían ser los jardines sin rumbo fijo.

Cargaba con tantas cosas dentro suyo que la atormentaban pero tras su llanto descubrió que muchas de ellas habían desaparecido dejándola más ligera, más tranquila menos atada a un realidad que no quería aceptar.

Ser extraña nunca había sido un problema, pero perder la cordura eso no lo podía soportar, no podía volver a pasar por todo aquello de nuevo, sabía que no podía hacerlo Sola,  ellos jamás se podrían recuperar, el solo hecho de pensarlo corroía hasta lo mas profundo de su ser. ¿Acaso no había sido suficiente ya?

Agito un poco su cabeza  e imagino como sus pensamientos se derrumbaban disipándose por la superficie como si fuesen piezas de domino. Rio un poco extendió la sabana que llevaba consigo y tomo asiento sobre ella.

Edgar Allan Poe vaya que había sido un descubrimiento, se dio cuenta de que el chico,  ese que había sido un extraño la mayor parte de su vida la conocía mejor de lo que creía. Edward no había podido acertar mejor ese pesado libro negro la había llevado a  un mundo fascinante, un mundo oscuro, algo perturbador, lleno de una belleza que no todos podían comprender un mundo como el suyo.

Había leído “Solo” unas cuantas veces algo en sus palabras se le hacía familiar mas no lograba recordarlo y como una especie de trueque como ella misma lo llamo, al encontrarlo uno de sus recuerdos volvió.

Su madre solía recitarlo para ella en esas noches en donde su llanto no podía ser calmado, a sus escasos seis años quizás pensaban que el poema no tenía mucho sentido, mas su madre descubrió que era lo único que la lograba tranquilizarla.

Al cabo de un tiempo la sensación de sentirse observada se hizo presente,  miro a su alrededor mas no había absolutamente nada que le resultase extraño por esa razón continuo leyendo sin prestar mucha atención.

Unas cuantas páginas después en medio de los arboles, una pequeña sombra merodeaba, sus curiosos ojos no podían dejar de verla, Helena le resultaba extrañamente hermosa.

Fue más que una sorpresa alzar su vista del libro para encontrarla de pie junto a ella, vestida apenas con un diminuto y ligero camisón blanco, llevaba los pies descalzos su cabello cubría parte de su rostro.

Hola -Saludo la niña- Una confusa Helena la observo, vio a su alrededor preguntándose de dónde demonios había salido.

Quien eres? –Pregunto temerosa-  Pero solo obtuvo como respuesta una encantadora risa.

♦♦♦♦

Aparto un poco la cortina para observar atreves de la ventana, valla que la noche estaba hermosa mas no era suficiente para darle ánimos de un paseo nocturno, estaba exhausto lo único que deseaba en ese momento era su tibia, cómoda y aromática cama, no tenía la mínima idea de que era ese aroma pero le agradaba.

Mas el deber lo llamaba Max lo necesitaba, al menos un pequeño paseo le sería suficiente, se acerco a él lo acaricio un poco y lo libero de su correa, el perro continuo bajando las escaleras  mientras el chico aun estaba en el descanso observando la noche.    

La puerta estaba entreabierta así no le fue difícil abrirla un poco más para entrar por ella ¡Demonios, Max! –Le Grito -  Justo unas cuantos escalones más abajo se encontraba una de las estancias que siempre le había causado curiosidad, apenas si la había visto un poco, mientras ayudaba a Ginger a llevar algunas cosas al lugar.

A pesar que todo estaba cubierto por sabanas aquella estancia había logrado intrigarlo. Al entrar se encontró con una luz era muy tenue apenas le permitía ver un poco ¡Max!- Llamo de nuevo-

Todo estaba diferente, las sabanas habían sido quitadas, dejándolo ver por completo todo lo que ahí se encontraba, inclusive el aroma a polvo y viejo había desaparecido dejando en su lugar uno que ya se le estaba haciendo familiar.

Camino despacio observándolo todo y al mismo tiempo intentando buscar a su perro,  las gotas de agua en el piso y el sofá fuera de lugar cerca de la chimenea no encajaban para nada. Si había algo que caracterizaba esa casa es que fuera a donde fuera siempre todo estaba ordenado estratégicamente así que esos pequeños detalles se le hacían extraños.  

Una de las paredes estaba cubierta de espejos de lado a lado, un viejo pero hermoso piano de cola mas algunos otros instrumentos que dejo de lado,  el piano fue el que más le llamo su atención, pasó su mano de extremo a extremo dando una ligera caricia  a la madera, de antigüedades no sabía mucho pero bastaba darle un vistazo para darse cuenta de que era antiguo y mucho.    

Unas cuantas partituras de Mozart yacían sobre él, tampoco era partidario de la música clásica pero las recordaba de la escuela, era quizás un muy improvisado pero acogedor estudio, aunque al observar mejor la habitación tenia mas aspecto de sala de estar que otra cosa, de todos modos era acogedor a diferencia que todo lo que había podido ver de esa casa.   

Siguió su camino en busca de su perro siguiendo las huellas que lo acercaban cada vez más a la chimenea, la observo interminables veces antes de que su mente lo dejara reaccionar, Max descansaba su cabeza en su regazo así que supuso debía ser ella, que otra cosa más podría ser.

Aunque su mente le dijese una y otra vez que aquello que observaba era una réplica perfecta de ella, su piel pálida cual porcelana, sus rasgos finos e inmóviles toda ella descansaba cual muñeca sin vida al pie de ese viejo sofá.

Abrazada a sí misma como si eso fuese suficiente para quitar esa horrible sensación que recorría su piel por completo.

El chico quito las cerillas de sus manos y culmino lo que el frio no la había dejado hacer, guardo silencio por unos minutos esperando una señal o una simple reacción.

Deberías… Helena simplemente le dio la razón suspiro un poco, asiento con su cabeza, con movimientos pausados se deshizo de su abrigo húmedo, pesaba como su misma vida así que como pudo lo hizo a un lado.  

El temor que ahogaba en su interior la mayor parte del tiempo era quizás demasiado evidente en sus ojos esa noche, no era para menos aquello que por mucho tiempo se habían dispuesto a ocultarle había aparecido de nuevo haciéndola enfrentarse a uno de sus peores temores.

El frio insoportable y esa sensación en su piel pasaron a segundo plano el temor se apodero de Helena dejándola indefensa como una niña pequeña temerosa e inconsolable. 

¿Qué se supone que debía decir? Nunca había sido bueno para esas cosas eso se lo dejaba a Bill, aunque ella aun no le agradaba del todo algo lo hizo quedarse.

Pensó un par de veces preguntarle si se encontraba bien, mas la respuesta era más que obvia, pero más que eso había visto unas cuantas veces la molestia que causaba en ella aquella pregunta.     

Le resultaba extraño no era la típica chica que buscaba atención a como diese lugar al contrario la mayor parte del tiempo se mantenía al margen así que no entendía toda aquella atención que recaída sobre ella cada vez que  parecía no encontrarse de humor.

El chico espero paciente mientras Helena se deshacía  de parte de la ropa húmeda que llevaba encima al terminar  le tendió una sabana, la joven le sonrió ligeramente para agradecerle fue la primera vez que su sonrisa no parecía forzada.

No tenía otra opción que acercarse al fuego y abrigarse era extraño que se quejase por frio, cuando lo hacía era su manera de expresar que algo andaba mal con ella. 

Después de su experiencia esa tarde en el lago una parte de ella aprendió a tolerarlo más la sensación en sus manos se había ido por completo y  la vos de Ginger resonaba en su cabeza una y otra vez lo menos que quería era enfermar.   

Quizás no era la compañía que necesitaba en ese momento pero el simple hecho de que se quedase aunque fuera en completo y muy incomodo silencio le era suficiente después de todo bastaba con no mirarlo demasiado para hacerla sentir segura como su hermano lo hacía.    

Edward podría llegar a resultar  sumamente insoportable pero lo necesitaba mucho más de lo que podía expresar mucho más de lo que ella quería, toda su vida… bueno en sus casi 17 años de vida siempre había tenido la necesitad de alguien,  podría aferrarse a una persona con todas sus fuerzas necesitarla como necesitaba respirar su madre había sido una de esas pocas personas.

Esta vez simplemente no estaba preparada para desestabilizarle como lo hizo cuando la perdió. Para alguien como Helena en donde relacionarse con otras personas podría llegar a resultar un rotundo fracaso necesitar a alguien podría ser su mayor  y más sincera muestra de afecto.

Era de mi abuelo – Respondió Helena- A aquella pregunta que intento hacer el chico más de una vez

Era músico?

Helena rio por un par unos segundos mientras la mirada de Tom se fijaba de nuevo en ella, sus contestes cambios de humor podrían desconcertar a cualquiera. Pasar de una emoción a otra se le estaba haciendo algo común era como si sus emociones fuesen manejadas cual marioneta.

Le gustaba pensar que lo era –Menciono-  mientras su mirada se perdía en su propio reflejo como si tratase de recordar algo.  Aunque  no tocaba  mal el piano

Crearse estereotipos con ella era tan fácil, desde prepotente hasta poco sociable la lista de adjetivos podría llegar a ser lo bastante larga como para crearse una falsa imagen de lo que realmente era, anqué podía llegar a ser bastante compleja ¿Pero qué mujer no lo es?

A medida de que el tiempo transcurría y las pequeñas notas del piano rompían el silencio la tranquilidad llego a Helena, sus temores se alejaron para no volverla a atormentar al menos hasta que estuviese en esa habitación.

Como primera impresión la tosquedad natural del chico podría llegar a resultar un tanto intimidante aunque para Helena simplemente fue desagradable mas  la serenidad que hasta ese momento no había podido observar en el   le llevo el mismo efecto que un calmante podía hacer por ella.    

Puedo pedirte algo –Dijo- Justo antes de ingresar por esa puerta. El entrecejo del chico se arrugo un poco al escucharla.  

Puede quedarse con migo –Pidió- Al darle un poco de cariño a Max   

No pudo evitar reír mientras asentía con su cabeza, Helena le sonrió de nuevo desapareció por la puerta junto con Max, tuvo que darle la razón a Gustav al catalogarla de “curiosa” su mirada estaba cargada de una sinceridad que solo era típica en los ebrios y los niños de corta edad. 

El dilema era que algunas veces podía resultar “curioso” como él pensaba o brutalmente realista.
 
 ♦♦♦♦

Odiaba esa sensación no comprendía en qué momento todo había cambiado en qué momento sus argumentos ya no servían de nada, había emprendido un camino que no tenía regreso.

Busco en la habitación insistentemente, el temor mezclado con la soledad era una combinación desastrosa que la estaba derrumbando, sus manos temblorosas cubrieron todo aquello que pudiese reproducir su imagen.  

Después de deshacerse de toda esa ropa húmeda y buscar algo cálido tomo asiento en el escritorio de su abuelo para escribir la carta más sincera que había hecho en tres años.

Las palabras fluyeron de su alma pasaron por sus delicadas manos hasta llegar al papel, se plasmaron en el por una desesperada pero simple petición.

Resumir todo lo que le había ocultado durante el tiempo que estuvo lejos resulto más fácil de lo que pensaba, no fue tan difícil derrumbar ese enorme muro que había construido para ocultar algo que no podía ocultarse o simplemente estaba desesperada.

Una hora más tarde con varias páginas escritas tomo asiento en un sofá con Max a sus pies, le sonrió ligeramente mientras lo observaba con cierto gesto pensativo.

El tiempo en esa habitación marcho tan lento, cada minuto le parecía una tortura las paredes parecían asfixiarla  el aire cada vez era más pesado.

Nunca en su vida había sentido tanto miedo como esa noche que pronto terminaría, era como si ese sentimiento el que había reprimido por tanto tiempo se burlara de ella de la manera más cruel.

Su extraños ojos grises no podían concentrarse en una sola cosa, la buscaba sin cansancio  en esa habitación a pesar de que no podía verla  su presencia era cada vez mas fuerte.

“Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores

jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar”

Déjame sola… Por favor – Susurro-

jueves, 3 de febrero de 2011

Capitulo 15



A pesar de las advertencias y los regaños de Ginger nada la retuvo dentro de esa casa salió bajo la persistente nevada en dirección a los jardines,  aquella calma que la había caracterizado después de su regreso de New York parecía haberse disipado por completo.   


Basto con verla para darse cuenta de que nuevo tenía una de sus crisis no era para menos tarde o temprano todo lo que se empeñaba en reprimir de algún u otro modo saldría, quizás esa iba a ser una de las peores, acarreaba demasiadas cosas como para sopórtalas sola.  

No le quedaba otra opción que armarse de paciencia, con su padre y su hermano encerrados prácticamente todo el día en el estudio, Ginger sería la única dispuesta a lidiar con Helena.

El distintivo croar de los cuervos irrumpió con aquel silencio sepulcral en ese bosque, se abrazo a si misma y giro su mirada hacia atrás para observar la casa a lo lejos,  algunas veces pensaba que la solución a todo estaba en ese lago una acción de su parte y todo al fin seria más claro, si de algo estaba completamente segura era que ese accidente había desencadenado todo. 

Mas no podía contra ello a escasos metros de distancia el temor la paralizo por completo un suspiro que reflejaba desesperación se escapo de su garganta lucho por minutos pero era imposible cada una de las sensaciones que la atormentaban fluyeron de ella sin reparo.

No sabía qué pasaría si ingresaba, en un último intento de valentía camino unos cuantos pasos, el agua helada cubrió la punta de su bota y un poco mas… 


El verano al fin había llegado aquella hermosa mañana las personas se paseaban por el parque, una suave brisa jugaba con las hojas que habían caído al suelo, el clima cálido y agradable de inmediato la tranquilizo a pesar de que nunca habían  sido de su agrado.  

Pudo ir alimentarlos –Pidió a la mujer-  Que la acompañaba

Claro cariño –Respondió-  

De inmediato la soltó de su mano, una enorme sonrisa lleno el joven rostro de aquella mujer  al observarla alejarse rumbo al lago

¡Amor! …. Eleonor  solo ten cuidado

Al llegar  tomo entre sus manos un pequeño pato blanco, todo lo que sentía minutos atrás había sido remplazado por una sensación que no podía entender, esa no era ella, no lo era.

Pero lo que la rodeaba, aquellas personas que jamás había conocido, ella, esa mujer despertaba en Helena una enorme sensación de calidez, de pertenencia era como volver a una casa que jamás había conocido pero a pesar de eso algo dentro suyo la hacía sentir muy cómoda con ello. 


Su fría nariz al olfatearla la hizo despertar si es que así se le podía llamar, la noche ya había llegado, se encontraba sentada sobre un tronco de madera le sonrió un poco mientras lo acariciaba.   

Que haces aquí? -Pregunto- No recordaba haberle enseñado el camino al lago jamás la había acompañado hasta el, al escuchar su voz a lo lejos al llamarlo, ya no le extraño era casi inseparables. 

Quédate  –Pidió al verlo querer seguirla- 

Max de inmediato obedeció mientras Helena se perdía en medio de las sombras de los arboles, era tarde debía regresar a casa preocuparla nunca era su intención pero a pesar de sus esfuerzos por ocultar cualquier cosa Ginger siempre lo sabía.

Lo limpio un poco al tenerlo entre sus manos todo aquel barro mezclado con la nieve no lo dejaba distinguir que era, estaba algo frio como si se tratase de algún metal Georg observo a Max con gesto confuso y  al llegar junto a Tom se lo entrego. 

Que es –Pregunto el chico curioso-

No lo sé, se lo quite a Max 

Tom observo a su alrededor debía haberlo perdido sin darse cuenta todo su aspecto le decía que le pertenecía a Helena. 

♦♦♦♦

Su cena llevaba algún tiempo en su espera una pequeña porción de Cullen Skink tibia, una tetera de encantadora y aromática agua de azhar mas una carta era lo que había en la bandeja. 

La dirección del remitente provenía de un lugar casi impronunciable, eso solo le decía que de nuevo había cambiado su domicilio, intento decirlo un par de veces pero los acentos fuertes no se le daban. 

 Desvió sus pasos al encontrar la nota pegada en la puerta de su habitación, evito echar un vistazo mientras ahogaba dentro del plato de su cena esa curiosidad que la carcomía por completo, con la bandeja en sus manos y a pasos lentos subió un piso más hasta el tercero. 

Hacía casi un año que no ponía un pie en ese lugar, observo todo llena de cautela mientras dejaba la bandeja sobre la pequeña mesa, encendió unas cuantas luces tomo asiento en su sofá. Comió con sumo desgano y leyó la carta sin poner atención alguna a las palabras, quería dormir mil años mas el sueño esa noche volvía a abandonarla. 

Aquella habitación intacta ante el paso inminente del tiempo lo único que hacía era despertar una enorme sensación de soledad a pesar de que la mayoría del tiempo era su mejor compañía esa noche se sentía sola. 

Recorrió curiosa con sus manos cada pequeño rincón, Ginger había hecho todos sus esfuerzos para hacerla sentir cómoda fuera de aquel oscuro y victoriano mundo que había creado en su habitación.  

Sus sabanas de aromática seda vestían la cama, una pila de sus libros preferidos yacía sobre la mesa de noche, flores frescas y algunas de sus antigüedades decoraban el lugar, velas, dulces, las cortinas oscuras que impedían el paso de la luz inclusive la temperatura era como a Helena le gustaba, sonrió y le agradeció el detalle. 

Acostaba en la enorme cama observaba el techo, las sabanas que debían abrigarla aun estaban dobladas en su lugar, jugaba con su cabello mientras la música de fondo apaciguaba el ambiente.      

Los pianos, las cuerdas de los violines o chelos solían llevarle mucha paz alguna que otra vez la ayudaba a dormir pero la mayoría del tiempo experimentaba una sensación de suma calma.

Era lo más próximo a la sensación que sentía cuando lograba dormir profundamente o cuando su memoria la llevaba a esos pequeños “viajes” al pasado que a pesar de la gran confusión que  le generaban  le resultaban placenteros.

♦♦♦♦

Esa tarde a su regreso solo se limito a observarla atreves de la ventana mientras se marchaba, un quiero estar sola había salido de su boca acompañada de una mirada que ni siquiera podía describir.

Hubiese querido decirle que todo iba a estar bien, darle un pequeño abrazo para hacerla sentir segura, hacerla reír con alguna de sus ocurrencias para que se olvidara de lo que fuese que la perturbaba en ese momento, mas aquello que se había apoderado de ella no se lo permitió, su mirada, aquella ajena  mirada la paralizo. 

Ginger solamente balbuceo alguna cosa  mientras una sensación de enorme impotencia se apoderaba de ella, tenía la certeza que bastaba algo más que persistencia para traerla de vuelta.

La música retumbaba en sus oídos tan alto, tan alto como si quisiera deshacerse de lo que la atormentaba, esta vez era más fuerte quizás demasiado para las pocas energías que quedaban en ella.

Se había adueñado de Helena, de sus pensamientos, de sus recuerdos, de esos pocos que trataba insistentemente por salvaguardar en vano, aquella fuerza que le arrebataba sin ningún esfuerzo su propio ser, parecía ser más grande que ella,  y  esa sensación de sentirse atrapada en su propio cuerpo la estaba desquiciando por completo.
 
El último gramo de cordura que aun tenia se le escapaba  de sus manos, concentrarse en  sus propios pensamientos era realmente imposible, cada uno de ellos era borrado de inmediato para dar paso al a los de alguien más. 

Lo único que la hizo levantarse de donde estaba fue la mano de su hermano que la tomo con fuerza para llevarla al interior de la casa, se había ido, literalmente se había ido, su mirada estaba perdida en algún punto fijo de su rostro mas él sabía bien que ni siquiera lo observaba, ella ya no estaba ahí.

No la era la primera vez que la observaba en ese estado y sabía bien que tampoco  sería la última, lo menos que necesitaba era perder la calma eso nunca ayudaba, respiro profundo mientras sujetaba su mano con firmeza como esa vez no lo hizo. 

Bien sabia que aquel simple gesto lograba hacerla sentir segura, si algo de ella aun continuaba ahí se lo agradecería.  Era inútil hablarle jamás le respondería más aun así lo hizo, a pesar de el daño que aun lograba causarle trajo recuerdos a su memoria para narrárselos a Helena en un último intento de hacerla reaccionar.   

El frio que podía percibir de sus pálidas manos no hacia otra cosa que atemorizarlo, aunque la mayor parte del tiempo su temperatura podía a llegar a ser lo bastante baja, se sentía como si la vida hubiese abandonado su frágil cuerpo. 

Puedes prepararle algo de te –Dijo en un tono tranquilo-  Aparentar calma aunque fuese en los momentos que esta lo abandonaba siempre había sido su fuerte. 

Ginger no pudo hacer otra cosa que devolverle la sonrisa, con sus manos temblorosas y hasta torpes lo preparo.

Quizás había pasado solo unas cuantas horas, ¿Días?  Tal vez, no sentía que fuese demasiado, mas no podía confiar en sus instintos estos parecían haberse descontrolado, abrió los ojos de repente y se incorporo del sofá en donde estaba, al verse que aun vestida su uniforme, supo que tan solo fueron  horas… 

Mas todo pasó a segundo plano al observarlo junto a  su taza de té que para ese momento ya estaba helado. ¿Acaso podía ser más hermoso? , tomo aquel viejo camafeo entre sus manos, mientras una ligera sonrisa se dibujaba en sus labios.   

No sabía el porqué de ella, era algo meramente involuntario, solía percibir tantas cosas con el más mímico contacto, algunas ni siquiera las podía entender,  el causante de su sonrisa era una de ellas.  

Las luces que se escabullían bajo la puerta y el sonido de las voces en la cocina, terminaron de despertarla, ¿Había dormido?  Se preguntaba,  las miles de imágenes congestionadas en su cabeza no le permitían ni siquiera recordar que había pasado.

No le apetecía salir, ni mucho menos ver a nadie, quizás después de todo debía darle la razón a su hermano, es ese momento y muchos otros de su vida se encontraba poco o nada sociable, no quería hablar ni mucho menos dar explicaciones a pesar de que aun no lograba recordarlo tenía la certeza que al verlos debía darlas.    

Hizo a un lado la sabana que hacía solo pocos minutos la abrigaba, tomo asiento en el sofá para saciar su curiosidad ante aquel objeto que tenía entre sus manos, no lo había dejado caer por accidente en el lago ni siquiera le pertenecía pero al menos el chico había acertado en algo.

Basto solo una simple mirada para convertirse en su consentido, no había nada igual ni siquiera que se le comparase a todo aquellos objetos que engrosaban su extraña colección era simplemente… Especial aunque no entendía bien  por qué.  


♦♦♦♦

Esa mañana la actividad en la casa  marchaba a un paso lento, quizás extremadamente lento, todos los presentes en esa habitación habían sido sometidos a una especie de letargo contagioso.

Solía pensar que ese lugar tenia vida propia  de algún modo aquello que percibía siempre influía en su ánimo, al mirar a su alrededor comprendió que tal vez no era la única.   

Aquel lentísimo vaivén le resultaba agradable era como si todos a su alrededor hubiesen sido sometidos a su mismo ánimo, su energía estaban por los suelos, no tenia deseos de hablar, las palabras en ese momento le resultaba sumamente inútiles no había ni una sola que pudiese expresar que era lo que había pasado y como eso la había hecho sentir. 

“Y todo lo que amé, lo amé Solo”

La frase retumbo en su cabeza proveniente de sus ausentes recuerdos, aquella sensación había llegado para quedarse. No le resultaba difícil recocer que así se sentía  simplemente era extraño, extremadamente atípico que después de ser su entrañable compañía por tanto tiempo  ya no lo fuese. 


Y todo lo que ame lo ame solo…

Para cuando al fin pronuncio palabra la cocina estaba casi desierta, sintió como si al fin despertara, de inmediato llego lo voz de Ginger a lo lejos hablando con alguien que no era ella.  


Decías algo? – Quiso saber el Gustav - Al verla hablar

Uh!... No… nada

Bajo la vista hasta su manos donde lo sujetaba con delicadeza, parpadeo un poco tratando de asimilar la luz de la mañana.  

Ese sábado por la mañana al despertar de aquel impás que la había consumido casi por completo Ginger quiso percatarse de que se encontrara bien, tuvo que conformarse con una mirada rápida mas unas cuantas palabras en gaélico que cayó al ver entrar a Edward en la habitación.

Estas bien? –Pregunto el chico- Solo se limito a esa pregunta

Helena de inmediato asintió con su cabeza se guardo rápidamente el camafeo en su bolsillo y se dispuso a salir de la habitación, la necesidad de aire fresco fue casi de inmediata.

Su silencio… si había algo que realmente le resultara frustrante era cuando se valía de él para aislarse aun que si lo pensaba bien en ocasiones cuando abría la boca también lo era.

Durante el invierno, en especial esa última semana podía pasar sentada en esas escaleras hasta que Ginger se quedara sin voz al llamarla, esa mañana no fue la excepción. La voz de la mujer y sus regaños simplemente quedaban atrás cada vez que estaba en ese lugar.

Puedo verlo- Pregunto Edward- Al tomar asiento   

Hurgo en sus bolsillos en su búsqueda, una vez en sus manos lo observo con cautela tuvo que darla la razón al chico al observarlo todo su aspecto se lo decía debía pertenecerle a Helena.

Donde lo encontraste

No es tuyo? –Pregunto Confuso-

No

Estas segura?

Aquella pregunta le había sonado casi a un insulto si bien es cierto sus “lagunas mentales” cada vez era más frecuentes aun podía recordar si algo le pertenecía o no. No hubo respuesta solo un mirada de enfado que disfrazaba las ansias por saber más de él.

Lo encontró en el lago

Quien?

Dijo que quizás lo habías dejado caer

Quien?

Que hacías en el lago? –rio- Al verla desesperarse

Desde niña siempre había sido así de las muchas características que habían en ella la curiosidad era quizás la que más la representaba, bastaba saber despertarla para acaparar toda su atención aunque fuese hasta que obtuviese lo que quería. 

Tom… él lo encontró –Dijo finalmente-

El –Cuestiono- En el lago?

Sí, que hacías ahí

Solo salí a caminar

Pensé que… aun –Titubeo por un momento- Olvídalo tengo que regresar al estudio –Se disculpo- Al levantarse. 

No te quedes mucho tiempo –Dijo- Mientras despeinaba un poco su cabello.

Helena no presto más atención su mirada se fijo en algún punto del horizonte, justo antes de entrar al interior de la casa, la escucho hablar para ella misma.

Aunque no podía ser como su padre no tuvo opción que tomar la misma actitud que tenia con ella, acosarla con preguntas que quizás no tendrían respuesta solamente la alteraría más.

Quizás esa fue la primera vez que  todo parecía tener un poco  de sentido, Es como un trueque -Volvió a repetir para sí misma – Tenía que ser así tal vez no era la explicación más lógica pero lo sentía así.

Un asunto resuelto a cambio de sus recuerdos… Lo tomo de su mano al sentarse junto a ella estaba tan inmersa en sus pensamientos que ni siquiera se percato,  tal y como le había explicada el chico lo abrió dejando ver su interior.

Helena no dijo nada, su rostro lo decía todo lo había embargado la sorpresa, la nostalgia, sintió como sus ojos se humedecían sin razón alguna, un sentimiento de tristeza la embargo.

Sonrió ligeramente mientras observaba las fotografías, de nuevo estaba ahí mas esta vez no opuso resistencia simplemente se dejo llevar.

Los conoces? Pregunto Ginger- La observo intentar decirle algo pero el nudo en su garganta se lo impidió, las lágrimas corrieron por su rostro con serenidad mientras la mujer la observaba perpleja.

Aquel momento no podía ser más confuso, no recordaba la última que la que había visto llorando así. Quiénes son? –Pregunto de nuevo angustiada-

Me puedes abrazar- pidió Helena entre sollozos confundida- Una angustiada Ginger a punto de romper en llanto le sonrió, la tomo entre sus brazos con delicadeza, como si se tratara de una frágil muñeca de porcelana a punto de romperse en mil pedazos.


Entonces -en mi niñez- en el amanecer 
de una muy tempestuosa vida, se sacó 
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo 
el misterio que todavía me ata”

¡Mea culpa! El capitulo estaba casi terminado pero en un ataque de indecisión desidi reescribirlo, creo que no me equivoque me gusto mas esta version.

Gracias por su ESPERA (de verdad)  que ha de haber sido eterna.