sábado, 25 de septiembre de 2010

Capitulo 11




Una carta con pocas palabras más un atrapa sueño, seis semanas para eso se pregunto mientras lo observaba. ¿Dónde estaba? Iba a huir toda su vida. Acaso se podía escapar de ellos. Era tan fácil como tomar el equipaje recorrer el mundo entero para olvidarlos. ¿Se podía hacer eso?

Coloco sobre la puerta de su terraza aquel objeto al menos era hermoso más sabia muy bien que un poco de madera y cuerda no le traería una solución mucho menos la respuesta que necesitaba desde hace tanto tiempo.

El sonido de las jaulas que se movían al vaivén de la brisa le agradaba, estaba a la espera de que su pequeño experimento funcionara, bajo las escaleras rumbo a la cocina.

Carne –Quiso saber Ginger confusa-

Si cruda, puedes cortarla en trozos pequeños y colocarlas aquí – Indico Helena-  Mientras le entregaba un frasco de cristal.

Carne cruda

La mujer observo a Edward que tomaba el desayuno y leía el periódico junto a la ventana, el chico tampoco entendía muy bien el porqué de su petición.

Puedo saber… Guardo silencio al verla salir de la habitación con el frasco entre sus manos

La coloco dentro de la jaula tomándola con apenas la punta de sus dedos dejándola caer en su interior, la Carne Roja era una de las cosas que más le desagradaba de la comida, de ahí la sorpresa de ellos.

Tomo asiento en la terraza sus ojos grises se perdieron entre los árboles cargados de nieve que divisaba a lo lejos, tomo el libro entre sus manos sonrió al leer las primeras estrofas.

No estaba de mas intentarlo quizás si recitaba las palabras lograría atraerlo como lo hacía con su mirada, susurro suavemente  al viento esperando que este llevara su mensaje y cumpliera su objetivo de traerlo. 

“Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa

Con el grave y severo decoro  del aspecto de que se revestía “

♦♦♦♦

El silencio perturbador que caracterizaba a esa casa estaba de nuevo de vuelta a pesar de tener tres años de vivir en ella aun lograba erizarle la piel suspiro un poco mientras sostenía la taza entre su sus manos.

Lo único que lograba romper aquel silencio cuando estaban ellas dos solas eran los pasos de Helena al vagar sin rumbo fijo.

Tenía poco más de dos horas de no saber de ella  se pregunto dónde podría estar perdida entre la nieve en el jardín, leyendo algún libro, en algún rincón de la casa o sentada frente al piano no sabía por qué pasaba tanto tiempo en él a pesar de los esfuerzos de su abuelo jamás había logrado ni siquiera sacar unas cuantas notas de él.

Afuera la nieve empezaba a caer incesantemente dando los primeros indicios de una gran tormenta observo a través de la ventana no tenía otra cosa que hacer que esperar tomo asiento mientras el  reloj marchaba lentamente. 

Un extraño sonido logro despertarla, era como un zumbido como el que hace la electricidad, abrió sus ojos para darse cuenta que luces de la habitación bajaban  tenuemente. El simple hecho de que Edward no se encontrara en la casa le aseguraba que no era una broma más de él, por alguna razón el chico disfrutaba  el hecho de atemorizarla. 

Ser supersticiosa era quizás su mayor debilidad anqué aquella casa no era precisamente la mansión embrujada de algún cuento de terror, había algo en ella que no le gustaba Helena solía decirle para tranquilizarla que no era más que  energía atrapada.    

Encendió unas cuantas velas para alumbrar su paso, la luz artificial se había apagado por completo, al llegar al lobby un escalofrió le recorrió todo su cuerpo Frio se dijo a si misma restándole importancia. 

Calmo sus nervios caminando de un lado al otro encendiendo cuando vela encontrara a su paso, abrió temerosa la puerta de esa estancia se aseguro de cerrar  las ventanas al salir dio un último vistazo, un poco de luz se filtraba dejándola contemplar la habitación completamente vacía. ¿Energía?  Pregunto en voz alta.

Unos cuantos golpes en la puerta terminaron con su calma, con gesto tenso e intranquilo camino hasta ella.

Sé que traigo mala cara pero no es para tanto -Bromeo Tom entre risas al acercarse a saludarla-

Una leve sonrisa relajo el rostro de la mujer al verlo.  No los esperaba hasta dentro de un par de dias–Menciono con la voz entre quebrada-  

Cambio de planes, estas bien?

Si, no se preocupe cosas mías y los demás

Ya vienen

El chico río al verla tratar de ocultar sin éxito su temor, atravesó la puerta mientras observaba todo. ¡Genial! Renegó al notar que no había electricidad, dejaron su equipaje al pie de la escalera mientras se quedaban junto a ella en una de las salas de estar.

No hay nadie en la casa–Pregunto Georg-

Edward y su padre regresan hoy a Londres

No creo que lo hagan, cancelaron todos los vuelos por la tormenta

El vuelo en el que veníamos fue el último en aterrizar –Reafirmo Gustav-

♦♦♦♦

Se percato de su presencia desde que entro por la puerta, escucho sus pasos al buscarla en la habitación inclusive pudo percibir un poco de preocupación la joven se guardo una sonrisa por eso.

Caminaba lentamente tratando de hacer el mínimo ruido siempre hacia lo mismo entraba ordenaba un poco, cerraba o abría las cortinas, se quejaba de frio y por último la abrigaba, abrió sus ojos al sentir el rose suave de la tela sobre su piel.

Pensé que estaba dormida

Lo estaba, Edward me despertó

Edward?

Si hace poco hable con él, no regresan hoy por…

La tormenta –Culmino Ginger-

Si como lo sabes? Me dijo que llamo a casa pero la línea del teléfono está muerta

Donde se había metido usted todo la tarde

Helena simplemente encorvo sus hombros se dejo caer suavemente sobre el sofá, se distrajo viendo la luz de las velas Ginger había salido de la estancia donde se encontraba por un momento, la escucho entrar de nuevo a ella  apresurada, tenía un gesto bueno no entendía muy bien de que,  parecía que su rostro había sido congelado por la ventisca helada.

¡Niña! –Exclamo exaltada-

No necesito que le dijera nada mas, casi de inmediato lo supo, se levanto de ahí busco algo entre las gavetas del escritorio tomo unas cuantas fotografías las coloco en la manos de la mujer. 

Eres demasiado supersticiosa sabes… Son para mi book

Dijo esto último alzando un poco la voz mientras salía de esa habitación no dejaba de sorprenderla ¿Porque le gustaba ese tipo de cosas? Hecho un vistazo rápido aun no estaba plasmada la idea que quería pero anqué no lo entendiese o le resultase alarmante  lograba mostrar belleza donde los demás lo la veían.

No te preocupes prometo cambiarla todos los días. Regreso minutos después cubierta de pies a cabeza apenas si podía distinguir su rostro bajo el gorro de su abrigo.

A donde va

A uno de los sótanos,  creo que se donde esta, es solo que aun no he logrado abrir esa puerta está cerrada por dentro. Vienes con migo?

Porque no le dice alguno de los chicos que la acompañe serán de más ayuda que yo

Están aquí

Si

Lo pensó un poco tal vez no era mala idea, el tenia lo que a ella le faltaba para poder abrir la puerta… Algo más de fuerza física,  El chico no puso objeción alguna tomo algo para abrigarse salió junto a Helena. 

En esos dos meses había recorrido la parte oculta de esa casa, la detestaba es especial sus asquerosos habitantes, pero era la opción más fácil para salir y entrar cada vez que lo necesitara sin que nadie se diese cuenta.  

Que este lugar? –Pregunto Georg al entrar-

No lo sé, creo que eran bodegas

Entraron por la parte externa de la casa, bajaron hasta el pequeño sótano donde solían guardar las cosas para el jardín atravesaron una vieja y pesada puerta de madera que los conducía a ese lugar.

Pasillos polvorientos y oscuros restos de barricas que alguna vez guardaron alcohol, alguna que otra rata mas miles de insectos, la piel de Helena se erizo por completo con solo el hecho de recordar aquella velluda araña subiendo por su brazo descubierto.

Jamás, NUNCA volvería a entrar a ese lugar sin asegurarse primero que la mas mínima  parte de su cuerpo estuviese protegida.


Llevaban apenas unos cuantos metros cuando el chico pudo divisar en medio de unos de los pasillos pequeñas luces le resto importancia siguió su camino, no dijo nada por mucho tiempo más ella pudo notar que se encontraba algo tenso inclusive hasta nervioso al observar las pequeñas luces que volaban de un lado al otro.

Alumbro el lugar donde se encontraban con la linterna que llevaba en sus manos dejándolo ver que no eran más que insectos luminosos.

Luciérnagas –Pregunto el –

Algo así

Georg camino hacia el curioso tomando aquel extraño bicho entre sus manos, era muy grande para ser una luciérnaga inclusive su luz era diferente continuo sus pasos por el interior del pasillo para encontrarse con muchas más de ellos.  Helena lo observo perpleja una sola vez se había atrevido a entrar ahí  por una única razón Mapas de luz.

Respiro un poco para darse valor cerrando sus ojos lo siguió, el observaba el techo de aquella bodega cubierto de miles de luces, era como observar el cielo completamente estrellado.

Nos vamos – Susurro-  Quito la vista de donde la tenia para verla hecha un puño en una esquina mientras trataba que quitar sin éxito uno de esos insectos de su cabello, al principio le causo gracia verla así le resultaba cómico pero entre más tiempo pasaba sin poder quitarlo su Desesperación aumentaba, simplemente le agradeció con un hilo de voz cuando el chico al fin lo quito.

El resto del camino el silencio se apodero de ella con las manos entre sus bolsillos caminaba viendo el suelo levantando de vez en cuando su mirada solo para ver donde se encontraba. 

Basto un par de golpes con el costado de su cuerpo para abrir esa puerta la cadena que la mantenía cerrada cedió fácilmente dejándolos entrar.  

¡Ah! Esto es lo que buscabas – Dijo el al verla- Funciona?

Eso espero, enciéndela

El chico se dispuso hacerlo unos cuantos ruidos raros salieron de aquélla planta de electricidad que solía abastecer la casa hacia ya un tiempo. 

Helena tomo unas cuantas barricas que muy posiblemente no soportarían su peso pero se atrevió hacerlo era casi imposible para alcanzar esa altura, pensó en las palabras de su abuelo cuando le entrego su diario No solo palabras sin sentido hay, créeme hago útil encontraras”

Su memorias, sus viajes, algunos mapas detallados de esos lugares, miles de historias algunas ciertas otras no tanto, aquello que había descubierto en el camino, hasta el más mínimo detalle de cada rincón de esa casa todo absolutamente todo sobre su vida estaba ahí. 

Encendió todos los botones escucho un ruido muy sonoro que hizo que el chico se alejara de la maquina rápidamente.



Y se hizo la luz – Bromeo Bill – Alzando sus brazos y con una sonrisa en sus labios al notar como la habitación se iluminaba por completo, logro provocar un par de risas a los presentes excepto a su hermano que lo observaba con un gesto de cansancio.

¡Payaso! Le dijo al esquivarlo mientras tomaba su equipaje rumbo a su habitación.

♦♦♦♦

Habían adelantado su viaje un par de días en vano, la tormenta aunque bien ya había disminuido seguía impidiendo el regreso a casa de Edward y su padre sin ellos el trabajo se paralizaba, al menos tenían algo de tiempo libre para aclarar sus ideas, dormir un poco o no hacer nada.

Tom los escuchaba hablar más tenía su cabeza en otro lado, simplemente se limitaba a medio sonreír y asentir con su cabeza algunas veces no podía estar tan encerrado esas cuatro paredes de la habitación parecía atormentarlo, tomo la caja de cigarros mas el encendedor de la mesa salió sin decir ni una sola palabra.   

Cruzo el lobby con pasos cansados rumbo a las afueras de la casa, abrió la puerta pero se detuvo a escuchar algo, aquel melódico sonido provenía de unas de las estancias cercanas.

La fragile Morte – Menciono con un acento algo extraño- Al tomar asiento junto a ella frente al piano.

Podía tomarlo quizás como un gesto prepotente de su parte pero no podía evitarlo tampoco le importaba mucho lo que pensara, lo corrigió repitiendo aquello que él había dicho con su encantador acento francés.

Que es – Pregunto Helena algo curiosa-

El nombre de la canción –Le sonrió-

Se quedo fría y inexpresiva de la incredulidad como demonios lo sabía, lo observo colocar los cigarros sobre el piano para darse cuenta que era los mimos que fumaba su hermano, a pesar de ser dos seres completamente distintos compartían algo que aun no lograba descifrar.

De todas las personas que había conocido en su vida él era quizás como su mayor reto a enfrentar, esa posibilidad era inimaginable simplemente se negaba a pensar que existiese alguien más complejo e inaccesible como su hermano.

Es de un desconocido autor francés

Si lo que quería era capturar su atención lo había logrado, lo escucho atentamente, continuo tocando en el piano no necesitaba ni siquiera ver las teclas era como si supiese exactamente que debía hacer, su mirada no se separo del rostro del chico ni solo momento mientras sus dedos delgados eran movidos por una fuerza más grande que ella.

Al fin lo había recordado, cuando era tan solo un niño había visto con su abuela una película francesa, es una de las escenas de tan solo escasos segundos aparecía como música de fondo aquella melodía, su autor como bien lo decía era desconocido no se sabía mucho de ella, había sido compuesta a principios del año 1800.

Se había guardado en su memoria por todos estos años ese fragmento ,ni siquiera sabía que estaba ahí simplemente de la noche a la mañana lo recordarla, no tenia explicación alguna al menos no para él, pero para Helena era una pieza más en su lugar del enorme rompecabezas que se había vuelto su vida desde ese día en el lago.  


Nota: Lo de la canción es 100% ficción su nombre si es el verdadero pero es de proyecto oniric, es el track #1 del playlist   

sábado, 18 de septiembre de 2010

Capitulo 10



Era la oportunidad perfecta para conocer la ciudad como se debía, era algo arriesgado pero Edward y su padre estaban más que seguros que pasarían inadvertidos en el Desfile, según ellos era solo cuestión de no llamar la atención actuar con naturalidad y ocultar sus rostros como las miles de personas que asistirían tras un antifaz o mascara.



De los cuatro quizás el que más llamaría la atención por su aspecto seria Bill,  pero dejando de lado todo aquello típico en el chico pasaría como un joven extranjero más que visitaba la ciudad.


Si algo llegaba a pasar estaban lo bastante jóvenes para correr, mencionaron los dos entre risas solo para molestarlos. Ninguno de los dos se atrevería a hacer tal cosa sabiendo que pudiese salir mal, los fastidiaron por algún rato pero lo único que querían lograr era quitar  esa tensión que había en ellos.

Basto que caminaran por las calles aledañas al hotel para darse cuenta de que tenían razón, aquel temor rápidamente se disipo al darse cuenta de que ellos definitivamente no llamarían la atención, sus mascaras de súper héroes  se quedaban lo bastante cortas ante la creatividad de las personas que deambulaban por la calle con los disfraces mas locos y fantasiosos que se pudiera imaginar.

Solía ser lo bastante dramática con su vestimenta la mayor parte del tiempo no le veía la gracia hacerlo en ese momento, Helena simplemente opto por algo de color dejando al descubierto su rostro hasta encontrar algo que verdaderamente llamara su atención.
Edimburgo era tan hermosa ese aire gris y melancólico guardaba la esencia de siglos pasados intacta, el contraste entre en el encantador old y el vibrante new town, sus callejuelas adoquinadas llenas de misterio, sus pequeños y escondidos cafés aquel perfume que viajaba en el aire.

La humedad de la bruma del mar, sus fantasmas su historia todo absolutamente todo la seducía, la embriagaba la embargaba a cada paso, se había Enamorado sin reparo de esa a  ciudad desde la primera vez que su madre la llevo.

♦♦♦♦

Habían pasado prácticamente la mayor parte del día mas las primeras horas de las tarde caminando entre la gente observando los desfiles, deteniéndose en alguno que otro lugar  que llamara la atención de ellos todo había transcurrido con la mayor normalidad posible. 
No era la típica ciudad donde solían ir la mayoría del tiempo pero les agradaba aquella espontaneidad que tenía entre sus manos esa que desde hacía mucho tiempo habían perdido en el camino.

Tomaron el almuerzo en el centro de la ciudad en uno de los muchos restaurantes al aire libre cerca del parque y de la pista de hielo Edward junto a los cuatro chicos decidieron ir a probar suerte en ella.

Estas aburrida? –Pregunto su padre- Colocando su mano sobre la de ella.  Desde la última vez que hablo con ellos había transcurrido ya varios minutos. Helena tenía la vista fija en el otro lado de la calle.

No! Es solo que…. –Guardo silencio y le sonrió- Olvídalo, quiero comer algo dulce eso es todo

Ok –Rio-

El y David la observaron tomar su bolso levantarse de ahí, cruzo la calle camino despacio entre la gente se detuvo justo frente a la entrada del lugar sonrió ampliamente no había cambiado absolutamente nada  en todos estos años pensó, su madre solía comprar dulces en ese lugar no solía ser tan quisquillosa como Helena con la comida pero cuando se trataba de dulces era exigente.  

Simple y sencillamente los adoraba su madre solía llamarlos “trocitos de cielo” quizás era por la forma o el color que tenían, deambulo curiosa en su búsqueda hasta encontrarlos. 
Gustav había tomado asiento bajo un árbol en el parque observaba a las personas a su alrededor entretenido, estaba algo cansado pero quería aprovechar al máximo su corta visita en la ciudad, al poco tiempo de estar ahí la observo caminar hacia donde se encontraba  llevaba entre sus manos una pequeña bolsa.

Se sentó junto a él  sonriendo, retiro de su cabeza el gorro que la cubría dejando al descubierto su cabello rubio. Tienes que probarlos - Menciono Helena- Abriendo delicadamente la caja que los contenía. Es lo más delicioso que he probado en mi vida.

Aquello era más que una buena referencia viniendo de ella, así que el chico le devolvió la sonrisa, tomo entre sus dedos el pequeño dulce esponjoso lo llevo a su boca dejándolo entrar en el espacio que dejaba la máscara al descubierto.

Su textura era interesante delicada, cremosa, muy suave, Gustav entre cerró sus ojos dejando salir un sonido de satisfacción que la hizo reír.

 Son algo costosos –Suspiro Helena- al sentir el sabor en su boca Pero uh!...

El chico solo rio al verla su rostro reflejaba perfectamente todo aquello que sentía al probarlos, la devolvió de golpe a su niñez a esos días en los que la vida no tenía nada de complicado, le devolvió a su madre, su sonrisa, el olor de su cabello aquel hermoso brillo que había siempre en sus ojos, le devolvió recuerdos sus recuerdos aquellos que había sido obligada a encajonar en algún rincón de su memoria.

La sonrisa de Gustav poco a poco se fue apagando la observo sereno con un poco de nostalgia influenciado  por lo que Helena le trasmitía en ese momento.

Valen la pena no? –Quiso saber- Tratando de traerla de vuelta

Mucho

Donde los compraste

Cruzando la calle – Dijo mirando hacia atrás-

Ah… -Se quedo pensativo- Quieres más? 

No era necesario si quiera preguntarlo la respuesta era más que obvia ambos cruzaron la calle rumbo al lugar.

♦♦♦♦

Estaban a la espera de que ellos dos dieran muestras de su presencia, se habían ido hacia ya un buen rato, no se preocuparon demasiado ya que estaba con Helena conocía algo la ciudad además su sentido de ubicación era realmente envidiable podían irse al hotel sabiendo perfectamente que podían regresar sin ninguna dificultad.

Solo querían que los ayudara un poco a ubicarse, su padre sabía que el lugar donde podían comprarlo estaba en el Old Town  más solo eso.

Recuerdas donde solía comprar tu madre el whisky de tu abuelo- Quiso saber al verla llegar-

Creo que si- Respondió Ella- En un café al otro lado de la ciudad.

Está muy lejos de aquí – Pregunto David-

No mucho, si tomas un taxi puedes tardar quince minutos

Helena tomo de sus manos el mapa que tenia lo observo un poco, David la escucho darle las instrucciones de cómo llegar más parecía no ser de mucha ayuda.

OK - Rio confuso- Te importaría…- Dijo casi en tono de suplica-

Helena le sonrió no le molestaba en lo absoluto, después de dejarle muy claro a su padre que por ninguna razón dejara en las manos de Edward sus bolsas de dulces se fue con él y los otros dos chicos. 

Old Town como su nombre bien lo decía era la parte más antigua de la ciudad solía pasar mucho tiempo junto con su madre recorriendo las pequeñas callejuelas mas escondidas de la ciudad, no recordaba al pie de la letra la dirección pero supuso que no le iba a ser tan difícil encontrarlo.

Los quince minutos en taxi fueron lo bastante interesantes aquel hombre que manejaba el auto les dio una cátedra de la historia del whisky escoses, Helena lo escuchaba atenta de vez en cuando se atrevía a entrar a la conversación.

Los había conducido a las mismísimas extrañas de Edimburgo, todo allí era tan extraño apenas si se habían alejado un poco de la concurrida Royal Mile donde la gente aun deambulaba con su rostro cubierto.

Era como si el tiempo simplemente no existiera no porque el antiguo reloj que daba la bienvenida a la entrada del callejón se había detenido hacia ya mucho tiempo si no porque realmente esa era la sensación que se percibía al adentrarse en el, misma que había dado pie a las muchas leyendas urbanas que mantenían al turista común alejado.

Callejones solitarios y estrechos, edificios altos y antiguos una ligera niebla cubría la superficie mas esa sensación permanente en la piel, se sentía como si deambularan en el set de alguna película de asesinos y misterio de esas a la que los británicos son tan partidarios.
Bill caminaba junto a Helena mientas su hermano y David lo hacían detrás de ellos, el chico observaba expectante  todo, aquella atípica normalidad lo desconcertaba quizás porque ya se había acostumbrado a todo el caos que siempre había a su alrededor todo esto se le hacía muy extraño.

Minutos después lo único que se escuchaba a lo lejos era fragmentos de la animada conversación que tenían ellos dos (David y su hermano),  su respiración mas los pasos que ya se le estaban haciendo familiares de Helena al caminar, abrasada a sí misma con la mirada baja caminada en silencio, se detenía de vez en cuando observaba un poco continuaba su camino.

Como conoces este lugar- Pregunto Bill- Que no soportaba más un solo minuto en silencio-

Solía pasar mucho tiempo con mi mama aquí

Que hay en este lugar  además de callejones –Dijo algo fastidiado-

Descuida no esta tan lejos

La observo sonreírle mientras detenía su paso luego de llamar a David y a su hermano caminaron entre uno de los muchos callejones que habían atravesado en tan solo unos cuantos minutos.  
♦♦♦♦

Ese escondido café aun mantenía sus puertas abiertas para los que se rehusaban abandonar los antiguos edificios de apartamentos que habían a su alrededor o para aquellos que se aventuraba a visitarlo.

Ubicado frente a una plazoleta donde había unas cuantas tiendas enfrascado en esa burbuja de alguna época pasada.

El tiempo de verdad no existía ahí, se dijo a si mismo mientras servían su taza de café, había tomado asiento junto a Helena en las afueras.

David compraba algunas botellas de whisky, Tom bueno el fingía extraordinariamente  poner toda su  atención mientras le daba un vistazo a la chica que los instruía un poco más sobre la conocida bebida.

Que venían hacer aquí? –Pregunto Bill- Dando ligeras vueltas con la cuchara a su café.

Helena estaba quizás demasiado ensimismada tratando de descifrar que era ese sonido, que le tomo un par de segundos comprender que hablaba con ella.

Era ilustradora… De libros. –Fue lo último que dijo antes de guardar silencio- De donde provenía, acaso era ella la única que lo escuchaba era tan leve y melódico, quizás era solo el viento se dijo tratando de calmar su creciente curiosidad.  

Libros?

Si, ilustraba libros–De nuevo guardo silencio –

Tratar de seguir el hilo de la conversación parecía ser casi imposible su completa atención había sido atrapada, respondía su preguntas pero la necesidad de saber que era podía mas, estuvo ahí unos cuantos minutos, mas solo eso.

A donde va - Menciono David al verla alejarse-

Bill parecía no hacer absolutamente nada por detenerla ambos eso les llego a preocupaba.




♦♦♦♦ 
A medida que se alejaba aquel sonido se hacía más notable, eran cascabeles, pequeñas campanas metálicas o quizás el ligero cucú de un reloj aun no podía descifrarlo, camino solamente guiándose por ese sonido hasta llegar al punto de no recordaba haber visitado ni siquiera una sola vez ese lugar.

No se diferenciaba mucho de los demás, callejones estrechos pequeñas plazoletas, hermosos edificios altos, pero no lo recordaba a medida que pasaban los años se le hacía difícil hacerlo, temía que llegara el momento que todo aquello que no le pertenecía acapara su memoria borrando de ella sus propios recuerdos.

Con la cabeza aturdida sintiéndose totalmente perdida al fin logro ubicarlo una antigua y particular tienda de ahí provenía aquel sonido entro en ella,  curiosa camino despacio por uno de los pasillos en él se encontraba miles de relojes uno más extraño que el otro.

Por qué hacían tanto ruido? Al verlos noto que todos marcaban horas diferentes pero por algún motivo en especial esa tarde todos anunciaban el cambio de hora al mismo tiempo segundos después poco a poco se silenciaron. Ya estaba ahí así que pensó que era buena idea dar un vistazo a la tienda quizás encontraría algo que llamase su atención.

Sentado escuchando algo de música ojeando una revista pasaba su tiempo, pensaba que había malgastado sus vacaciones es esa tienda, a pesar de que necesitaba algo de dinero extra no había sido una buena idea,  dos semanas había transcurrido y solamente… Spiderman susurro al verlo entrar y una anciana adinerada habían visitado el lugar, observo al chico quitarse la máscara al verse en uno de los espejos.

Hola – Respondió el saludo – Minutos después. En medio de su música había escuchado a alguien hacerlo

Busco jaulas

Valla coincidencia aquella misma anciana buscaba lo mismo, dejo la revista a un lado, apago la música,  levanto su vista para encontrarse con los ojos de Helena.

Pensaba que de algún modo la iba a incomodar pero no podía evitarlo, sin ningún rastro de temor solo lo hizo, no es que nadie nunca lo hubiese hecho solo que la primera vez que la conocían no se atrevían a hacer tal cosa.

Hola – Saludo de nuevo perplejo- Jaulas. Asintió con su cabeza mientras iba en busca de ellas.   

Ella se limito a seguirlo, el lugar era simplemente fascinante cada centímetro estaba lleno de cosas que llamaban su atención, caminaba unos cuantos pasos se  detenía a observarlos, hermosas elaboradas antigüedades, pinturas cargadas de lowbrow, libros con oscuras ilustraciones, muebles estrafalarios miles de maravillosas y extrañas cosas que quedarían perfectas  en su habitación.     

Te gustan las aves?
No del todo

Por que las jaulas. Helena encorvo sus hombros y le sonrió.

No tenía una razón por la cual las buscaba suponía que eran ironías de la vida, desde muy pequeña tenía cierta manía con ellas le gustaba esa satisfacción que se despertaba en ella cada vez que liberaba alguna de las irritantes y emplumadas aves que engordaban la colección de su abuela.

El esperaba paciente sentado en una hermosa silla en la entrada de la tienda, observado todo a su alrededor un tanto esquivo. Jaulas? Se pregunto al verla llegar con el chico cargando muchas de ellas.

No recordaba haber visto aves en su habitación, aunque había tantas cosas extrañas en ella que de algún modo no le sorprendió. Al verlo Helena busco con la mirada a los demás pero al parecer estaba solo.

Lo conoces –Pregunto Tom- Al salir de la tienda junto a Helena, hurgaba en los bolsillos de su pantalón en busca de dulces.

Al chico de las golondrinas

Tom se detuvo por momento haciendo un gesto de no entender de qué hablaba. Tiene un tatuaje de golondrinas en la parte externa de su antebrazo la escucho decir.

Helena sonrió al notar que había capturado en su cabeza como si fuese una de sus fotográficas cada mínimo detalle de él.

Esa canción la que tocas en el piano… Ni siquiera lo dejo terminar la frase

No sé su nombre, si es lo que quieres saber

Su voz dejaba ver un rastro de frustración, ni su nombre, ni si autor no sabia absolutamente nada sobre ella hacía solo unos meses sentada frente al piano las notas fluyeron de sus manos sin ninguna explicación.