—Ely ella es Helena—menciono el chico al ver a su hermana
ingresar en la habitación.—Elizabeth mi hermana—agrego después.
La chica extendió su mano derecha hacia Helena mientras
que con la otra sostenía una copa de vino. Le dio un vistazo largo y curioso
antes de sonreírle, su mirada imprudente pronto la abandono al notar la
presencia del chico en la habitación.
—¿Tom?—Corroboro el.
Este solo asintió mientras se mordía los labios en un
intento de disimular una enorme sonrisa. La mirada fría de Helena se giro hacia
el, dejando ver su rostro pálido... Pálido y sereno.
—Ella es Helena—
—Un placer... Helena—
Casi pudo sentir como su sarcasmo le salpicaba una de sus
mejillas, al extender una de sus manos hacia ella. Le tomo poco menos de un
minuto reponerse a su presencia, para luego seguirle el juego como si se
tratasen de dos completos desconocidos.
El peso ligero de su mano se posó sobre la suya, mientras
su mirada gris jugaba a no revelar nada. La retuvo por un momento con total
naturalidad mientras la atención de los demás se centraba en las paredes de la
habitación.
La ligera capa de cuero de su guante sería suficiente
para mantenerla segura y para mantenerlo alejado de los arrebatos que pudiese
provocar a Eleonor.
La sensación de sentirlo tan cerca era realmente
perturbadora agradeció en su interior, que Bill interrumpiera con una enorme
sonrisa al verla. Su abrazo cálido y perfumado a el la tranquilizo menos de lo
que hubiese deseado.
Ser el centro de atención parecía ser lo suyo Helena no
dudo ni un momento en aislarse de la conversación banal en la que se había
enfrascado la chica.
Término con su cena más por educación que por hambre. El
vértigo que se había apoderado de su estómago apenas si la deja respirar.
—¿Puedo mostrarte algo?— Le escucho pedir el chico de
cabello largo.
Tan pronto pudo levantarse de la mesa lo siguió. Pudo
sentir su mirada castaña clavándoselo en su espalda, mientras desaparecía por
el pasillo hacia la otra habitación.
—Ha estado en la familia desde hace mucho tiempo.
—Es hermosa—
—Lo se—
—¿Puedo?
—Adelante—
Su mano desnuda recorrió el recuadro, mientras las
imágenes la golpeaban de a poco. Recuerdos que ahora parecían tener mucho más
sentido, sensaciones entrecortadas que le se aprisionaban el corazón.
Una Eleonor a pocos meses de su muerte plasmada en el
antiguo lienzo la observaba encumbrada sobre el despacho.
—Va a ser extraño no tenerla más por aquí—menciono el
chico con cierto anhelo.—Creo que te hubiese gustado conocerlo—
—Lo siento—
El solo le sonrió para luego entregarle un pequeño libro
encuadernado que solía pertenecer a su padre.
—Esto también te pertenece, contiene un poco de la
historia de la pintura—
Aún le abrumada la idea que un hombre al que jamás había
visto en su vida hubiese dejado estipulado que al momento de morir debían
entregarle aquella pintura que había pertenecido a su familia por años.
Lo que en un momento parecía ser una simple compra de sus
fotografías parecía tomar un camino más intrincado.
—Me encargare que la lleven a su hotel.
—Gracias—
—¿Puedo pedirle algo más?
—Por supuesto.
Media hora había transcurrido más se sentía que pasado
siglos. Cigarro tras cigarro trataba de apaciguar su impaciencia y algo
más.
Para Elizabeth estaba claro que Tom estaba en uno de sus
días, o quizás aquella chica extraña había logrado inquietarlo.
Prefería pensar que sólo era un mal día y no que aquella
rubia insípida hubiese logrado algo que ella aún no podía.
—Creo que prefiero regresar al hotel
—La Escucho decir mientras caminaba junto con el
chico.
—Bien pediere a alguien que te lleve.
—Descuida yo la llevo—Interrumpió Tom al abordarlos por
la espalda.
Helena Supuso que no serviría de mucho oponerse o
si?
El sonido del motor de su deportivo acelerando a más no
poder la hizo removerse en el asiento.
Al menos le tomaría menos tiempo de lo que pensaba,
cruzar la ciudad de lado a lado pensó, mientras se hacía un ovillo en su
asiento.
—Me gustaría llegar ilesa, si no te molesta—Sentencio
nerviosa en un susurro.
Tom río mientras detenía el auto de golpe frente a la luz
roja del semáforo. La observo suspirar aliviada al sujetarse con todas sus
fuerzas del cinturón de seguridad. El
auto arranco tan pronto la luz dio verde solo que esta vez un poco más lento.