martes, 18 de septiembre de 2012

Capitulo 24



Desaparecen… Lo vez –Dijo- Al mostrarlas. Siempre lo hacen

Aquella frase no tenía mucho sentido la noche anterior, si no es porque lo estaba viendo con sus propios ojos, juraría que tan solo fue una alucinación. Sus muñecas pálidas y desnudas no mostraban ya ningún signo.

¿Siempre lo hacen?  

Su intención no era causarle más dudas de las que el chico ya tenía, todo lo contrario lo menos que podía hacer era tranquilizarlo.

Bueno… Solo ha ocurrido un par de veces, pero siempre desaparecen.

¿Un par?

 Si, hace ya un tiempo

Aquella tarde en la cocina, por supuesto que lo recordaba, la misma sensación de calor se había apoderado de su mano y su reacción, por supuesto recordaba su reacción. Helena prácticamente había huido de la cocina al sentir su calor quemando la piel.

¿Por qué?

Solo sucede –Respondió- Restándole importancia

Su respuesta parecía no agradarle, la calma con la que había mencionado el incidente parecía no  ser suficiente para ahogar todas las dudas que habían surgido. Necesitaba una respuesta, merecía una respuesta.

Lo siento –Suspiro- Helena irritada. Pero me temo que no puedo decirte más nada

La frustración se las había ingeniado bien para escabullirse en su rostro y mostrarse sutilmente.

Helena estaba exhausta y confundida inclusive más que el. Como se atrevía a exigirle una respuesta, si apenas recordaba vagamente fragmentos de lo que había ocurrido la noche anterior.

Sus manos volvieron a ocultarse en los bolsillos de su abrigo, su rostro se endureció lentamente, al esquivar el humo del cigarro que había rozado por accidente su piel.    

La tarde fría y gris se lleno de un silencio ensordecedor, bastaron un par de palabras y unos cuantos gestos para retroceder donde todo había iniciado. El pequeño portillo que había logrado abrir se cerró en su cara de golpe.  

Su silencio, su rostro inexpresivo y aquella extraña vibra que solía alejarlo todo el tiempo de nuevo se volvían hacer presentes.

Tom sonrió visiblemente, ni siquiera necesitaba ver su rostro para percibir que estaba furiosa.
Pero más que furiosa estaba frustrada, la historia de nuevo se repetía ¿Por qué demonios  le sorprendía? Se pregunto mientras se alejaba lentamente.

Quizás no debió depositar cierta esperanza, pero tenía la sensación de que esta vez algo sería diferente. Algo de lo mucho que había perdido en el camino había regresado, lo sentía dentro suyo y era tan fuerte que no podía ignorarlo.    

Había estado sola tanto tiempo, que ya no podía soportarlo, no podía seguir viendo como su vida era manejaba a su antojo como si se tratase de una marioneta.

Necesitaba aferrarse a algo a alguien o lo que fuese que le diera el valor que necesitaba para enfrentarlo.

La noche cayó en un parpadeo, tenía la sensación de que tan solo habían transcurrido unos cuantos minutos, mas la hora en su reloj le indicaba todo lo contrario.

Retomo el sendero a casa apresuradamente y no es que quisiese estar presente durante la cena, en ese momento lo menos que le apetecía era sentarse en aquella mesa abarrotada de gente y pretender que todo estaba malditamente bien.

¡Demonios! –Grito-  Últimamente parecía que todo solía atemorizarla o simplemente solo necesitaba la mínima escusa para permitirse gritar.  

Su figura oculta entre las sombras pronto se deslumbro bajo las luces que habían sido activadas por su movimiento.  

Helena termino de subir el último escalón, mientras él se apresuraba en busca de cariño, su mano temblorosa acariciaron su lomo.

Sam –Menciono- Al verla dudar

Como sea –Respondió- Helena

Tom solo rio. Guardo silencio mientras la observaba para luego tomar asiento en el escalón.

Puedo saber, qué es tan gracioso

Eres muy extraña –Respondió Entre risas

¡Valla novedad! Tuvo la sensación de que Helena estaba algo decepcionada con su respuesta. Viniendo de una criatura extremadamente curiosa como lo era ella, no debía de extrañarle.

Y tu eres muy particular ¿Sabes? Su mirada se sumergió en los ojos castaños del chico, al tomar asiento junto a él.

Era particularmente extraño, sentirse como en casa cada vez que lo hacía, era un tanto difícil de explicar pero básicamente eso era. La mayoría del tiempo solía sentirse fuera de lugar, como si nada ni nadie de lo que la rodeaba la pudiese hacer sentir cómoda consigo misma. 

La mayoría de tiempo solía incomodarle y algunas otras veces prefería no pensar mucho en ello pero quizás por primera vez, esa tarde Tom lo comprendió.

Estaba muy dentro de él y solo las personas más allegadas, que prácticamente se podían contar con los dedos de su mano habían conocido aquella particularidad en el.

Quizás por que era el hermano mayor, por su carácter o simplemente porque lo llevaba en la sangre.

Ahora parecía que todo tenía sentido, Helena lo comprendió, parpadeo un poco mientras alejaba su mirada de el.    
♣♣♣♣♣

Se lo había prometido a sí misma, pero le era tan difícil cumplir su propia palabra a pesar de que temía lo que pudiese ocasionar su salida nocturna, tampoco podía soportar un solo minuto más.

El aire parecía hacerse cada vez más espeso, casi podía ver las paredes de su habitación moverse por sí solas mientras la acechaban cada vez más.  Y su mente, su perturbada mente,  parecía no encontrar algo que la pudiese tranquilizar.

Quizás si tan solo se limitara al interior de la casa, se sugirió a sí misma. Aunque sabía que todo lo que intentase seria en vano. Podía deambular por la casa vacía por horas, pero al final sabía bien que sus pasos estaban destinados a llevarla a aquel lugar.

Su mano se poso sobre la perilla de la puerta, Helena respiro profundo mientras los latidos acelerados de su corazón llenaban su pecho Su frente descanso sobre ella mientras su mano giraba lentamente hasta hacerla abrir.

Escaleras-Cocina-Escaleras-Habitación. ¿Acaso era tan difícil? Si se restringía estrictamente a estos tres lugares todo estaría bien.

¿O no? ¿Y qué demonios hacia allí?

Apoyado sobre el barandal de las escaleras escucho el crujir de la puerta, el brillo de sus ojos curiosos fue lo único que pudo distinguir al darse la vuelta y encontrarse con espesa oscuridad.

La tenue luz del pequeño recibidor de su habitación pronto se encendió dejándolo ver su figura pequeña y delicada.

Supuse que estabas… Aburrida. Me pareció –Rio- que quizás… Te querías dar un baño helado a mitad de la noche y quizás querías algo de compañía. Ya sabes por si algo sale mal.

Su sarcasmo, Helena no sonrió pero acaso necesitaba hacerlo. Tampoco necesitaba ser un experto para saber que “eso” en sus ojos le hacía saber que sus palabras le divertían.

¿Podrías venir? –Le pidió- Sonriendo

Helena solo lo observo. No estoy vestida

Es solo un minuto –Menciono- Mientras le daba un ligero vistazo a lo que Helena llamaba no estar vestida.

Supongo, solo un momento –Le pidió- mientras desaparecía de su vista

El chico ingreso a la habitación tan solo segundos después, una vez avanzado el recibidor, la calidez de las muchas velas lo recibió.

Era la única estancia a su alrededor en la que podía ver al menos algo, todas las demás estaban completamente oscuras. Transcurrido varios minutos supuso que la espera no sería corta.
Se dejo caer en el viejo y extraño sofá mientras dejaba salir un profundo respiro de resignación.

El pequeño libro estaba a tan solo centímetros, ni siquiera lo pensó al observarlo, todo surgió natural e impulsivamente.

Tom se abalanzo sobre él, lo tomo ente sus manos y leyó la primera pagina que abrió.

El párrafo, escrito en el estaba abarrotado de detalles exquisitamente específicos, era como si la imagen de aquel lugar que recordaba bien, se hubiese trasformado en palabras ante sus ojos.

La ráfaga golpeo violentamente haciendo que las puertas que llevaban al exterior se abrieran estrepitosamente. El chico se sobresalto y Helena al fin apareció.

La brisa fría y violenta se condujo por el pasillo hasta llegar a él, la luz de las velas perecieron ante el primer contacto dejando en completa penumbra la habitación.

Fueron minutos quizás segundos no podía estar muy seguro, solo podía sentir su presencia, cerca muy cerca. ¿Acaso no era irónico? Nunca se había percatado de ello. A pesar de que siempre había estado allí ante sus ojos.

Su aroma no era dulce como pensaba solo era delicado, era más pequeña de lo que realmente creía apenas si sobrepasaba un par de centímetros mas allá su pecho. Lo supo al sentirla justo frente suyo.

Y si estaba realmente tranquila como solía estar en aquel momento irradiaba una calma realmente embriagante.

Sus dedos delgados y extremadamente helados rozaron la mano del chico al quitar la pequeña libreta de sus manos. Esta vez no hubo llamas solo aquella sensación helada que parecía llenarlo de escalofríos.

Era la sensación más abrumadora que le había despertado en todo lo que llevaba de conocerla. Era como si aquella espesa penumbra alejara todo lo que solía rodearla para mostrar realmente quien era ella.

Esto no es de tu incumbencia –Murmuro- Sin rastro de enojo en su voz. Al salir de la habitación.

♣♣♣♣♣

El cabello trenzado caía sobre uno de sus hombros desnudos, el grueso sweater gris se había deslizado sigilosamente dejándolo al descubierto.

El sweater junto con los jeans oscuros que llevaba,  era lo más normal, si se podía llamar de esa manera que le había visto vestir en mucho tiempo.

Se veía tan… Distinta como si hubiese dejado de lado todo aquello que lo alejaba de ella.
Edward la observaba con prudencia, como si esperase que de un momento a otro recordara ser la misma de siempre.

El estudio no estaba abarrotado de gente, mas si se encontraba la suficiente para hacerla sentir incomoda. Por supuesto se necesitaba des su… Experiencia para poder notarlo.

Era tan sutil, su reacción, más después de tres años de convivir con ella y tratar inútilmente de entenderla parecía ya no solía ser tan difícil.

Los labios ligeramente rojizos de Helena se entreabrieron delicadamente, estaba algo confundida realmente no podía comprender el porqué de su petición.

Aun así escucho paciente apenas si tenía una vaga idea de quienes eran, lo único que realmente podía recordar muy bien era sus ojos abarrotados de maquillaje.

Habían acaparado por complete su atención, desviándola de cualquier otra imagen, sonido o lo que fuese que se reproducía ante sus ojos en aquel momento.

El video termino, sus ojos se desvanecieron y la imagen se alojo en algún espacio libre de su 
memoria a la espera de ser despertada nuevamente.
Podrían… Um  separarlo?

¿El sonido?

Claro

Las notas tristes del violín llenaron sus oídos al poco tiempo, haciéndola retroceder por segunda vez unos meses atrás. Sabía que debía estar allí. ¿Por qué no podía recordarlo?  Por supuesto (suspiro) al saberlo.

La imagen del chico en aquel video le era abismalmente diferente a la que estaba acostumbrada. Un Tom rubio que apenas si rondaba los 15 años, mal vestido, para su gusto y un tanto… Su pequeña nariz se arrugo un poco al recordarlo.

Tom y Edward rieron casi al mismo tiempo al observarla mientras esperaban algo impacientes su opinión.

Su olor, su sonrisa, sus manos, la forma en que solía observarla, el brillo que solía haber en sus ojos, la forma de sus labios.

Los miles de gestos que tenía cuando realmente quería convérsela de algo, la forma en la que ahora vestía.

Aquel gesto en su rostro cuando parecía perder la paciencia, su presencia, su arrogancia su confianza, su sarcasmo y humor negro, sus brazos…

La lista podía ser interminable, algunas cosas las había presenciado muchas veces y otras tantas apenas si las había descubierto esa noche.         

Las notas tristes del violín llegaron a su fin, Helena trato de asimilar las embestida de sensaciones que había causado en ella, suspiro un poco mientras se desasía de los enormes audífonos que cubrías sus oídos.

Um… Bueno –Murmuro- ¿Estás seguro? –Preguntó- Al buscar su mirada

Por algún motivo Tom confiaba plenamente que Helena era la que podía poner fin a la discusión, que llevaba consumiendo horas importantes de su tiempo. Su mirada le hizo saber que todo estaba bien.

Es hermosa –susurro-

Triunfalista, el chico dirigió su mirada hacia su hermano, la habitación se lleno de voces de las cuales Helena no podía comprender muy bien. Las encapsulo y las alejo de ella mientras trababa de retener al menos por un momento más aquella extraña sensación que la embargaba.

Helena –Llamo- al cerrar la puerta. Espera

Ella se detuvo al percatarse de su voz, no tenía idea de lo que hablaba, solo observaba sus labios moverse mientras sus ojos grises se sumergían en los suyos.

Helena parecía estar en una especie de transe, tenía la mirada perdida a pesar de que sus ojos no se apartaban de él. El papel doblado que llevaba en su bolsillo fue a parar a sus  manos pálidas.

¿Está todo bien?    

Disculpa… Decías –Pregunto- Al reaccionar

No, nada –Sonrió- ¿Tienes hambre?

Um… En realidad no. Pero si quieres puedo acompañarte

Descuida, te vez algo cansada

Lo estoy, en realidad… Me siento extraña

Helena se disculpó con un gesto y una sonrisa, lamentaba no poder quedarse allí con él, lamentaba no tener cabeza si siquiera para escuchar lo que fuese que quería decir.


Pag 38

Goetheallee 9-11, Haus 3 - Hamburgo, Alemania
Se que no es de mi incumbencia, pero pense que querías saberlo

Tom

lunes, 20 de agosto de 2012

Capitulo 23


Sus ojos se clavaron en su rostro a la espera de que hablara, tenía la sensación que no necesitaba palabra alguna para hacerle saber por qué estaba allí. ¿Acaso era tan obvio? O ella simplemente podía leerlo con infinita facilidad.

El los observaba con calma, era lo único que no había cambiado con los años lo único que podía considerar totalmente sincero en ella.

Su rostro embriagado que aquella calma irritante, aquella falsa fragilidad que emanaba todo su cuerpo.

Inclusive su voz, era como si hubiese creado aquel extraño personaje que algunas veces le resultaba tan monótono, para ocultar algo que le había costado tanto tiempo encontrar.

Siempre le había intrigado es que simplemente no podía asimilarlo, no calzaba, no era lógico tanta fuerza encapsulada en aquellos extraños y hermosos ojos.

¿Qué edad tienes?

¿Acaso hablaba en serio? El rostro de Helena se desencajo por completo dejando de lado la calma que el tanto odiaba, su entrecejo se arrugo, sus labios se entreabrieron y su mirada solo denotaba desconcierto.

¡17! -Respondió- Atónita.  Cumplo 17 en dos semanas

 Uh –Murmuro- con desgano

Su mirada paso de ella, para fijarse en el camino. Tuvo que contener la sonrisa y fingir desgano después de todo no le había resultado tan difícil, basto algo de ingenio para desviar la atención hacia donde realmente quería.

Helena simplemente no podía creerlo, aun continuaba observándolo con aquel gesto que resultaba tan divertido en ella. ¿Acaso era tan sínico? O simplemente al fin había encontrado un oponente digno de su juego.    

Bastaron varios metros de camino para lograr que los ánimos volvieran a un estado neutro. Los dedos del chico tiraron del libro que Helena ahora llevaba en su mano.

No creo que te interese -Menciono- Al retenerlo.

Lo observo de pies a cabeza en forma un tanto despectiva mientras lo retenía aun con más fuerza. Tom sonrió mientras lo deslizaba con sutileza de su reten.

Helena no podía estar más en lo cierto, que podía interesarle a él  aquel libro abarrotado de poesía oscura y melancólica, novela gótica y  cuentos de terror.

Las primeras líneas del párrafo le fueron casi inentendibles había un leve gesto que lo delataba, el continuo leyendo por un poco más de tiempo.  

El suficiente para acabar con la paciencia de Helena, que en un arrebato de impaciencia regreso el libro a donde realmente partencia,  sus manos.

El cuervo -Leyó-

Tomo asiento en uno de los asientos de piedra mientras el chico también hacia lo mismo, la risa de sus labios se esfumo al escucharla leer la primera frase.

Una vez, al filo de una lúgubre media noche…

Las palabras le resultaron más claras, casi podía imaginarlo, el hombre, el cuervo, Leonora, ella.

La sutileza de su voz parecía trasportarlo aquel mundo oscuro y sombrío mas esta vez pudo verlo en la manera que Helena solía hacerlo.

♣♣♣♣♣

¿Podemos salir? -Pregunto de repente- Mientras suspendía el pequeño y tedioso paseo que había emprendido en la habitación.  

¡Por favor! -Exclamo- B-B un tanto frustrada

A medida que avanzaba, su lectura se tornaba cada vez más complicada, los sueños de Helena plasmados en aquella libreta negra parecían haber llegado a un punto muerto en que no le mostraban ya más nada.

Estaban abarrotados de detalles, mas estos parecían no ser suficientes para dar un orden a aquella maraña de hechos extraños.

¿Y a donde quieres ir?

Supongo que puedo comer algo

¡Oh! Bueno esos seria… Encantador

Helena rio. Conozco un sitio, es interesante, supongo. Y creo un descanso de la cocina te caería bien.

¿Interesante? Parecía que después de todos estos años aun no podía descifrar, a que se refería en realidad cuando utilizaba aquellos adjetivos tan propios de ella para describir algo.

El sitio era pequeño, bueno al menos no lo suficiente para que se sintiera asfixiada. Basto  darle un vistazo rápido para darse cuenta de ello. Helena repasaba tranquilamente una y otra vez el menú.

Pulcro al extremo, carente de color, tan británico, tan propio, tan extraño, tan Helena.

Mas la comida… Tenía que darle la razón el menú de primavera no podía ser otra cosa que interesante.

¿Postre? La tarda de frambuesa…

¡No!

Tan solo fue un simple monosílabo una de los tantos que le había escuchado, mas aquel no, había venido acompañado de un gesto de terror digno  de alguno de los cuentos de su libro.
Helena trato de ahogar aquel gesto inoportuno en el mar pálido de su rostro, mas ya era demasiado tarde.

Yo… Yo no quiero

¿Acaso crees que no me he dado cuenta? Esa… Esa fobia tuya no es normal. Y no me malinterpretes es solo que me preocupa. ¿Tiene que ver con todo esto?

Casi parecía suplicarle que al menos solo por esta vez le respondiera, su mano se poso sobre la suya, sujetándola firmemente.

No me gusta como me hace sentir

¿La tarda de frambuesa?

Helena simplemente rio, por primera vez parecía encontrarle el lado divertido si es que realmente todo aquello lo tenía. O al fin se permitía tomar todo aquello con ligereza.

¡Tonta! –Se quejo-

Ambas rieron de nuevo llevándose consigo aquella atmosfera pesada que parecía rodearlas todo el tiempo.

Me hace recordar cosas. –Menciono- Atemorizada.

Hasta cierto punto era realmente absurdo, solo eran frambuesas más su olor, su textura y por su puesto su sabor despertaban en ella las sensaciones menos placenteras que había experimentado en todo este tiempo.

Entiendo –Cedió – B-B. ¿Te?

Si, por favor
  
Pools of sorrow waves of joy
Are drifting through my open mind
Possessing and caressing me


♣♣♣♣♣


Sus pasos cortos y ligeros la acercaban cada vez más a su destino, parecía que la espesa niebla que había bajo sus pies se las había ingeniado bien  para llegar hasta su cabeza.

No había nada en ella, tan solo espesos mantos blancos que le impedían darse cuenta de la realidad. Cautiva, retenida inclusive hasta dormida, perdida en algún recóndito lugar. Helena marchaba hacia su destino sin que pudiese reaccionar.

El agua fría beso sus pies descalzos, no había pasado tanto tiempo desde la última vez más aun así no podía negar que la extrañaba. Acaricio sus piernas con suavidad, a la espera de al fin apoderarse de ella.

Su pecho reacciono ante el frio, dejando salir un último suspiro…

Su aliento cálido acaricio su rostro, fue tan leve, tan sutil que apenas si lo pudo distinguir. Sus parpados se abrieron pesadamente en un intento por despertar. Apenas si había dormido un par de horas pero por algún motivo, por alguna razón deseaba hacerlo.

Sentado en el borde de la cama, esperaba a que sus sentidos salieran del letargo, aun podía sentir la leve estela que había dejado el perfume de su aliento sobre su rostro. La ropa tirada en el suelo pronto vistió su cuerpo.    

Hoy no Max, quedada aquí –Pidió-  Al cerrar la puerta tras él.

¿Y que debía hacer? Deambular sin sentido hasta apaciguar aquella sensación que de nuevo se había plantado en su pecho.

No podía regresar a su habitación e intentar dormir de nuevo no podía. Pero tampoco podía ir tras algo, que tan solo parecía existir en sus sueños.

Era mejor regresar, volver a dormir u ocupar su tiempo en algo que alejara aquel miedo absurdo que lo caromomia por dentro.

¡Maldición! –Se quejo- Acaso eran horas para estar debatiendo en medio de la nada que debía hacer.  Acaso era tan difícil decidirse entre dormir o seguir helándose en trasero en medio del jardín.

Lo segundo no parecía ser muy sensato, pero poco o nada le importaba ser sensato en aquel momento, continuo caminando sin ningún sentido de orientación, parcia no necesitarlo, parecía no necesitar perder más tiempo en su decisión.


And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,

A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;

So that her highborn kinsmen came
And bore her away from me,

To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.


Su mano quiso escaparse  al sentir que el simple contacto quemaba su piel. Su agarre se torno más fuerte, haciendo que sus dedos se aferraran con vehemencia en torno a su muñeca.

Tom la observaba perplejo ¿Acaso había perdido la razón­­? No podía reconocerla, simplemente parecía no ser ella.
Helena tiro con fuerza, liberándose por fin del chico, camino unos pocos pasos los suficientes para hacer que el agua llegara hasta su pecho.

¿Estás loca?, Que haces –Dijo- Al detenerla de nuevo. Su mano la sujeto de su brazo, fuerte y firme. Y a pesar de que toda esta situación le atemorizaba, sabía muy bien que por ningún motivo debía mostrarse débil ante ella.

El forcejeo fue más de lo que esperaba, no quería hacerle daño, pero al final fue lo único que realmente pudo detenerla.

Por minutos que parecían hacerse eternos, la Helena frágil, tímida y silenciosa se disipo ante la mirada incrédula del chico. Sabía que en las últimas semanas había dado muestras de que todo eso no era ella, pero tampoco esperaba esa reacción.

Tom alzo la voz, el sonido fuerte y potente la detuvo por un momento, mientras su mano se aferraba con la suficiente fuerza de unas de sus muñecas. Tiro de ella hasta llevarla a la orilla, hasta alejarla lo suficiente de allí.

Sentado en la pequeña butaca la observa, todo aquello le resultaba tan extraño un tanto irreal y descabellado.

Al igual que un niño después de un ataque de adrenalina, las fuerzas de Helena parecían haberse disipado.

No había nada, ni una sola chispa, sus ojos se habían apagado, aquella furia que habita en ellos tan solo minutos antes había desaparecido.

El chico se acerco despacio, se arrodillo ante ella y la observo. La manta que yacía sobre la cama pronto cubrió sus hombros.   

Parecía no estar consciente de lo que verdaderamente ocurría, sus escasos movimientos eran lentos, extremadamente pausados, Helena parecía solo estar allí, cautiva en algún lugar.

Sus muñecas, ardían como el mismo infierno, sus dedos habían quedado marcados en su piel, de la misma manera que un animal es marcado por el fuego.
Desaparecen… Siempre lo hacen -Murmuro-

Tom de inmediato la soltó, haciendo que su mano cayera precipitadamente en su regazo, Helena ni siquiera se inmuto.

El chico había quedado sin habla,  solamente la observaba con su castaña mirada llena de confusión.

No quise hacerte daño, yo…

Siempre lo hacen –Susurro-


And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,

Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee.


jueves, 5 de julio de 2012

Capitulo 22



La tarde estaba calurosa, la brisa seca perfumada a pasto fresco deambulaba sin mesura a su alrededor.

Una pequeña piedra que había encontrado en el camino, mantenía juntas el pilar de hojas que la entretenía.

Helena leía mientras intentaba sumergirse en aquel mundo que le parecía tan ajeno a ella, aunque debía de reconocer que había cierto sentido en todo ello.

Su dedo indicie empezó a dibujar el perímetro de sus labios, signo de que estaba de verdad concentrada en aquella idea que ya no le parecía tan lejana.

Sus ojos se despegaron de aquellas hojas demasiado tarde, no fue capaz de levantar la vista ¿Pero acaso  lo necesitaba?

Todos sus sentidos le alertaban de su presencia, al sentirla aun más cerca, tomo la piedra liberando las hojas en una ráfaga ligera. Un tornado blanco se formo ante ella, revoloteando por los aires con cierta gracia.

¡Maldición, Helena!   -Se quejo el chico- Al sentir las hojas golpear su rostro.

Ella  suspiro aliviada al reconocer su voz, dejándose caer lentamente en el borde de la fuente. Su rostro de nuevo se relajo, borrando por completo el rastro de de temor que había en el.

¿Cuándo llegaste?

Ayer en la noche –Respondió el – Con cierto fastidio. Estabas dormida –Menciono- En un tono tranquilo.

Helena rio ligeramente al quitar de su brazo una hoja que había quedado adherida por su sudor. Lo observo directo a sus ojos y no pudo evitar agradecer visiblemente que fuese el.

¿Te asuste? Ella solo negó.  

B-B te está buscando

¡Uh! Si el almuerzo

Si eso dijo

La miraba con severidad, recorrió su rostro sabiendo que no encontraría algo diferente, sus ojos viajaron de él a su pierna sin que ella pudiese decir algo más. Estaba cansado de sus escusas parecía que esa tarde no quería escucharlas más.

Helena intento decir algo pero él fue más rápido, Edward coloco el audífono en su oído y se alejo corriendo, dejando a Helena llena de culpa, de una culpa que ya le era insoportable cargar.

La puerta se cerró tras ella casi en completo silencio, la luz que se filtraba entre  los ventanales guiaba  sus pasos por el oscuro pasillo. Se sentía pesada tanto que ni siquiera parecía poder dar el siguiente paso.

El olor a sándalo presente al entrar en la estancia parecía reconfortarla, allí estaba ella sentada en aquel oscuro sofá.

¿Lo tomaremos aquí?    

Si no te molesta, me pareció buena idea

No –Sonrió- en lo absoluto

Algo le molestaba y no era se algo que solía estar siempre presente, ni siquiera hacia el intento de ocultarlo, parecía estar demasiado agotada para si quiera intentarlo.
Su ojos grises se perdieron entre la pálida crema de espárragos que tenia por almuerzo. Una estela de tristeza que había adherido a ellos haciéndola recordar viejos tiempos.

¿Sucede algo?   

Estoy cansada

Lo sé cariño

¿Lo sabes? –Cuestiono-

No quiero causarte molestias, no regrese para eso
El papel que debía interpretar se había adherido a ella como si se tratara de una segunda piel, separase de él aunque fuese por un solo segundo, le era inconcebible.

Había sido su vía de escape, la única manera que había encontrado para mantenerlos alejados de aquel demonio que la consumía por dentro. No quería involucrarlos. ¿Acaso no había causado ya suficiente daño?

Helena suspiro agotada, se levanto de donde estaba y con paso lento se adentro hasta su habitación.

Regreso con un libro de cubierta negra entre sus manos, para de nuevo tomar asiento en su lugar, lo deslizo delicadamente sobre la mesa hasta hacérselo llegar.

Supongo que… Mama tuvo que haberte hablado de esto

Helena la observo con una mirada permisiva, parecía que B-B la necesitaba para reaccionar. La mujer lo tomo entre sus manos abriendo la cubierta con cierto cuidado.

No supo cuanto tiempo estuvo sumergida entre las páginas de aquel libro, el tiempo parecía haberse detenido con la primera frase.

¿Nunca lo has leído? –Pregunto- Levantando la mirada en busca de Helena

Ella ya ni siquiera se encontraba allí, los platos vacios sobre la bandeja al menos le dejaron saber que había comido.

La mujer entró a la habitación en busca de ella, necesitaba encontrarla, al menos ahora tenía una idea clara y no solo aquella leve sospecha que había despertado su madre tiempo atrás.

Dormía o al menos eso parecía con ella nunca se podía estar realmente segura, se acerco en silencio hasta su cama para encontrarse el frasco de somníferos sobre la mesa.

Solo tome un par –Susurro- al escucharla llegar   

Sus parpados se cayeron de nuevo delicadamente dejándose arrastrar por el placer que esa tarde no quería dejar pasar. Las horas de buen sueño solían ser tan escasas que de verdad no podía dejarlas pasar.

Helena se hizo a un lado dejando el espacio suficiente para que se acostara junto a ella, los  brazos de B-B  la rodearon cuidadosamente mientras sus labios susurraron palabras en francés que la hicieron sonreír.  
♣♣♣♣♣

Esa noche ni siquiera se sobresalto, sus ojos se abrieron de pronto inspeccionando a su alrededor y no es que no estuviese allí, lo estaba tan presente como siempre.

El hecho de que ella aun continuase allí, durmiendo, la ayudaba a reprimir por completo sus sentimientos.

Helena se escapo sigilosamente de su abrazo saliéndose de la cama en busca de él, no debía de perder tiempo, lo sabía bien.

La pluma de tinta negra plasmo en pocos minutos uno más, los muchos detalles pronto abarcaron las paginas.

Escribía sin siquiera poner mucha intención sobre ello. Las palabras salían tan de adentro, sinceras, puras… verdaderas.

El grueso abrigo cubrió su delicado cuerpo mientras sus pasos rápidos la alejaban de allí, el silencio de la noche la recibió al salir.

El peso de su cuerpo se vino abajo delicadamente mientras sus manos pálidas se sujetaban de las cuerdas del columpio.

Las retuvo por unos cuantos minutos más para luego dejarlas escapar, después de todo este tiempo ya no le resultaba tan difícil. Salían de su memoria tan naturalmente como los suspiros salían de su boca.

Casi podía verlas viajar junto con el viento mientras dibujaban curiosas figuras en el aire para luego regresar al lugar donde habían provenido.         

Sabía que en algún momento, en algún sitio todas ellas aguardaban juntas a la espera del momento indicado que se pudieran de nuevo revelar.
Ahora no significaban nada o al menos su memoria no las podía recordar, a pesar de que casi podía vivirlas en carne propia, la sensación de que todo aquello no le pertenecía ahora era  más fuerte.

Sus pies se mantuvieron firmes en el suelo a pesar de la ráfaga fría que golpeaba todo su cuerpo, sus parpados cayeron, mientras sus manos, aprisionaban las cuerdas aun más fuerte.

La sangre parecía helarse entre sus venas,  como si el miedo que la corroía por dentro hubiese tomado su forma.

Su olor, el mismo olor nauseabundo que había recordado la otra noche deambulaba en el ambiente.

Casi podía verla, pequeña indefensa, mas con el poder de incrementar su temor a niveles que le eran insoportables.

La brisa de nuevo la azoto llevándose todo consigo para traerle una nueva situación. La observaba con la misma severidad que Edward lo había hecho tan solo horas antes.

El humo salió de su boca en dirección contraria a la de Helena, el chico mantenía la distancia, mantenía aquel gesto severo en su rostro.

Tenía la sensación de que los papeles habían cambiado, ella no era la misma de siempre, ni siquiera se atrevió a mirarlo, si bien es cierto era tímida algunas veces envidiaba la confianza mezclada con  impertinencia que solía haber  en su mirada.

Pronto lo único que vio fue su espalda envuelta en aquel abrigo negro, mientras avanzaba de prisa al interior de la casa. 

El chico se meció un par de veces, fuera lo que fuese no era asunto suyo y esa noche no tenia… no podía. No había transcurrido ni medio segundo y ya se sentía culpable.

Tenía que admitirlo la mayoría del tiempo lo desesperaba, pero también se llenaba de una extraña satisfacción el saber que tenía cierta influencia sobre ella.

Era extraño lo sabía y aunque al inicio no parecía estar muy cómoda con ello, al final, muy al final terminaba aceptándolo. 

El sonido de la cafetera llevaba ya algún rato silbando, abrazada a sus piernas y con su rostro oculto en su regazo,  Helena ignoraba el silbato. Sus manos temblaban como gelatina incapaces si quiera de preparar una taza de té.

Estaba frustrada pero quizás lo que más le enfurecía era su incapacidad de poder demostrárselo,  ella no era ninguna extraña y sabía bien que todos era la más indicada.

Su suspiro lleno la habitación así como su olor… apestaba a cigarro, más no tenía energías para protestar contra ello.

Su rostro emergió de su regazo lentamente, su mirada cansada lo observo sin decirle nada, la severidad en su rostro había desaparecido, Tom solo estaba ahí emanando calma.

¿Se había dado por vencida? O solamente, simplemente lo deseaba, ni siquiera lo pensó cuando lo observo extender su mano hacia ella, se sujeto de de él como si su vida dependiera de ello.

Estoy bien… quiero decir… no tengo frio –Se disculpo- al verlo. Su manos estaban heladas. 

Una leve sonrisa enmarco su rostro mientras se dejaba caer  en el sofá de la cocina, se hizo un puño mientras se envolvía en el abrigo, había perdido la noción de lo que realmente se sentía, como si aquella sensación hubiese quedado atrapada en el fondo de ese lago.

Sus ojos grises viajaron de la taza que yacía en el centro de la mesa hasta el chico, sus labios se entreabrieron, mas antes que de dijera algo, él se adelanto. Su entrecejo se arrugo un poco como si tratara de recordar exactamente cuales fueron sus palabras.  

No es te ¿El agua hirvió no? Se supone que eso arruina el blend.

El cinismo en cada una de sus palabras la trajo de vuelta. Por un largo minuto Tom parecía haberse arrepentido, ella lo observaba con un gesto que bien podía llamarse neutro.

Mas sus ojos, sus extraños ojos se habían encendido, pudo sentir un golpe de odio abofetearle la cara, para recordarle quien de verdad era.

Bueno… Gracias por la observación

Su voz, era como si fuese la primera vez que la escuchaba, no eran los pequeños susurros de siempre, no lo eran.

El sonido salió de sus labios como nunca antes lo había escuchado, claro, seguro y un tanto aterciopelado.  

Bajo toda aquella frase se disfrazaba un “Maldito imbécil”* que bien sabia él, jamás se atrevería a decir. Tom rio y por primera vez se relajo, quizás Helena era incapaz de notarlo o quizás el simplemente no quería mostrarlo.    

¿Qué es?  

En realidad no se –Respondió riendo-

Sus manos temblorosas envolvieron la taza, la calidez que emanaba de ella le resulto agradable, su olor dulce y algo picante también lo era.

Había aprendido a prepararla para Bill, cuando la gripe lo atacaba y lo fastidiaba con sus berrinches de niño. Solía reconfortarlo y de algún modo calmarlo.

Helena bebió de nuevo, mas  esta vez lo retuvo por un poco más de tiempo, solía ser un tanto monótona con los sabores. Y quizás lo más extremo entre sus gustos (por llamarlo de alguna manera) era el té de jazmín.    

El picante en su boca, parecía despertar algo en ella que pretendía dormido, en su rostro calmo apareció un gesto que jamás le había visto, le resulto casi igual de embriagador que su extraña mirada.

Pero como todo lo que considerable interesante en ella pronto desapareció, era como si no se tuviese la suficiente confianza como para retenerlo por un poco más de tiempo.   

Tiene, jengibre, miel y algo de canela –Explico el- Creo que es una

¿Infusión? –Interrumpió Helena-

Sí, creo que eso dijo ella

Sabía que no iba a estar interesado en su pequeña charla sobre lo  que era realmente una infusión así que simplemente callo. Más si debía de reconocer que la había sorprendido, su muy curiosa y si muy cínica observación.
♣♣♣♣♣

La fusión entre la luz y la oscuridad era perfecta y hermosa, aquella tarde en ese lago. En lo profundo la oscuridad reinaba. El frio del agua adormecía de a poco cada centímetro de su ser.

Lo envolvía lo ataba, se aprisionaba de él mientras era arrastrado… seducido cada vez más a su interior. 

En la superficie, la luz, brillante, limpia y pura. Luchaba por retenerla donde realmente ella pertenecía.

Observaba con ojos que no eran los suyos y a pesar de su edad, a pesar de todo  pudo reconocerla dentro de ese pequeño y curioso ser.

Sus trenzas despeinadas flotaban en el agua, el gesto es su rostro no podía ser más verdadero, aquella falsa y aparente calma parecía tan lejana. No tenía miedo, podía sentirlo, a pesar de que sabía bien cual iba a ser su destino. 

Su voz retumbaba desde lo profundo, la llamaba, la reclamaba, ahora ella era suya. Sus manos pálidas acariciaron su pequeño rostro, la dulzura en su sonrisa alejo el dolor que empezaba agobiar su pecho.   

El chico se obligo a despertar, no quería saber más y a pesar de saber que solo era un simple sueño en su corazón se había sembrado la angustia.  

¿Mal sueño?

Algo así –Respondió- Aun somnoliento 

Bill lo observo por un minuto más para luego desviar su mirada hacia la ventanilla. El vuelo estaba a tan solo media hora de arribar, sus ojos castaños se perdieron entre las nubes y sus pensamientos ellos aun trataban de descifrar que era lo que su hermano aun no le revelaba

Sus ojos estaban puestos en sus labios a la espera que la mujer al fin se dignara a decirle algo, parecía que disfrutaba hacerlo esperar mientras ella se ocupaba de anotar en la pequeña libreta todo lo que debía comprar.

Está en el jardín

¿Cuál?

Silencio de nuevo, Ginger le devolvió al chico la mirada exasperante, suspiro audiblemente mientras rodaba los ojos. No solía dar explicaciones extensas cuando salía a deambular por allí. 

La mujer se acerco a la ventana y observo a través de ella.

¿Allí, lo ve? –Mención- Al señalarlo

¿Si?

Bueno, solo siga directo por allí

El final del camino había llegado así como su valor, por un momento pensó que lo mejor era dar la vuelta y olvidarse de todo.

Mas sus pasos no tomaron el camino de vuelta, siguieron unos metros hasta llevarlo a ella.  

¿Puedo… Hablarte?

Sus parpados se levantaron delicadamente dejando al descubierto sus ojos, Helena sintió un vacio en su estomago sabia que esta vez no lo iba a dejar pasar.

Al instante que Tom se sentó a su lado, Helena se puso de pie camino unos cuantos pasos mientras aprisionaba cada vez más el libro en su estomago.

Prefiero caminar

Está bien –Respondió- Mientras acentia


I see who you are
Behind the skin and muscles


I see who you are
Let me see who you are



* ¡No se ofendan! Es solo que me pareció que tenía sentido incluir la frase. De cierto modo creo,  que es lo que él necesita para al fin romper un poco con la tención.
Sus comentarios más que bienvenidos