domingo, 3 de febrero de 2013

Capitulo 25





Pag 38
Goetheallee 9-11, Haus 3 - Hamburgo, Alemania
Se que no es de mi incumbencia, pero pense que querías saberlo

Tom



Helena entrego en sus manos la libreta junto con la nota que le había dado Edward la noche anterior.  B-B se apresuró a leerla  sin ocultar  su consternación, casi de inmediato una oleada de preguntas invadió su cabeza.
Era una dirección, al menos tenia la seguridad de que lo era y quizás ese seria el  dato mas  claro que  había logrado descifrar en toda aquella maraña de relatos.

Quiso recurrir a Helena más ella  parecía no estar muy dispuesta.  Apenas si le había dado un vistazo a lo escrito  la noche anterior. Sabía muy bien, que en el momento en que se adentrara en todo aquello no encontraría la manera de escapar. 

Lo siento­  -susurro-  de verdad… pero no puedo.

Se disculpo al dejarla con la palabra en la boca, B-B la observo alejarse aferrada con vehemencia a si misma.
Entendía su temor, inclusive su manía de repeler y darle mas largas a un asunto que pedía a gritos una conclusión,  pero tampoco podía evitar llenarse de frustración.

La joven mujer lleno de aire sus pulmones, lo retuvo un poco para después dejarlo salir lentamente.  Necesitaba calmarse, dejar de un lado sus frustraciones y enfocarse en como demonios la hacia entrar en razón.

Era cuestión de tiempo, de eso estaba segura. Tiempo  podía palparlo a simple vista, Helena no podía cargar con ello por mucho mas.  Prácticamente era una bomba a punto de explotar, los años de represión voluntaria a los que se había sometido estaban a punto de acabar.

Medicamentos, interminables tardes después de colegio, recluida  en la oficina de su terapeuta tratando de lidiar con una verdad que le era imposible afrontar. Recuerdos que pensó que había dejado atrás regresaban de nuevo para hacerla revivir su inestabilidad.

Eran quizás demasiadas cosas a las que le tenía miedo, pero el mayor de sus temores, el que la llevaba aquel 
estado mezquino de fragilidad  era volver a tocar fondo.

No podía, no debía permitirlo de nuevo, simplemente no podía. Su corazón  desbocado latió dentro de ella  haciendo que sus piernas se soltaran  como si se tratase de una hoja de otoño.

Sus rodillas golpearon el piso, su espalda busco refugio sobre el tronco del viejo árbol de pino, al verla daba la impresión de ser una muñeca de trapo tirada en un rincón.

Después de retenerlas sin éxito por unos momentos, salieron de sus ojos para recorrer libremente su pálido rostro.

Lloro por lo que no se había permitido todo esos años y era algo que se debía a si misma desde hacia ya mucho tiempo.

∞∞∞∞

Esperaba en la penumbra  con la mirada pérdida  y sus pensamientos puestos en ella,  no sabia cuanto llevaba en ese sofá, pero tampoco le importaba tener que esperarla un poco más.

La noche avanzaba lentamente, dándole el espacio necesario para pensar con claridad. Había solo una razón por la que había regresado y en eso debía enfocarse. Helena no le hacia las cosas mas sencillas, pero se lo debía, valla que se lo debía.

Helena entro por el umbral de la puerta al poco tiempo, se condujo por la oscuridad con naturalidad, su mirada cristalina pronto la encontró hecha un ovillo sobre el sofá.

¿Llevas mucho tiempo aquí?

Descuida –Respondió - Intentando restarle importancia.  Te estaba esperando para que comieras

¿Puedo mostrarle algo antes?

B-B asintió ligeramente y la acompaño hasta la estancia que solía usar su abuelo, la habitación abarrotada  de libros y pinturas extrañas prácticamente estaba igual que la última vez.

Ambas tomaron asiento sobre la butaca del piano, Helena suspiro profundo mientras sus dedos delgados se 
acoplaban sobre el teclado.  Espero por un momento y recordó. Todo estaba allí, oculto en algún  lugar dentro de ella misma.

Fue la sensación mas extraña que había percibido de ella en toda su vida y eso de verdad era mucho decir,  después de su  accidente en el lago, los hechos extraños e inexplicables no dejaban de surgir. B-B lucia perdida como si algo no calzara.

Pero el, Helena el nunca…

Supongo que el seria el mas sorprendido  -Respondió- Ella

Para su abuelo Helena era como una página en blanco, adoraba enseñarse cuanta cosa pudiese y en sus últimos tiempos cuanto supo que la enfermedad no le daría mas tregua  su ultimo deseo fue enseñarle a tocar el piano.  Mas una sola canción, una sola vez basto para desenterrar en ella el más profundo de los secretos.

Meses después de su muerta, una mañana una de esas tantas en las que nada parecía tener sentido, solo aquel instinto que ardía dentro suyo con intensidad.

Sentada frente a él, igual que en ese mismo momento con la mente en blanco y aquella sensación de libertad  las notas fluyeron como si siempre hubiesen estado allí.

Crees que haya una explicación lógica o solo me estoy volviendo loca

No estas loca

Helena por fin levanto su mirada, sus ojos grises  la observaron buscando desesperadamente una explicación.

Tengo miedo

Yo no, yo no –recalco-
∞∞∞∞

La sombra de una de los fresnos del jardín la resguardaba del fuerte sol de la mañana, junto a su desayuno, sobre la bandeja había algo mas que la inquietaba. Sabia perfectamente la razón por la cual lo había colocado allí y por más que intentara no pensar en ello necesitaba saciar su curiosidad.

Sus pálidos dedos se abalanzaron sobre el libro mientras su mirada hurgaban cada uno de las palabras escritas en el.

Detalles miles de detalles, Helena cerro sus ojos no necesita leer mas, la imagen surgió de las profundidades de su memoria para mostrarse ante ellos clara y limpia.

La tenue luz iluminaba cálidamente el estrecho pasillo y de las muchos objetos  que abarrotaban la repisa del lugar, aquella figura borrosa justo al final, la atrajo de sobremanera.

Sus ojos se abrieron de par en par en un intento de descifrar en medio de las sombras su rostro borroso,  con pasos lentos y algo temerosos Helena se acercó lo suficiente para distinguir un poco  de él.  Su rostro se negaba a mostrarse mas  la sensación de que lo conocía era cada vez más fuerte.

¿Te conozco? –Pregunto- A tan solo centímetros de el

El chico observo a su alrededor confuso,  era la única persona  que se encontraba allí  pero estaba casi seguro que no le hablaba a él.

Tom se mantuvo inmóvil por unos minutos  los suficientes para que su cigarro se consumiera entre sus dedos  y  quemara  un poco su piel.

Las cenizas junto con los restos del cigarro cayeron lentamente al suelo mientras el dedo delgado y extremadamente frio de ella se acoplaba a la perfección en el espacio que se encontraba justo al final de su garganta.

Aquel simple contacto basto para que su rostro emergiera de entre las sombras, Tom parecía ser la pieza clave, el detonante que la hacia recordar.  

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