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Goetheallee
9-11, Haus
3 -
Hamburgo, Alemania
Se que no es de mi incumbencia, pero pense que querías saberlo
Tom
Tom
Helena
entrego en sus manos la libreta junto con la nota que le había dado Edward la
noche anterior. B-B se apresuró a
leerla sin ocultar su consternación, casi de inmediato una
oleada de preguntas invadió su cabeza.
Era una
dirección, al menos tenia la seguridad de que lo era y quizás ese seria el dato mas claro que
había logrado descifrar en toda aquella maraña de relatos.
Quiso
recurrir a Helena más ella parecía no
estar muy dispuesta. Apenas si le había
dado un vistazo a lo escrito la noche
anterior. Sabía muy bien, que en el momento en que se adentrara en todo aquello
no encontraría la manera de escapar.
Lo siento -susurro-
de verdad… pero no puedo.
Se disculpo al dejarla con la palabra en la
boca, B-B la observo alejarse aferrada con vehemencia a si misma.
Entendía su
temor, inclusive su manía de repeler y darle mas largas a un asunto que pedía a
gritos una conclusión, pero tampoco
podía evitar llenarse de frustración.
La joven
mujer lleno de aire sus pulmones, lo retuvo un poco para después dejarlo salir lentamente. Necesitaba calmarse, dejar de un lado sus
frustraciones y enfocarse en como demonios la hacia entrar en razón.
Era cuestión
de tiempo, de eso estaba segura. Tiempo podía palparlo a simple vista, Helena no podía
cargar con ello por mucho mas.
Prácticamente era una bomba a punto de explotar, los años de represión
voluntaria a los que se había sometido estaban a punto de acabar.
Medicamentos,
interminables tardes después de colegio, recluida en la oficina de su terapeuta tratando de
lidiar con una verdad que le era imposible afrontar. Recuerdos que pensó que había
dejado atrás regresaban de nuevo para hacerla revivir su inestabilidad.
Eran quizás
demasiadas cosas a las que le tenía miedo, pero el mayor de sus temores, el que
la llevaba aquel
estado mezquino de fragilidad
era volver a tocar fondo.
No podía, no
debía permitirlo de nuevo, simplemente no podía. Su corazón desbocado latió dentro de ella haciendo que sus piernas se soltaran como si se tratase de una hoja de otoño.
Sus rodillas
golpearon el piso, su espalda busco refugio sobre el tronco del viejo árbol de
pino, al verla daba la impresión de ser una muñeca de trapo tirada en un
rincón.
Después de
retenerlas sin éxito por unos momentos, salieron de sus ojos para recorrer
libremente su pálido rostro.
Lloro por lo
que no se había permitido todo esos años y era algo que se debía a si misma
desde hacia ya mucho tiempo.
∞∞∞∞
Esperaba en
la penumbra con la mirada pérdida y sus pensamientos puestos en ella, no sabia cuanto llevaba en ese sofá, pero
tampoco le importaba tener que esperarla un poco más.
La noche
avanzaba lentamente, dándole el espacio necesario para pensar con claridad.
Había solo una razón por la que había regresado y en eso debía enfocarse. Helena
no le hacia las cosas mas sencillas, pero se lo debía, valla que se lo debía.
Helena entro
por el umbral de la puerta al poco tiempo, se condujo por la oscuridad con
naturalidad, su mirada cristalina pronto la encontró hecha un ovillo sobre el
sofá.
¿Llevas mucho
tiempo aquí?
Descuida
–Respondió - Intentando restarle importancia.
Te estaba esperando para que comieras
¿Puedo
mostrarle algo antes?
B-B asintió
ligeramente y la acompaño hasta la estancia que solía usar su abuelo, la
habitación abarrotada de libros y
pinturas extrañas prácticamente estaba igual que la última vez.
Ambas tomaron
asiento sobre la butaca del piano, Helena suspiro profundo mientras sus dedos
delgados se
acoplaban sobre el teclado.
Espero por un momento y recordó. Todo estaba allí, oculto en algún lugar dentro de ella misma.
Fue la
sensación mas extraña que había percibido de ella en toda su vida y eso de
verdad era mucho decir, después de
su accidente en el lago, los hechos
extraños e inexplicables no dejaban de surgir. B-B lucia perdida como si algo
no calzara.
Pero el,
Helena el nunca…
Supongo que
el seria el mas sorprendido -Respondió-
Ella
Para su
abuelo Helena era como una página en blanco, adoraba enseñarse cuanta cosa
pudiese y en sus últimos tiempos cuanto supo que la enfermedad no le daría mas
tregua su ultimo deseo fue enseñarle a
tocar el piano. Mas una sola canción,
una sola vez basto para desenterrar en ella el más profundo de los secretos.
Meses después
de su muerta, una mañana una de esas tantas en las que nada parecía tener
sentido, solo aquel instinto que ardía dentro suyo con intensidad.
Sentada
frente a él, igual que en ese mismo momento con la mente en blanco y aquella
sensación de libertad las notas fluyeron
como si siempre hubiesen estado allí.
Crees que
haya una explicación lógica o solo me estoy volviendo loca
No estas loca
Helena por
fin levanto su mirada, sus ojos grises
la observaron buscando desesperadamente una explicación.
Tengo miedo
Yo no, yo no
–recalco-
∞∞∞∞
La sombra de
una de los fresnos del jardín la resguardaba del fuerte sol de la mañana, junto
a su desayuno, sobre la bandeja había algo mas que la inquietaba. Sabia
perfectamente la razón por la cual lo había colocado allí y por más que
intentara no pensar en ello necesitaba saciar su curiosidad.
Sus pálidos
dedos se abalanzaron sobre el libro mientras su mirada hurgaban cada uno de las
palabras escritas en el.
Detalles
miles de detalles, Helena cerro sus ojos no necesita leer mas, la imagen surgió
de las profundidades de su memoria para mostrarse ante ellos clara y limpia.
La tenue luz
iluminaba cálidamente el estrecho pasillo y de las muchos objetos que abarrotaban la repisa del lugar, aquella
figura borrosa justo al final, la atrajo de sobremanera.
Sus ojos se
abrieron de par en par en un intento de descifrar en medio de las sombras su
rostro borroso, con pasos lentos y algo
temerosos Helena se acercó lo suficiente para distinguir un poco de él. Su rostro se negaba a mostrarse mas la sensación de que lo conocía era cada vez más
fuerte.
¿Te conozco?
–Pregunto- A tan solo centímetros de el
El chico observo a su alrededor confuso, era la única persona que se encontraba allí pero estaba casi seguro que no le hablaba a
él.
Tom se mantuvo inmóvil por unos minutos los suficientes para que su cigarro se
consumiera entre sus dedos y quemara
un poco su piel.
Las cenizas junto con los restos del cigarro cayeron lentamente al suelo
mientras el dedo delgado y extremadamente frio de ella se acoplaba a la
perfección en el espacio que se encontraba justo al final de su garganta.
Aquel simple contacto basto para que su rostro emergiera de entre las sombras,
Tom parecía ser la pieza clave, el detonante que la hacia recordar.
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