El fuego en su mirada parecía haberse
trasladado a su garganta, el chico bebió de su cerveza tratando de apaciguar
aquella sensación tan extraña.
—El no es mi hermano.—Aclaro Helena con voz
calma.
—Jaulas—Le recordó sereno y confundido.
—Jaulas... ¡Oh! Si por supuesto. Ese día.
Helena río por algo que sólo ella entendía,
apaciguando un poco la turbulencia que se había originado en sus ojos.
—Te veías diferente.
—Los años no han sido generosos con
migo.
Sonreírle o ignorarlo para seguir sumergida
en los recuerdos de ese día parecía ser una decisión difícil.
No quería hacerlo (ignorarlo) le resultaba
agradable su compañía; mas los recuerdos de Spiderman, esos simplemente se
negaban a abandonarla.
—Lo siento, los años no han sido buenos con
mi memoria.—mintió ingeniosamente y él le sonrió.
De vuelta en la soledad de su
habitación Harry Potter parecía serle buena compañía, los primeros capítulos le
fueron suficientes para traerle de vuelta recuerdos turbios de sus visitas.
Aquel nuevo y extraño sentimiento no dejaba
de oprimirle el pecho, era prácticamente un extraño por que lo hacía por que lo
sentía.
¿Porque lo extrañaba? Los pocos momentos en
los que cerró sus ojos, su mirada se hacía presente alejando todo aquello que
solía perturbarla y al mismo tiempo impidiéndole dormir.
La luz de las velas ilumino levemente la
estancia, Helena se dejó caer en la vieja silla de madera mientras sus manos
pálidas hurgaban en los cajones del enorme y elaborado escritorio.
Un manojo de cartas unido por un lazo púrpura
emergió de uno de ellos.
Se había tomado la molestia de escribirle
todas aquellas cartas y ella ni siquiera se había dignado a responder una de
ellas.
Querido Edward, escribió sin más, sin
detenerse aún a leer siquiera una.
Prácticamente le había arrebatado de sus
manos al leer en voz alta lo escrito en el sobre, lo observo dudar por un
momento si la abría o no.
—¿De quien es?—pregunto el chico al ver su
reacción.
Más sólo recibió como respuesta un leve
movimiento de cabeza. Se apresuró a leer la carta mientras intentada dirigir
cada una de sus palabras.
—¿Malas noticias?—Pregunto de nuevo algo
preocupado.
—Es de...Helena—Respondió incrédulo al observarlo.
De pronto y sin aviso se vio en la necesidad
de ocultar todo lo que aquel nombre le despertaba.
Edward abandono pronto la habitación con una
estela de consternación colgada de su espalda.
Tom se encontró varios minutos después, sentado en el salón mirando a la nada. Perdido en un "asunto" que
consideraba ya asimilado.
—¿Era de ella cierto?
—¿Que?
—La carta—menciono Bill al tomar asiento
junto a el.—Lo vi salir con ella y al juzgar por su cara—
—Si.
—¿Malas noticias?
—No lo se.
—Mmm...Tal vez sea sólo para decirle que va a
venir.
Sutil y a la misma vez muy efectivo, bufo
enfadado mientras rodaba los ojos y se alejaba de allí. Hurgando en sus
bolsillos por un cigarrillo.
Una sonrisa un tanto maliciosa surgió al
verlo alejarse, había escasas cosas de las que se negaba a hablar y Helena solía ser era uno de ellas.
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