domingo, 13 de febrero de 2011

Capitulo 16




Su llanto fue cesando lentamente hasta quedar en calma por completo, observaba a las dos personas de las fotografías mas no intentaba buscar una explicación estaba cansada de buscarlas esa fría tarde de invierno no quería hacerlo más.

Quizás había tirado la toalla o simplemente por primera vez había aceptado sin cuestionar absolutamente nada de lo que le sucedía.

Refugiada en el regazo de la mujer encontró algo de consuelo, esos minutos en donde había bajado la guardia, en donde la había dejado entrar le resultaron confortables. Se incorporo lentamente limpio los restos de lágrimas que la ventisca fría no había podido quitar.

Mucho mejor… Esa habría sido su respuesta si la pregunta que la perseguí los últimos años se hubiese escapado de los labios de la mujer más no lo hizo la pregunta no apareció.

Porque no trata de dormir un poco –Sugirió-

No tengo sueño

Lo sé pero al menos haga el intento, necesita descansar

Asintió con su cabeza se dirigió a su habitación, el sueño no aparecería por arte de magia lo sabía, dormir se había convertido en un placer  casi inexistente mas con la ayuda de una infusión que sabia a rayos y un somnífero ligero pronto pudo hacerlo.

Dormida se veía aun mucho más frágil de lo que realmente era, su pálido rostro no podía verse más tranquilo ocultaba con suma gracia cualquier rastro de lo sucedido, suponía que era un manía de familia, aparentar, ocultar y rehuir de todo aquello que les hacía daño.     

Ginger observo curiosa las fotografías del camafeo y se respondió a si misma su pregunta, era imposible que los conociera, los separaba quizás un par de siglos de distancia lo cerró con cuidado dejando ocultos al pequeño niño y a un hombre.

Lo guardo en lo más profundo de su mesa de noche, quizás ahí era donde debían haberse quedado en lo más profundo de ese lago al menos hasta que Helena estuviera lista para enfrentarlo.

Despertó al sentir que el hielo de sus pies empezaba a ceder, de un salto se incorporo de su cama para comprobar que solo era una pesadilla un pequeño rayo de luz se escabullida por medio de las espejas cortinas haciendo un pequeño círculo sobre las sabanas.      

Hay luna –Se pregunto- Se deshizo de ellas de inmediato para salir a la terraza la noche no podía ser más expendida, la luz de la luna llena iluminaba cada rincón.

Tenía que reconocerlo era una criatura meramente nocturna su insomnio la había hecho así tras un rápido baño y hurgar en su guardarropa por algo digno de esa la noche, se vio caminando en lo que solían ser los jardines sin rumbo fijo.

Cargaba con tantas cosas dentro suyo que la atormentaban pero tras su llanto descubrió que muchas de ellas habían desaparecido dejándola más ligera, más tranquila menos atada a un realidad que no quería aceptar.

Ser extraña nunca había sido un problema, pero perder la cordura eso no lo podía soportar, no podía volver a pasar por todo aquello de nuevo, sabía que no podía hacerlo Sola,  ellos jamás se podrían recuperar, el solo hecho de pensarlo corroía hasta lo mas profundo de su ser. ¿Acaso no había sido suficiente ya?

Agito un poco su cabeza  e imagino como sus pensamientos se derrumbaban disipándose por la superficie como si fuesen piezas de domino. Rio un poco extendió la sabana que llevaba consigo y tomo asiento sobre ella.

Edgar Allan Poe vaya que había sido un descubrimiento, se dio cuenta de que el chico,  ese que había sido un extraño la mayor parte de su vida la conocía mejor de lo que creía. Edward no había podido acertar mejor ese pesado libro negro la había llevado a  un mundo fascinante, un mundo oscuro, algo perturbador, lleno de una belleza que no todos podían comprender un mundo como el suyo.

Había leído “Solo” unas cuantas veces algo en sus palabras se le hacía familiar mas no lograba recordarlo y como una especie de trueque como ella misma lo llamo, al encontrarlo uno de sus recuerdos volvió.

Su madre solía recitarlo para ella en esas noches en donde su llanto no podía ser calmado, a sus escasos seis años quizás pensaban que el poema no tenía mucho sentido, mas su madre descubrió que era lo único que la lograba tranquilizarla.

Al cabo de un tiempo la sensación de sentirse observada se hizo presente,  miro a su alrededor mas no había absolutamente nada que le resultase extraño por esa razón continuo leyendo sin prestar mucha atención.

Unas cuantas páginas después en medio de los arboles, una pequeña sombra merodeaba, sus curiosos ojos no podían dejar de verla, Helena le resultaba extrañamente hermosa.

Fue más que una sorpresa alzar su vista del libro para encontrarla de pie junto a ella, vestida apenas con un diminuto y ligero camisón blanco, llevaba los pies descalzos su cabello cubría parte de su rostro.

Hola -Saludo la niña- Una confusa Helena la observo, vio a su alrededor preguntándose de dónde demonios había salido.

Quien eres? –Pregunto temerosa-  Pero solo obtuvo como respuesta una encantadora risa.

♦♦♦♦

Aparto un poco la cortina para observar atreves de la ventana, valla que la noche estaba hermosa mas no era suficiente para darle ánimos de un paseo nocturno, estaba exhausto lo único que deseaba en ese momento era su tibia, cómoda y aromática cama, no tenía la mínima idea de que era ese aroma pero le agradaba.

Mas el deber lo llamaba Max lo necesitaba, al menos un pequeño paseo le sería suficiente, se acerco a él lo acaricio un poco y lo libero de su correa, el perro continuo bajando las escaleras  mientras el chico aun estaba en el descanso observando la noche.    

La puerta estaba entreabierta así no le fue difícil abrirla un poco más para entrar por ella ¡Demonios, Max! –Le Grito -  Justo unas cuantos escalones más abajo se encontraba una de las estancias que siempre le había causado curiosidad, apenas si la había visto un poco, mientras ayudaba a Ginger a llevar algunas cosas al lugar.

A pesar que todo estaba cubierto por sabanas aquella estancia había logrado intrigarlo. Al entrar se encontró con una luz era muy tenue apenas le permitía ver un poco ¡Max!- Llamo de nuevo-

Todo estaba diferente, las sabanas habían sido quitadas, dejándolo ver por completo todo lo que ahí se encontraba, inclusive el aroma a polvo y viejo había desaparecido dejando en su lugar uno que ya se le estaba haciendo familiar.

Camino despacio observándolo todo y al mismo tiempo intentando buscar a su perro,  las gotas de agua en el piso y el sofá fuera de lugar cerca de la chimenea no encajaban para nada. Si había algo que caracterizaba esa casa es que fuera a donde fuera siempre todo estaba ordenado estratégicamente así que esos pequeños detalles se le hacían extraños.  

Una de las paredes estaba cubierta de espejos de lado a lado, un viejo pero hermoso piano de cola mas algunos otros instrumentos que dejo de lado,  el piano fue el que más le llamo su atención, pasó su mano de extremo a extremo dando una ligera caricia  a la madera, de antigüedades no sabía mucho pero bastaba darle un vistazo para darse cuenta de que era antiguo y mucho.    

Unas cuantas partituras de Mozart yacían sobre él, tampoco era partidario de la música clásica pero las recordaba de la escuela, era quizás un muy improvisado pero acogedor estudio, aunque al observar mejor la habitación tenia mas aspecto de sala de estar que otra cosa, de todos modos era acogedor a diferencia que todo lo que había podido ver de esa casa.   

Siguió su camino en busca de su perro siguiendo las huellas que lo acercaban cada vez más a la chimenea, la observo interminables veces antes de que su mente lo dejara reaccionar, Max descansaba su cabeza en su regazo así que supuso debía ser ella, que otra cosa más podría ser.

Aunque su mente le dijese una y otra vez que aquello que observaba era una réplica perfecta de ella, su piel pálida cual porcelana, sus rasgos finos e inmóviles toda ella descansaba cual muñeca sin vida al pie de ese viejo sofá.

Abrazada a sí misma como si eso fuese suficiente para quitar esa horrible sensación que recorría su piel por completo.

El chico quito las cerillas de sus manos y culmino lo que el frio no la había dejado hacer, guardo silencio por unos minutos esperando una señal o una simple reacción.

Deberías… Helena simplemente le dio la razón suspiro un poco, asiento con su cabeza, con movimientos pausados se deshizo de su abrigo húmedo, pesaba como su misma vida así que como pudo lo hizo a un lado.  

El temor que ahogaba en su interior la mayor parte del tiempo era quizás demasiado evidente en sus ojos esa noche, no era para menos aquello que por mucho tiempo se habían dispuesto a ocultarle había aparecido de nuevo haciéndola enfrentarse a uno de sus peores temores.

El frio insoportable y esa sensación en su piel pasaron a segundo plano el temor se apodero de Helena dejándola indefensa como una niña pequeña temerosa e inconsolable. 

¿Qué se supone que debía decir? Nunca había sido bueno para esas cosas eso se lo dejaba a Bill, aunque ella aun no le agradaba del todo algo lo hizo quedarse.

Pensó un par de veces preguntarle si se encontraba bien, mas la respuesta era más que obvia, pero más que eso había visto unas cuantas veces la molestia que causaba en ella aquella pregunta.     

Le resultaba extraño no era la típica chica que buscaba atención a como diese lugar al contrario la mayor parte del tiempo se mantenía al margen así que no entendía toda aquella atención que recaída sobre ella cada vez que  parecía no encontrarse de humor.

El chico espero paciente mientras Helena se deshacía  de parte de la ropa húmeda que llevaba encima al terminar  le tendió una sabana, la joven le sonrió ligeramente para agradecerle fue la primera vez que su sonrisa no parecía forzada.

No tenía otra opción que acercarse al fuego y abrigarse era extraño que se quejase por frio, cuando lo hacía era su manera de expresar que algo andaba mal con ella. 

Después de su experiencia esa tarde en el lago una parte de ella aprendió a tolerarlo más la sensación en sus manos se había ido por completo y  la vos de Ginger resonaba en su cabeza una y otra vez lo menos que quería era enfermar.   

Quizás no era la compañía que necesitaba en ese momento pero el simple hecho de que se quedase aunque fuera en completo y muy incomodo silencio le era suficiente después de todo bastaba con no mirarlo demasiado para hacerla sentir segura como su hermano lo hacía.    

Edward podría llegar a resultar  sumamente insoportable pero lo necesitaba mucho más de lo que podía expresar mucho más de lo que ella quería, toda su vida… bueno en sus casi 17 años de vida siempre había tenido la necesitad de alguien,  podría aferrarse a una persona con todas sus fuerzas necesitarla como necesitaba respirar su madre había sido una de esas pocas personas.

Esta vez simplemente no estaba preparada para desestabilizarle como lo hizo cuando la perdió. Para alguien como Helena en donde relacionarse con otras personas podría llegar a resultar un rotundo fracaso necesitar a alguien podría ser su mayor  y más sincera muestra de afecto.

Era de mi abuelo – Respondió Helena- A aquella pregunta que intento hacer el chico más de una vez

Era músico?

Helena rio por un par unos segundos mientras la mirada de Tom se fijaba de nuevo en ella, sus contestes cambios de humor podrían desconcertar a cualquiera. Pasar de una emoción a otra se le estaba haciendo algo común era como si sus emociones fuesen manejadas cual marioneta.

Le gustaba pensar que lo era –Menciono-  mientras su mirada se perdía en su propio reflejo como si tratase de recordar algo.  Aunque  no tocaba  mal el piano

Crearse estereotipos con ella era tan fácil, desde prepotente hasta poco sociable la lista de adjetivos podría llegar a ser lo bastante larga como para crearse una falsa imagen de lo que realmente era, anqué podía llegar a ser bastante compleja ¿Pero qué mujer no lo es?

A medida de que el tiempo transcurría y las pequeñas notas del piano rompían el silencio la tranquilidad llego a Helena, sus temores se alejaron para no volverla a atormentar al menos hasta que estuviese en esa habitación.

Como primera impresión la tosquedad natural del chico podría llegar a resultar un tanto intimidante aunque para Helena simplemente fue desagradable mas  la serenidad que hasta ese momento no había podido observar en el   le llevo el mismo efecto que un calmante podía hacer por ella.    

Puedo pedirte algo –Dijo- Justo antes de ingresar por esa puerta. El entrecejo del chico se arrugo un poco al escucharla.  

Puede quedarse con migo –Pidió- Al darle un poco de cariño a Max   

No pudo evitar reír mientras asentía con su cabeza, Helena le sonrió de nuevo desapareció por la puerta junto con Max, tuvo que darle la razón a Gustav al catalogarla de “curiosa” su mirada estaba cargada de una sinceridad que solo era típica en los ebrios y los niños de corta edad. 

El dilema era que algunas veces podía resultar “curioso” como él pensaba o brutalmente realista.
 
 ♦♦♦♦

Odiaba esa sensación no comprendía en qué momento todo había cambiado en qué momento sus argumentos ya no servían de nada, había emprendido un camino que no tenía regreso.

Busco en la habitación insistentemente, el temor mezclado con la soledad era una combinación desastrosa que la estaba derrumbando, sus manos temblorosas cubrieron todo aquello que pudiese reproducir su imagen.  

Después de deshacerse de toda esa ropa húmeda y buscar algo cálido tomo asiento en el escritorio de su abuelo para escribir la carta más sincera que había hecho en tres años.

Las palabras fluyeron de su alma pasaron por sus delicadas manos hasta llegar al papel, se plasmaron en el por una desesperada pero simple petición.

Resumir todo lo que le había ocultado durante el tiempo que estuvo lejos resulto más fácil de lo que pensaba, no fue tan difícil derrumbar ese enorme muro que había construido para ocultar algo que no podía ocultarse o simplemente estaba desesperada.

Una hora más tarde con varias páginas escritas tomo asiento en un sofá con Max a sus pies, le sonrió ligeramente mientras lo observaba con cierto gesto pensativo.

El tiempo en esa habitación marcho tan lento, cada minuto le parecía una tortura las paredes parecían asfixiarla  el aire cada vez era más pesado.

Nunca en su vida había sentido tanto miedo como esa noche que pronto terminaría, era como si ese sentimiento el que había reprimido por tanto tiempo se burlara de ella de la manera más cruel.

Su extraños ojos grises no podían concentrarse en una sola cosa, la buscaba sin cansancio  en esa habitación a pesar de que no podía verla  su presencia era cada vez mas fuerte.

“Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores

jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar”

Déjame sola… Por favor – Susurro-

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con tigo en una cosa, las mujeres somos demasiado complicadas, pero que le vamos hacer asi somos.

    Valla capitulo. Pero antes tengo una queja!! se me hizo un pocquito corto este cap.

    Pero bueno sigamos, creo que las fotografias que ilustran el capitulo encajan a la perfeccion con lo que Helena esta pasando.

    Hay muchas cosas que aun quedan en el aire pero creo que a medida de que avance la historia se iran aclarando ej: Quien es ella?????, la niña que se le aparecio a Helena

    Saludos

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  2. que bien... estuvo fantastico..!!

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  3. Llevaba un monton esperando su "encuentro" aunque esperaba otra cosa no me decepciono.

    Me gusto mucho el cambio de intencidad que le diste al fic de un pronto a otro estaba metidisima leyendo lo de la niña y cambias a lo de Tom genial!!!

    Saludos y un abrazo

    Narciso

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  4. Y EL CUERVO DIJO... NNUNCAA MMÁSS.

    Me gustó que hhubiesee un acercamiento entre eelloss... aunque sólo fuese eesoo.

    Estoy cconn Noe, a mmíí también se mmee hhizoo muy corto...
    pero nnoo por ello mmenoss interesante.

    - Besos para ttíí -

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