martes, 17 de septiembre de 2013

Capítulo 36

                                
           
El sonido de su celular resuena al fondo de su bolso de mano, faltan tan sólo minutos para abordar su vuelo y de todos se ha despedido ya.

La conversación inicia con sorpresa, para dar paso a unos cuantos saludos, algunas frases irónicas que no podían faltar y luego el silencio... el chico espera al otro lado de la línea no tener que preguntar.

—Esta bien, no te preocupes— Agrega al fin con tranquilidad.

La llamada termina justo antes de su llamado para abordar; no puede negar que ha sido confusa 
pero también la ha llenado de infinita tranquilidad.

A pesar de todo sabe bien que a su lado es donde mejor podría estar.

El verano ha sido diferente, murmura Helena para sí misma, al observar el vaivén hipnótico del agua.

Tan sólo habían transcurrido unas cuantas horas pero la casa empieza a sentirse vacía ya.

Sus párpados se cierran despacio al recorrer dentro de su memoria los pasillos fríos y extraños de aquella vieja casa.

Despojada de el tacón de sus zapatos y aquellos abrigos pesados, se mostraba pequeña y mucho más delgada de lo que solía recordar.

Se toma un momento para observarla sin que nada ni siquiera ella misma si interponga.

Ha sido ingenioso al hacerle saber sus intenciones, pero ella parece no reaccionar o simplemente aun no logra comprenderlas.

Su mano tibia acariciando su rostro le hace saber que es demasiado tarde para retroceder y huir de allí como un venado horrorizado.

El espacio entre ambos es cada vez más escaso.

Atada, atrapada pero serena Helena recibe sus labios húmedos y cálidos, una caricia tímida envuelve los suyos mientras se pregunta donde esta el fuego.

No había marcas, ni calor, ni siquiera aquel fuego abrazador que solía acompañar aquellos momentos en los que se había atrevido a tocarla.

¿Le agradaba? El?...La pregunta era más que absurda y la respuesta más que obvia.

—Ya es hora—murmura para sí misma por lo bajo.

—¿Hora?

—La cena—responde sin darle mayor importancia a lo ocurrido—¿Te quedas?—Le pregunta al alejarse dejándolo confuso y un tanto avergonzado.

La cena aderezada con toneladas de incomodidad transcurrió relativamente en paz. 

Envuelto en la resistencia de Helena en pasar por alto lo ocurrido y el interrogatorio en el que el padre de ella lo había sometido.

No era para menos, el simple hecho de que lo invitara a tomar la cena le hacía ver que era más importante de lo que temía.

Un chico en la casa? Se preguntó así mismo mientras digería el tener que lidiar con la “situación" el solo.

—Eres generosa—murmura por lo bajó cuando al fin están solos.

—Lo se, me lo han dicho un par de veces—bromea divertida mientras lo acompaña a la puerta.

Los pocos metros que lo llevan a la salida tendrás que ser suficientes para acabar algo con lo que ya no se siente tan seguro.

Helena lo observa escribir algo en un pequeño papel que luego entrega en sus manos.

—Me voy en dos semanas.... Ven—Le pide en un susurro.

Caleb se despide con una sonrisa y se aleja despacio agotando la última pizca de esperanza que aún  queda dentro de el.

—Espera—El susurró de su voz basta para detenerlo. 

El chico espera, espera a que sus pasos lentos la lleven hacia el.

Helena toma una de sus manos entre las suyas y aguarda, ante la mirada incrédula del chico. Aguarda por algo que añora pero que el no le puede dar.


—Buen viaje—murmura de nuevo con la voz cargada de ansiedad.

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