viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 31

                         

—Papá—murmuro aún somnolienta.

La poca luz que se filtraba por las espesas cortinas púrpuras, la dejaron ver la figura de su padre.
Sus manos entrelazadas ocultaban su rostro.

—Vuelve a dormir—murmuro al verla incorporarse.
—Lo siento... Yo.
—Supongo de debo ser yo el que te proteja.
—Papa.
—Helena , duerme.
—Lo siento.
—Lo se, duerme.

Sus ojos oscuros fue lo último que observo antes de quedarse de nuevo dormida.
Sentí profundamente haberlo arrastrado de aquella manera, para mostrarle algo que jamás debía ser revelado.

¿Protegerla? ¿Podía acaso protegerla? Le resultaba irónico que aún en aquellos momentos a pesar de todo ella aun continuaba haciéndolo.

"Funny how you're the broken ones
But I'm the only one who needed savingn"

El reloj marcaba las cinco en punto cuando sus ojos se abrieron  y de nuevo no estaba sola en su habitación.

El perfume de jazmín de su té mezclado con la escénica de sándalo que solía haber en su cabello la recibió al despertar.

—Hola—Saludo B-B en un susurro.—No quería despertarte, pero pensé que quizás querías beber algo—
—¿Cuanto llevo dormida?
—No lo suficiente.
—Supongo que no te quedas.
—Tengo que irme pero... Puedes venir por mí esta noche.
—Supongo—río.
—Quiero que conozcas a alguien—mencionó justo antes de salir de su habitación.

Aquella última frase rondo por su cabeza por un tiempo hasta disolverse entre sus sueños.

Los pocos segundos del primer semáforo en rojo tendrían que ser suficientes, para al menos domar la maraña de cabello rubio que encumbraba mas allá de su rostro.

Parte de su ropa de dormir, un viejo jeans desgastado y uno de sus abrigos negros debían ser suficientes pensó al observarse en uno de los enormes espejos del restaurante.

Se condujo por el pasillo hasta la parte trasera del lugar. La cocina, B-B y cualquiera que fuese la persona que debía conocer esa noche, la esperan detrás de aquellas dos enormes puertas de metal.

—¡Oh demonios lo siento! ¿Estas bien?

El golpe en su cabeza parecía ser lo único que importaba en aquel momento, una de sus pálidas manos fue a parar en su frente mientras el chico se disculpaba una y otra vez y la conducía hacia algún lugar.

—Déjame ver—Pidió el chico, al colocar algo de hielo en el golpe.
—¿Tú eres Helena?—preguntó curioso al observarla.

Quizás fue el hielo o el hecho de escuchar su nombre pero por primera vez su vista y toda su atención se centro en el.

—¡Oh por Dios!—susurro perpleja antes de perderse en la mirada de aquel que la observaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario