viernes, 11 de octubre de 2013

Capítulo 39

                                 


Dejo de un lado lo que alguna vez lo alejo, para de nuevo experimentar aquella extraña adrenalina que Helena solía despertarle. Uno a uno levanto los limones del suelo para colocarlos dentro de la bolsa plástica.

Sus dedos rozaron intencionalmente los de ella en un intento por sentir aquella chispa que solía recorrerlo por completo. Fríos como témpanos hielo, suaves y delicados como algodón de azúcar.

Helena ni siquiera parecía respirar; maniatada dentro de un pesado abrigo negro, con el pelo atado en una cola y sus labios rosa pálido inertes en una línea fina.

Lo observaba como si el fuese tan sólo un recuerdo o el fantasma de un pasado muy distante.

Un leve suspiro le recordó que dentro de ella aún había vida.

—¿Edward esta aquí?—Pregunto con voz cristalina.

—Se fue hace un par de días.

—Lo siento... Hola—agrego un tanto tímida. 

El silencio de nuevo se apoderó de ellos, mientras los ojos castaños del chico se centraban de nuevo en ella.

Los papeles habían cambiado, Helena no podía mantenerle la mirada por más tiempo, parecía sentirse acorralada entre Tom y aquella callé vacía.

Una media sonrisa fue su saludo mientras quitaba de sus manos la bolsa de plástico.  Helena supo por su gesto que no podía deshacerse de el o al menos no por un tiempo.  El vértigo en su estomago le impedía dar si quiera unos cuantos pasos, más el continuaba allí a su lado. 

¿Porque hacía todo eso? ¿Que tenía ella que pudiese interesarle? ¿Porqué a pesar de todos sus esfuerzos el continuaba allí?

Ni siquiera le importaba a donde iba, no pensaba en ello en ese momento se dejaba guiar por algo que era más fuerte que el.

Acompaño a Helena hasta la entrada de un viejo edificio un tanto alejado de centro de la ciudad.

—¿Te quedas aquí?

—No, sólo vine a cenar.

—Tus limones— menciono al extenderlos hacia ella.

Tom espero paciente a que Helena decidiera si los tomaba o no, muy dentro suyo sabía que debía evitarlo más podía hacerlo.

Quería más, quería mucho más, quería retener su mano entre las suyas, acomodar el mechón de su cabello que se negaba a quedarse en su lugar. Quería abrazarla e impregnarse de su aroma, quería quedarse junto a ella y observarla un poco más.

Quería protegerla de algo que ni siquiera entendía y mucho menos ella permitiría, quería algo que Helena no estaba dispuesta a dar.

Helena rompió el contacto cuando se percato que ya no podía soportarlo.

—Puedes saludar a Bill de mi parte—susurro al alejarse.

—Podemos vernos de nuevo—Le pido antes de perderla de vista.

—No

—¿No?—Sonrió.

¿Porque demonios lo hacía? Acaso le divertía, Helena respiro profundo intentando que no le afectará más de lo que ya lo hacía.

—No—sentencio al girarse para observarlo y dedicarle una mirada fría.


Su negativa más que desanimarlo le divertía, se quedo para observarla desaparecer dentro del edificio sin poder ocultar una sonrisa.

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