—El viene con
migo—Mencionó Helena. Al extender hacia ella su pase de abordar.
Los ánimos caldeados
de la mujer parecieron bajar como la espuma, al observarla con una sonrisa
exageradamente amable.
Luego de darle un script
memorizado se alejó dejándolos en paz.
El chico la siguió en
silencio por el estrecho corredor hasta el final del vagón donde estaba su
espacio.
La cortina mostaza de
su reservado se cerró, mientras el silencio entre ambos se acrecentaba.
—¿Olvidaste algo?
—Sí, tú—Respondió el
chico
Helena le retuvo la
mirada el tiempo necesario para leer la expectativa que había en su rostro.Bajo
la mirada al piso alfombrando completamente abrumada.
Tom sonrió mientras la
observaba consumirse en sus pensamientos.
—Y que se supone que
debo decir—Pensó en voz alta.
—No tienes que decir
nada.
—Se supone que debo
responder algo... Ella—Suspiró frustrada—Mi madre decía que cada vez que me
daban un cumplido debía responder algo amable—
—No fue un cumplido.
—¡No puedo ver la
diferencia!
Supo que había
traspasado el límite al verla decir la última frase al borde del llanto, podía
palpar la frustración que sentía al tratar de comprenderlo algo que para ella
era imposible.
—No tienes que decir
nada—Le dijo al traerla hacia él en un tono tranquilo.
Sus manos pálidas y
cansadas se aferraron a la camisa del chico al esconder su rostro en su pecho.
Respiró lentamente
dejándose embriagar por su aroma, dejándose embriagar por sus pensamientos y
deseos que viajaban hasta ella por aquel extraño vínculo que se había formado
entre ambos y se acrecentaba con el contacto.
—Olvídate de las
malditas reglas—Su voz firme y fuerte le dejó saber que aquello no era una
petición.
Con él podía dejar el
libreto a un lado, podía dejar abrir el portillo que contenía todo lo que
reprimía dentro de sí misma.
—No sabes nada sobre
mi.
—Se lo suficiente—Le
aclaro al alejarla de el para verla a los ojos—Yo no soy como ellos, no puedes
alejarme tan fácil.
Tom le sonrió con
suficiencia al halarla de su brazo para que tomara asiento.
La mirada del chico se
perdió por la ventanilla y la de Helena se perdió en él.
Estaba mal, se repetía
una y mil veces, estaba mal aceptar algo que no sabía si podía corresponder.
—No seas ridícula no
necesito que me ames—Le dijo, al leer sus pensamientos.
—¡No lo hago!—Le
respondió con cierto enfado—Yo...
—Me necesitas lo sé.
No había suficiencia
ni siquiera una pizca de arrogancia en su sonrisa, era sincera y llena de
satisfacción.
La misma que puede
haber en un padre o hermano orgulloso a diferencia que él no es ninguno de los
dos.
^^^^
El tren llego poco
antes de la media noche, el frío que los abordo al llegar era el típico de una desolada noche de
invierno.
Luego de su atípica y
larga conversación Helena parecía haberse quedado sin palabras.
Estaba cansada
inclusive algo hastiada de todo. Un baño con agua fría algo de comida de su
abuela y la cama era todo lo que deseaba.
Había tomado asiento
sobre su equipaje mientras el chico había optado por mantenerse en pie.
Le parecía extraño que
B-B se hubiese retrasado y mucho más que no le hubiese avisado.
Helena observo a Tom
alejarse de ella en dirección hacia un tipo alto y moreno, un estrechón de
manos un abrazo, un cruce de palabras para luego dirigir sus miradas hacia
ella.
Tenía la piel
aceitunada más unos profundos y maravillosos ojos amarillo miel.
—Helena—Llamó al
dirigirse a ella.
< He conocido al
príncipe de Persia! Tiene los ojos más maravilloso que he conocido después de
ti> Cito literalmente en su cabeza un fragmento de la carta de B-B.
—Dastan—Susurró.
—Te ha hablado de mí.
—Un poco—Respondió al
encogerse de hombros y tomar su equipaje.
Él le sonrió
ampliamente dejándole ver una hilera de dientes blancos y perfectos. Su aspecto
Mediterráneo y exótico no fue lo único que percibió.
Un olor a especies y a
mar la embargo al estrechar su mano mientras una oleada de fragmentos de su
vida irrumpía en sus pensamientos; estaba demasiado cansada para ahondar en
ellos.
—Curioso—Dijo él—Cuán
susceptible nos volvemos cuando la vemos a los ojos—
Helena lo observo una
vez más (consciente de lo que su frase significa) para luego ingresar por la
puerta del auto que mantenía abierta para ella.
El viaje hasta la casa
de su abuela, en las afueras de París le resulto tortuosamente lento.
Podía verla por el
espejo retrovisor, irritada e intranquila. Su frente golpeó el cristal con
suavidad mientras sus ojos grises se ocultaban tras sus párpados.
Si no estaba dormida
lo fingía bastante bien pensó Tom, al verla mantenerse quieta lo que restaba
del camino.
^^^^
Sus nudillos golpearon
el cristal bruscamente; allí donde su respiración había empañado el cristal
formando un círculo.
Sus ojos emergieron
debajo de sus pestañas, sólo para observarlo reposar su cuerpo sobre la carrocería
del auto.
Si no fuese porque lo
conocía (al menos un poco) tendría la impresión de que no era más que uno de
esos tipos, de los cuales solía tener cierto desprecio.
Demasiada confianza,
demasiada arrogancia, demasiada superioridad enfrascada en un solo cuerpo.
Más Tom tenía lo
suficiente de todo aquello, lo suficiente para irritarla y lo suficiente para
llamar su atención más de lo que quería reconocer.
—No han nadie en
casa—Preguntó al ingresar y encontrar todo en silencio.
—Tu abuela debe de
estar en la huerta.
—¿A esta hora?
—B-B no se ha sentido
bien—Mencionó Dastan algo inseguro.
Cuando quiso
tranquilizarla al agregar que sólo eran náuseas Helena ya se encontraba
enrumbada hacia las escaleras de aquella vieja granja.
Era lo poco que aún
quedaba de su madre si algo llegaba a pasarle, pensó con el corazón retumbado
en sus oídos.
La puerta de su
habitación estaba abierta la tenue luz de su lámpara de noche iluminaba un poco
el lugar.
—Traes más equipaje
del que pensé—Dijo al verla llegar.
—No pude deshacerme de
él—Respondió al encovarse de hombros. B-B sonrió.
—Quizás después de
todo la abuela tiene razón, no podemos huir de aquello que la vida tiene para
nosotros.
A pesar de que estaba
cansada y que no quería absorber más nada, no puedo evitar percibir al
abrazarla, aquella pequeña energía que flotaba dentro de su vientre.
—Eres feliz—Le
preguntó Helena.
No entendía el porqué
de sus palabras más al verla llevar su mirada en su vientre lo supo.
El sobré intacto con
el resultado aún esperaba bajo su almohada.
—Tengo miedo—Respondió
con hilo de voz.
—Yo también—Susurró al
aferrarse aún más a ella.
Hace un millón de años de no te dejo un comentario por aquí.
ResponderEliminarMe ha encantado! La música es hermosa casi me siento como Wallis tentada por sus encantos :)
Espero el próximo anciosa
Saludos
Ya los extrañaba!
EliminarGracias por pasar también por aquí y comentar!
Me alegró que te guste :)