miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 66




Entre las muchas cosas que le había enseñado su madre estaba el no tomarse literalmente lo que le decían.


Sin embargo cuando se trataba de él aquella regla podía quedar a un lado,  solía ser directo cuando le hablaba.


En especial cuando estaba frustrado o enojado con ella.


Así qué debía darse prisa antes de que entrara en su baño y la arrastrará a su cama para hacerla dormir.


Helena hurgo entre la bolsa de su medicamento en busca de algo que la ayudara hacerlo.


Aún no sabía porque cargaba con todo aquello, cuando sabía que la mayoría no surtía efecto.


Aunque dormir, dolor y nada (como solía llamarlos) estaba entre sus favoritos y nunca solían fallarle.


Tuvo el deseo de tomar los tres juntos para enfrascarse en aquella burbuja que solía extenderse por días. Más esa noche tuvo que conformarse sólo con dormir.


Había fruta fresca y verde sobre la pequeña mesa de la entrada, comió de ella y lo escucho hablar por lo bajó en su terraza.


Sus ojos grises se clavaron en los suyos a través del espejo que había frente suyo, al atravesar las cortinas blancas que llevaban al exterior.


La calidez de su aliento la rozó al murmurar cerca suyo aquella frase que antes ya le había dicho.


—¿Y eso significa?


—Hora de dormir.


No entendía ni una gota de alemán pero estaba segura que aquello debía tener otro significado.


—Tengo problemas siguiendo órdenes—Le dijo, al llevar una uva a su boca—He seguido reglas toda mi vida, te importaría ser menos...autoritario—Le pidió con absoluto encanto.


La sonrisa del chico se amplió formando una hermosa curva en sus labios al observarla meterse en la cama.


Se quedo dormida antes de lo que esperaba y eso le daba la libertad de pensar cual era la siguiente jugada.


—No me dejas dormir—Susurró adormilada.


—Ni tu a mí, ni tu a mí.


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El silencio de la sala de abordaje no le provocaba otra cosa más que pensar. Las últimas semanas se habían consumido tan de prisa, que ahora que tenía algo de tiempo entre sus manos no hacía otra cosa más que pensar.


¿Porque no había hecho la maldita pregunta? Se cuestionó enfadado con sigo mismo.


Un no por respuesta no iba a detenerlo, su persistencia cuando se trataba de ella no tenía límite. ¿Entonces qué demonios está haciendo allí?


—Me voy.


—¿Qué?—Preguntó el chico, al quitar el auricular de su oído.


Supuso que su llamado a abordar había sido anunciado, al verlo llevar su bolso con sigo.


—Nos vamos


—No Bill yo... Debo irme.


Lo vio marcharse antes de que pudiese decirle algo, antes de que pudiese decir que ella está bien.


Supuso que no sería suficiente para retenerlo, nada de lo que dijese lograría calmarlo.


—¡Su tren sale en una hora!—Le grito poco antes de perderlo de vista.


Bill volvió a tomar asiento en su lugar, con una mirada pensativa en su rostro.


Era demasiado testarudo como para dejarla marchar más también ella lo era, Helena también lo era.


El tráfico de la ciudad fue lo bastante benévolo para dejarlo llegar  minutos antes de que el tren partiera.


Tom verificó el horario de los trenes en la pantalla que había sobre su cabeza para luego apresurarse hasta la plataforma donde saldría el de Helena.


Trescientos metros en diez segundos debían de ser todo un récord, pensó al tomar una bocanada de aire; luego de colarse hasta en interior del vagón justo antes de que las puertas se cerrarán.


La mirada de la azafata se posó sobre el, al verlo merodear por el pasillo sin rumbo aparente.


—Joven—Le llamó—Joven puedo ayudarlo—Insistió al ignorarla.


—Si busco el vagón... A43 —Recordó.


Tan sólo lo había visto una vez más había sido suficiente; la imagen del tiquete de viaje se vislumbró ante sus ojos tan claro como el rostro de la mujer que lo observaba.


—Al fondo—Menciono ella haciendo ademanes con sus manos—Puedo ver su...


Su rostro se crispó en un gesto de enfado al verlo partir sin ni siquiera darle las gracias.


El vagón A43 estaba lleno de reservados elegantes y de silencio, el bullicio se quedó tras las puertas de metal que se cerraron después el.


Supuso que encontrarla no iba a ser difícil a pesar de su empeño de pasar desapercibida, sería fácil identificarla entre la poca gente que allí se encontraba.


—¡Joven!—Llamó de nuevo la mujer. Con su voz empalagosa—Puedo ver su pasaje.


—Solo estoy buscando a alguien.


—No puede estar aquí—Le dijo alzando la voz—No sin su pasaje—Agrego un par de tonos más bajó y con una sonrisa forzada en sus labios.


El vagón se silenció tanto que se podía escuchar el vuelo de una mosca y algo más.



—Está bien—Hablo la voz tras ella—El viene con migo— Agrego tras ella.

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