Entre las muchas cosas
que le había enseñado su madre estaba el no tomarse literalmente lo que le
decían.
Sin embargo cuando se
trataba de él aquella regla podía quedar a un lado, solía ser directo cuando le hablaba.
En especial cuando
estaba frustrado o enojado con ella.
Así qué debía darse
prisa antes de que entrara en su baño y la arrastrará a su cama para hacerla
dormir.
Helena hurgo entre la
bolsa de su medicamento en busca de algo que la ayudara hacerlo.
Aún no sabía porque
cargaba con todo aquello, cuando sabía que la mayoría no surtía efecto.
Aunque dormir, dolor y
nada (como solía llamarlos) estaba entre sus favoritos y nunca solían fallarle.
Tuvo el deseo de tomar
los tres juntos para enfrascarse en aquella burbuja que solía extenderse por
días. Más esa noche tuvo que conformarse sólo con dormir.
Había fruta fresca y
verde sobre la pequeña mesa de la entrada, comió de ella y lo escucho hablar
por lo bajó en su terraza.
Sus ojos grises se
clavaron en los suyos a través del espejo que había frente suyo, al atravesar
las cortinas blancas que llevaban al exterior.
La calidez de su
aliento la rozó al murmurar cerca suyo aquella frase que antes ya le había
dicho.
—¿Y eso significa?
—Hora de dormir.
No entendía ni una
gota de alemán pero estaba segura que aquello debía tener otro significado.
—Tengo problemas
siguiendo órdenes—Le dijo, al llevar una uva a su boca—He seguido reglas toda
mi vida, te importaría ser menos...autoritario—Le pidió con absoluto encanto.
La sonrisa del chico
se amplió formando una hermosa curva en sus labios al observarla meterse en la
cama.
Se quedo dormida antes
de lo que esperaba y eso le daba la libertad de pensar cual era la siguiente
jugada.
—No me dejas
dormir—Susurró adormilada.
—Ni tu a mí, ni tu a mí.
^^^^
El silencio de la sala
de abordaje no le provocaba otra cosa más que pensar. Las últimas semanas se
habían consumido tan de prisa, que ahora que tenía algo de tiempo entre sus
manos no hacía otra cosa más que pensar.
¿Porque no había hecho
la maldita pregunta? Se cuestionó enfadado con sigo mismo.
Un no por respuesta no
iba a detenerlo, su persistencia cuando se trataba de ella no tenía límite. ¿Entonces
qué demonios está haciendo allí?
—Me voy.
—¿Qué?—Preguntó el
chico, al quitar el auricular de su oído.
Supuso que su llamado
a abordar había sido anunciado, al verlo llevar su bolso con sigo.
—Nos vamos
—No Bill yo... Debo
irme.
Lo vio marcharse antes
de que pudiese decirle algo, antes de que pudiese decir que ella está bien.
Supuso que no sería
suficiente para retenerlo, nada de lo que dijese lograría calmarlo.
—¡Su tren sale en una
hora!—Le grito poco antes de perderlo de vista.
Bill volvió a tomar
asiento en su lugar, con una mirada pensativa en su rostro.
Era demasiado testarudo
como para dejarla marchar más también ella lo era, Helena también lo era.
El tráfico de la
ciudad fue lo bastante benévolo para dejarlo llegar minutos antes de que el tren partiera.
Tom verificó el
horario de los trenes en la pantalla que había sobre su cabeza para luego
apresurarse hasta la plataforma donde saldría el de Helena.
Trescientos metros en
diez segundos debían de ser todo un récord, pensó al tomar una bocanada de
aire; luego de colarse hasta en interior del vagón justo antes de que las
puertas se cerrarán.
La mirada de la
azafata se posó sobre el, al verlo merodear por el pasillo sin rumbo aparente.
—Joven—Le llamó—Joven
puedo ayudarlo—Insistió al ignorarla.
—Si busco el vagón... A43
—Recordó.
Tan sólo lo había
visto una vez más había sido suficiente; la imagen del tiquete de viaje se vislumbró
ante sus ojos tan claro como el rostro de la mujer que lo observaba.
—Al fondo—Menciono
ella haciendo ademanes con sus manos—Puedo ver su...
Su rostro se crispó en
un gesto de enfado al verlo partir sin ni siquiera darle las gracias.
El vagón A43 estaba
lleno de reservados elegantes y de silencio, el bullicio se quedó tras las
puertas de metal que se cerraron después el.
Supuso que encontrarla
no iba a ser difícil a pesar de su empeño de pasar desapercibida, sería fácil
identificarla entre la poca gente que allí se encontraba.
—¡Joven!—Llamó de
nuevo la mujer. Con su voz empalagosa—Puedo ver su pasaje.
—Solo estoy buscando a
alguien.
—No puede estar
aquí—Le dijo alzando la voz—No sin su pasaje—Agrego un par de tonos más bajó y
con una sonrisa forzada en sus labios.
El vagón se silenció
tanto que se podía escuchar el vuelo de una mosca y algo más.
—Está bien—Hablo la
voz tras ella—El viene con migo— Agrego tras ella.
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