miércoles, 19 de febrero de 2014

Capítulo 68

                                  


Ni el gratín de su abuela, ni la ducha fría ni mucho menos una cama que se le hacía conocida.


Helena despertó poco antes de que el sol saliera sin haber dormido lo que esperaba.


Sus pies descalzos tocaron la madera fría dispuestos a salir de allí, en busca de apaciguar aquella angustia que se había albergado en su pecho y no la dejaba en paz.


Atravesó la mitad de la casa a oscuras hasta llegar a la cocina, una pequeña brisa fría se colaba desde el exterior por la puerta a medio cerrar; olía a él a él y a nicotina.


—Tampoco puedes dormir—Le escucha decir al salir.


Tom dejo escapar el humo de su cigarro mientras permanece sentado en el escalón bajo los pies pálidos de ella.


—No—Dice.


Más no sabe si es para que se detenga o es sólo su respuesta.  Con la nieve poco más arriba de su pantorrilla lo observa dirigirle una mirada aprensiva. Al tomar las botas de nieve.


Son horribles y al menos dos tallas más grandes pero no puede hacer otra cosa que ceder.  Ceder y sujetarse de sus hombros mientras el chico las coloca en sus pies.


—Odio que me trates como una niña... ¡Ah! Y esto—Le dijo, al quitar de sus labios el cigarro a medio terminar—Odio esto—Agrego en un susurro al alejarse de él.


Las botas no hacen otra cosa que molestarle al caminar, se cerciora de haberlo dejado atrás lo suficiente como para que no la observe quitárselas y dejarlas a un lado en la nieve.


Sus pies descalzos reciben el frío con naturalidad su paso se agiliza rápidamente, arrastrada por la fuerza que ejerce deseosa de su encuentro.


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—Haz visto a Helena—Pregunto con el rostro desorientado y voz cargada de preocupación.


—Hace un rato, ¿Ocurre algo?


—Pesadillas—Murmura B-B y luego le sonríe—No me han dejado dormir.


—¿Quieres algo?


—Estoy bien, no te preocupes. ¿Sabes a dónde fue?—


El chico asiente y la conduce en la misma dirección donde la vio irse sus pisadas marcadas en la nieve los conducen sin dificultad.


Su sonrisa no es suficiente para disimular el miedo que la carcome lentamente.


Tom la observa sonreírle de nuevo en un intento por aliviar la atmósfera pesada que los a envuelto.


—Gracias por cuidar de ella, no debiste tomarlo tan en serio.


—Ha sido divertido, creo que hasta le he tomado cariño.


—Ella es—Se detiene y lo medita—Demasiado fácil de querer—Dice al fin.


Tom guarda silencio mientras las palabras de B-B le calan hasta los huesos.


Lo que al inicio no fue más que una petición descabellada se había convertido en una necesidad.


Eso era Helena una absurda y extraña necesidad, se había vuelto adicto a ella, a su oscuro mundo, a sus escasas palabras, a su silencio, al perfume de su piel, a su proximidad.


Helena lo había arrastrado a despertar algo oculto e impropio en el. 


Algo que no podía catalogarse como cariño, aquella palabra era demasiado ligera... Demasiado fácil quizás? Pero era lo único que estaba dispuesto a aceptar.


—Sólo espero que no lo sepa.


—No lo sabe.


—Estas seguro.


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El hielo a sus pies se agrieta y no hace otra cosa más que respirar, respira pausadamente llenando sus pulmones de aire hasta su máxima capacidad.


El último pensamiento que cruza por su cabeza antes de ser devorada por el lago, se lo dedica a él y luego ya no hay nada más.


Sus ojos se cierran llenándola de oscuridad mientras su cuerpo inerte empieza a despertar.


Se ha desprendido de su cuerpo lo sabe cuando se encuentra caminando en dirección hacia las enormes puertas de metal.


Ha estado allí antes, cuando tan sola era una niña más todo continua igual.


Los altos y secos árboles al lado del camino se encumbran hacia el cielo gris, llenando de sombras tenebrosas a donde quiere que observe.


La niebla gruesa y espesa le dificulta respirar el pecho se le comprime mientras se pregunta si todo a terminado ya.


Aún lo siente, dentro de sus venas una ligera chispa de vida, un ligero deseo de volver arriba de despertar.


Más el deseo de continuar es más fuerte, más fuerte que los brazos que la sujetan y tiran de ella más fuerte que el latir de su corazón al afrontar el mas absurdo de sus temores.


El chirrido de la puertas al abrirse retumba hasta el más recóndito rincón de aquel infierno. 


Si no es el infierno se le asemeja enormemente, cada uno de sus pesadillas, de sus miedos más bizarros y profundos están allí.


Helena se abre paso por una pila de hojas secas, frutos podridos y pequeños cuerpos de aves a medio descomponer.


La desgastada propiedad se encumbra débil y sombría en medio de aquel mar de podredumbre y muerte.


Allí no han nada más que eso, muerte, olvidó... Y Eleonor.


Lo piensa por última vez con el pomo de la puerta entre sus pálidas manos. 


Al sentir el familiar roce en su oreja, escucha las palabras débiles y lejanas mientras se encamina en su interior.


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B-B simplemente observa como si todo se tratase de una pesadilla aferrada a la ropa del chico. 


El sonido a su alrededor sé a silenciado sólo se limita a observar como Tom se pierde dentro del lago.


Los minutos se transforman en eternidad mientras teme que ninguno de los dos salga.


—Llama una ambulancia— Le pide al recuperar el aliento.


Ella se queda quieta con su ropa apretada en su pecho y sus ojos negros perdidos en la nada.


—B-B!—Le llama al tomarla por sus brazos. El chico tiene las manos frías y el corazón golpeándole el pecho sin cesar—Llama una ambulancia—Le pide de nuevo con calma.


Como puede mantenerla? Ni el mismo lo sabe. La adrenalina le recorre el cuerpo dejándolo actuar.


Helena parece no estar más que dormida, sumida en un sueño demasiado profundo del que no está seguro si podrá despertar.


Sus labios atrapan los suyos por primera vez... Todo parece ser tan irreal. El aliento del chico la llena mientras sus manos firmes comprimen su pecho. 


—Tienes que despertar—Le susurra al reposar su frente sobre la de ella.


No puede sentir nada a pesar de lo profundo del contacto, su aliento aun esta cálido, cálido y fresco como una brisa de verano. 


Sus miedos se han materializado la absorbe entre sus brazos en un intento desesperado por sentir que aún respira, que aún hay algún vestigio de vida, que aún hay alguna chispa algo...


—Yo...—Ni siquiera puede decirlo—Las palabras se quedan atoradas en su garganta. 



Todo alrededor suyo en un caos. La besa en la frente y la suelta mientras los paramédicos intentan traerla de vuelta, de vuelta a él.

2 comentarios:

  1. Están tan triste y hermoso al mismo tiempo.

    Me encanta como la cuida y todo eso que siente por ella y no sabe que es.

    Hermoso de verdad, espero el próximo.

    Saludos

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  2. Me alegró que te halla gustado

    Gracias por pasarte por aquí y comentar!

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