lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 65



El libro voló por los aires antes de estamparse en la pared de su habitación. Estaba harto de seguir leyendo, de seguir deprimiéndose con aquella historia que ya no se le hacía tan ajena.

El agua fría enfrío su cabeza llevándose con sigo el perfume que había quedado impregnado en su piel.

Sus músculos de su cuerpo se tensaron al pensarlo, no era novedad pensar en una chica mientras se daba una ducha.

Más pensar en ella, en Helena era despertar aquel ridículo temor que sentía por perderla.

Sus ojos verdes se entornaron divertidos al verlo salir del baño solo con una toalla alrededor de su cintura. Se perdió por un momento en los músculos de su abdomen antes de poder decir algo.

—¿Que haces aquí?

—Yo estoy de maravilla gracias por preguntar—Mencionó con una sonrisa—

El la observo con aquel gesto suyo que le dejaba ver que no estaba de ánimo para sus juegos.

—¿Mal día?—Le susurro al acercarse.


Antes de que pudiese pestañear ella ya estaba allí, cerca suyo rogando como un gato lo haría por su atención. Observo sus vivaces ojos verdes mientras la boca de Elizabeth tomaba la suya envolviéndolo en una caricia suave.


Aquel beso no duró más que un par de segundos, Tom la observó apartarse de él con un gesto confuso en su rostro.

—¿Que?


—Sabes a ella—Le escupió con recelo.


Era casi imperceptible pero allí estaba, invadiendo sutilmente su garganta.


—¿Y que es tan gracioso?—Preguntó furiosa, al verlo sonreír.


—¿Querías algo?


—A ti—Susurró aún enfadada.


—Debo irme.


Lo observo perderse dentro de su cuarto de baño, suponía que a vestir para luego largarse y dejar allí.


—No crees que has llevado tu capricho muy lejos—Mencionó alzando la voz, para que pudiese escucharla—Luego no digas...


—¿Que?—Agrego curioso al salir—Te lo dije—


Una de sus cejas se arqueó al observarlo, su seguridad, aquella maldita seguridad que adoraba en el, le dejaba ver que le importaba un bledo las consecuencias.

—Debo irme ¿Te quedas?

"Si no vas amar sus demonios, no intentes sacarla del infierno"


Estampo en su pecho, las palabras escritas en un pequeño trozo de papel antes de salir. Y que se suponía que era eso, pensó al leerlo.

Una verdad a medias de las muchas que se le habían revelado sobre ella, sobre Helena?


^^^^

Había acallado el ruido que había a su alrededor en un intento por aislarse del mundo, al menos aquellos cinco minutos que se había tomado de descanso.

La imagen se repetía en su cabeza una y otra vez haciéndola cuestionarle como algo tan pequeño podía cambiarlo todo.

Una mano fría sobre su hombro la trajo a la realidad, Helena se giró hacia la persona que la llamaba una de las chicas del proyecto.

—Estamos listos—Le dijo con una sonrisa amable en su rostro.

Y allí estaba de nuevo, intentando lidiar con todo aquello que no hacía otra cosa más que asfixiarla.

Fingir, sonreír, ocultar todo aquello que estaba mal, todo aquello que no debía decir, todo aquello que no debía ni siquiera pensar.

¿Según quién? ¿Edward, B-B, Ginger, su padre?


Todo aquel que habían intentado amarla, que habían intentado salvarla y que había terminado alejándose de ella al no poder aceptarla, a ella, a ambas.


Cuando al fin su trabajo término, se encontró tomando bocanadas de aire, para no romperse en mil pedazos y estallar en llanto, mientras esperaba el auto que la llevaría a casa.


Al levantar su rostro, para responderle a alguien que pasaba por allí y se había despedido de ella, pudo verlo.


Se preguntó cuándo tiempo llevaba allí, al caminar hacia su dirección, se preguntó si lo había visto todo.


—Supongo que...


Su voz se quebró como el cristal, dejando la frase colgada al derrumbarse tan fácil como lo haría un castillo de arena. Mientras sus brazos la envolvían y la hacían sentir que estaba viva.


Su llanto ceso minutos después como si se tratara de la llave del agua. La fuerza con la que se aferraba a su camisa ceso de a poco, mientras ella continuaba allí entre sus brazos.


No sabía si era porque se había desahogado o si sólo era cosas suyas.  Pero sentía que la pared invisible que la contenía había caído por completo.


—Me llevas a casa—Le pidió agotaba, al rozar sus labios en su cuello.


El largo recorrido que la llevaba de donde se encontraba hasta su habitación se había consumido en un parpadeo.


—Tienes que dormir—Le escuchó decir. Al interrumpir aquella generosa porción de nada que había dentro de sus pensamientos.


—No me hagas arrastrarte hasta la cama—Le advirtió, al verla arrugar su rostro en una negativa.


—¿Puedo bañarme antes?—Tom accedió con una sonrisa ante su petición.


La observó caminar hasta el cuarto de baño para luego girarse a observarlo.


—Se lo prometí a mamá—Mencionó —No... Hacerme daño—Agregó—Es sólo que me gusta imaginar como sería—Le confesó.


La última frase quedo retumbando en su cabeza por minutos, verla anhelar su muerte como si fuese la única salida le resultó repulsivo.


Y fue allí cuando la frase cobro sentido. Cuando se cuestionó si era eso lo que realmente desea.

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