lunes, 20 de enero de 2014

Capítulo 63






Ha evitado hablar de ello toda la noche y a pesar de haberlo prometido tampoco ella ha hecho mucho para retomar el tema.

Lo prefiriere así de eso está segura Helena se detuvo un minuto y lo observo, recorrer con fingido interés una hilera de libros de la estantería de la tienda.

El libro que a tomado, de tapa gruesa y negra lleva grabado algo en un idioma que no puede entender.

Tampoco se esfuerza mucho en hacerlo su atención se centra de nuevo en encontrar algún objeto, que llegue a engrosar la colección de cosas que le han pertenecido a Eleonor.

Aquel deseo palpitante que la arrastra por las estanterías de esa vieja tienda no será saciado hasta encontrarlo.

No está segura si posee la energía necesaria para pasar de nuevo por eso. Su última adquisición, el abre cartas le reveló algo que apenas había podido soportar y todo había acabado mal.

Lo último que quería era volver a "depositar" en el chico sus frustraciones si es que podía nombrarlas de aquella manera.

La campana de la tienda timbro, dejando ver la figura de Helena salir por ella. Tom se levantó de la calzada lanzo el cigarrillo a medio terminar en un pequeño charco de nieve derretida y se aproximó hasta ella. Limpiando su trasero de lo que fuese que había en su pantalón.

—Tengo hambre—Mencionó sin sentirlo realmente.

Pero al menos el buscar algún lugar donde comer retrasaría lo que fuese que estaba destinada (para ella, para ambas) dentro de aquella bolsa de papel.

Su silencio ese que ha mantenido desde que salió de la tienda guardaba algo que no ha podido descifrar. Pero al menos no se había quejado ni le había pedido aún que la llevara de vuelta a casa.

—¡Oh! Lo olvidaba—Susurró para luego rebuscar dentro del contenido de la bolsa de papel.

Extendió el libro al chico que la observaba con gesto confuso.

—¿Y esto?—La observó encogerse de hombros.

—Un regalo de mi parte.

La mirada del chico se agudizo centrándose en ella, que revolvía su ensalada con desgano.

—¿Puedo?

—¡Por favor!—Mencionó con entusiasmo. Al verse liberada de lo que detestaba de su plato.

La había acompañado hasta la puerta de su habitación en un intento por cumplir su deseo de llegar <sana y salva> a casa.

Helena le sonrió antes de perderse dentro de su habitación.

—Helena—Llamo el chico—Gracias—Le agradeció al darle pequeños golpecitos a la cubierta del libro.

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He llegado a Alemania, Sellin es tal y como la imaginabas. Debo confesarte que no es lo mismo sin usted, aún me encuentro buscando su rostro en cuanta joven se cruza en mi camino.
Su padre aún sigue sin pronunciar palabra aunque pienso que sólo está sumergido en los recuerdos que has dejado en él.
Lo envidio son tan pocos los que atesoró que no son suficientes para alejarme de esta realidad que me mata.
No dejo de pensar en lo que hubiese sido nuestra vida juntos; el imaginarla el imaginarme me roba el sueño.
Desde su partida mi vida se ha convertido en un sueño en un horrible sueño del que temo nunca he de despertar.
Me he tomado la libertad de seleccionar un lugar en esta casa para usted querida mía.
Espero que no le molesta las atribuciones que en he tomado, su padre no ha dado muestra de lo contrario espero que usted tampoco las tenga.


Sinceramente suyo.

Rafael

Junio 1977.


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Lamento no haber publicado nada la semana anterior ciertos trámites personales me lo impidieron.

Para las que se preguntan cuándo demonios termina esto, les comento que los capítulos de esta semana serán el inicio del declive de la historia.

Así que oficialmente puedo decir que estos y los próximos serán los últimos capítulos. Espero no extenderme más de lo que tengo planeado.

En fin, de verdad espero que el final sea de su agrado y hayan disfrutado al menos un poco de esta loca historia mía.


Saludos a todos, feliz semana!

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