No podía recordar la última vez que alguien
que no fuese su madre lo sermoneara de aquella manera.
Los celos de Elizabeth salieron a la luz con
la ayuda del alcohol que burbujeaba dentro de sus venas.
La ignoro o al menos eso pensó al dejarla
hablando sola para irse a su habitación.
Lo único que deseaba era dormir más no logró
hacerlo las palabras de la chica habían logrado calar en el y a pesar de haber
sido impulsadas por el alcohol muy en el fondo sabía que ella tenía razón.
No era la única que solía pensarlo, la chica
se había sumado a B-B en la lista de personas que pensaban que lo mejor para él
era mantener la distancia.
Los golpes en su puerta lo sacaron de su cama
el chico la abrió sólo para encontrarla al otro lado de ella.
—¿Puedo pasar?
No respondió nada, sus ojos verdes se posaron
en la espalda desnuda del chico que buscaba dentro de uno de los cajones su
camiseta.
—Aguafiestas—Le dijo, al verlo vestirse.
Tom le sonrió mientras reposaba ahora su
espalda cubierta sobre el mueble viejo de madera.
—Siento lo de anoche. Siento haberlo dicho de
esa manera—Se corrigió al verlo observarla de aquella manera.
—No quiero hablar sobre eso.
—¡Bien! En realidad yo tampoco no, me apetece
hablar sobre ella.
La chica acorto la distancia con sólo unos cuantos
pasos. Envolvió sus manos alrededor de las muñecas del chico mientras lo
observaba suplicante.
—Abrazarme—Le pidió en un susurró.
A pesar de que no se había negado y sus
brazos la habían envuelto acunándola en su pecho, lo sentía distante como si
sus pensamientos, el mismo estuviesen en cualquier lugar menos con ella.
—No es lo que piensas, bueno si quizás pueda
tener algo de celos pero que no quiero que te hagan daño.
Lo sintió reír sobre su cabello como sí
aquello fuese la cosa absurda del mundo.
—Estas tan ciego—Mencionó. Al alejarse un
poco para observarlo—Eres igual que ellos.
—¿Ellos?
—Lucas y mi padre.
—¿Tu padre?
—Nunca llego a conocerla... Creo que hubiese
alucinado al verla. ¿La haz visto? ¿A Eleonor?—Agregó al ver que no sabía de lo
que hablaba.
—¿La pintura?—Preguntó Tom. Elizabeth asintió
ligeramente.
—Siempre me causo escalofríos, los mismo que
me causa ella.
—Es absurdo.
—¿El que? Acaso no lo sientes. No los has
visto en sus ojos. Te gustan tanto que no eres capaz de aceptarlo o me
equivoco.
Lo observó removerse nervioso mientras le
daba la espalda para observar por la ventana.
—Cariño... Eres incapaz de pensar que ella
pueda si quiera matar una mosca.
Sus palabras lo abordaron por la espalda. Tom
se giró para observarla y ella le sonrió.
—Sus pequeñas manitas pálidas—Mencionó
mientras escalaba con sus dedos por su pecho—No te harán daño, pero créeme,
ella romperá algo dentro de ti si se lo permites.
—No hay vida dentro de ella—Concluyó al salir
de la habitación.
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