Un minimalista y silencioso hotel boutique en pleno centro de Edimburgo se había convertido en su hogar las últimas semanas.
Lo único que rompía con el silencio dentro de
las cuatro paredes de aquel ascensor era la tediosa música que
acrecentaba su ansiedad. Pulcro, luminoso y... Moderno pensó el chico al cerrar
la puerta de la habitación tras el. Supuso de inmediato que debía sentirse
fuera de lugar.
Helena avanzo por un pequeño pasillo hasta
perderse dentro de dos enormes puertas blancas, dejándolo solo en el espacioso
recibidor.
Una taza de té a medio beber, su desayuno
prácticamente intacto, algo de medicamento y un ligero desborden yacían
silenciosos en la sala de estar.
—¿Quieres algo’—Preguntó minutos después.
Descalza y cubierta con un enorme y grueso
sweater rosa pálido, que cubría poco más arriba de sus rodillas, se adentró
dentro de la habitación.
—No, estoy bien.
Un par de pastillas y un trago de te frío
recorrieron su garganta en un intento en vano de apaciguar su inestabilidad.
La últimas semanas había dormido poco a esas
alturas de la noche su cara de zombi andante no hacían más que delatarla.
—No quiero ser...
—Descuida me voy—Interrumpió Tom con una
sonrisa.
Helena le sonrió levemente mientras se dejaba
arrastrar sin oponer resistencia alguna a lo que llevaba la noche entera
ignorando.
Era ya demasiado fuerte para seguir luchando,
su mirada gris perdió la chispa mientras se sumergía en un estado letargoso.
Era como si no fuese más ella, como si la
vida que habitaba dentro suyo se apagase tan fácil como un interruptor.
Dos pasos más cerca suyo y ella no siquiera
se inmuto.
—¿Helena?
—Mmm...—mascullo.
—¿Esta todo bien?
—Tengo sueño—Confesó—Tiempo después, al
volver en sí.
Sus ojos grises parpadearon un poco para
luego buscar la mirada del chico. Estaba tan cerca suyo que no pudo
evitarlo. ¿Pero acaso quería?
Sus labios fríos se posaron en su frente
pálida en un beso lento y cariñoso. Mientras sus manos se aferraban
firmes sobre sus pequeños hombros.
—Descansa—Le pidió con sus labios pegados aún
en ella.
Tom salió de la habitación dejando tras el su
aroma mezclado con un fuerte olor a cigarro. Le resultaba realmente nauseabundo
más el tibio casi ardiente cosquilleo sobre su frente le ayudaba a
asimilarlo.
No iba a dormir al menos esa noche no, eran
demasiadas sensaciones juntas que su particular naturaleza necesitaba analizar.
^^^^
—Aún no lo se, supongo que en unos cuantos
días—Respondió Helena al pasearse por la habitación colgada del teléfono—Te
avisare tan pronto llegue, quiero que la veas. Esta tarde? No aún no tengo
planes. Dame un minuto—Le pidió al escuchar los golpes en su puerta.
El chico se giró hacia ella tan pronto esta
se abrió, llevaba el libro que supuso había olvidado en su auto. Helena se
quedo inmóvil por unos minutos observándolo.
—¡Helena!—Escucho por el auricular.
—¡Um! Dame un minuto ya lo anoto—Respondió,
al hacerse a un lado para que el pasara.
Princesa Street, EH2 2DG
Edimburg
3:00 pm
Escribió en un pequeño papel.
—Lo tengo, nos vemos—Se despidió al colgar.
—Lo dejaste en el auto
—Gracias
Tom dejo el libro es sus manos, para
dirigirse a la amplia ventada de la sala.
Helena supuso que no estaba solo para
devolverle su libro, a pesar que deseaba saberlo no se atrevió a averiguarlo.
—¿Dormiste bien?—Quiso saber, al girarse para
observarla.
Helena solo se encogió de hombros al dejar el
libro sobre una estantería.
Helena lo observo dirigirse por el pasillo
hasta la entrada de su habitación, para luego dirigirse de nuevo hacia ella con
su abrigo y sus guantes.
—Nos vamos—Ordeno Tom.
Tomándola de su antebrazo delicada y firmemente para
conducirla fuera de la habitación.
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