viernes, 22 de noviembre de 2013

Capítulo 49

                       
              
No entendía ninguna sola palabra de la que hablaban así que ignorarlos y seguir su camino no era una mala opción.

Helena avanzo hasta las orillas de la playa dejándolos atrás discutiendo algo que supuso era trabajo.

El agua negruzca y fría salpico sus pies al llegar, aquel paisaje brumoso y un tanto lúgubre no se le hacía extraño.

Aquella casa parecía despertarle recuerdos que aún seguían dormidos, ayudándola a completar una pieza más de aquel rompecabezas que parecía no tener final.

—Me voy—Dijo Bill. Al acercarse hasta ella.

Se despidió de Helena dándole un beso en la mejilla, le sonrió divertido y luego susurro algo en su oído, algo que ella parecía necesitar.

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Los días transcurrieron como el agua, limpios frescos y puros. El otro yo que mantenía oculto, oculto bajo toneladas de ropas negras y que no habían tenido la oportunidad de conocer les resulto agradable.

Alguna que otra noche se sumergía en la cocina librandoles de su "famoso" espagueti y de la comida China.

Podía formular más de dos frase seguidas bueno quizás no con el más con Bill solía enfrascarse en conversación profundas y tendidas.

Y también tenía esos días... Días silenciosos enfrascada en su monotonía.

Tenerla en casa le resulto más que satisfactorio, le satisfacía verla por allí, verla reír, verla observarlo por horas sin decir lo que el ya sabía, inclusive hasta le divertía verla repeler su contacto como si fuese la cosa más desagradable del mundo.

No podía evitarlo y tampoco quería hacerlo, le gustaba sentirla cerca, sentir su piel chispear, sentir que debajo de aquella piel tan fría aún había vida.

Las palabras se trabaron en su garganta al verla entrar, la observo cureosar por la habitación para luego volver a la conversación.

Habían improvisado un estudio en la parte más alta y silenciosa de la casa, era la primera vez que Helena estaba allí. 

Tomo asiento frente al piano conteniendo los deseos de tocar algunas notas.

El chico tomo asiento junto a ella poco tiempo después, se había sentado de espaldas a Helena y observaba por la ventana.

—Sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras—Se adelantó el al verla intentar decir algo.

—No se qué te halla dicho B-B pero deberías hacerle caso sabes.

Su mirada castaña se entornó hacia ella en un gesto confuso y sorprendido.

—Como...

Las notas tristes y melodiosas sonaron alto en la habitación llenando de nostalgia y misterio todo a su paso.

Su vínculo con ella era casi tan fuerte como el que había tenido con su madre, podía sentirla, sentir sus deseos y temores como sí fuesen propios.

—Voy a necesitar el resto de mis cosas—Suspiro dándose por vencida—Si quieres que me quede aquí—

Paso por alto el nudo que había en el fondo de su estómago, supuso que sólo eran nervios o quizás algo de hambre. 

No se detuvo a pensar que no era nada de eso si no algo más, algo más que solía llamarse Eleonor que arremetía con todas sus fuerzas su decisión.

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