Llevaba siendo ignorado poco más de quince
minutos, lo único que necesitaba era un poco de información. Era la segunda vez
que iba en esa semana y aún no había obtenido nada.
Suponía que había salido de la ciudad pero al
menos hubiese dicho algo o dejado alguna nota quizás.
—¡Señorita!—Llamo por enésima vez.
Sólo obtuvo por respuesta un gesto con su
dedo índice pidiéndole un minuto más. Exasperado maldijo por lo bajó.
Camino por el lobby y se invitó el solo a
pasar. El ascensor al final del pasillo lo llevo hasta los pisos superiores.
La puerta blanca de su habitación estaba
entreabierta, toco un par de veces más nadie respondió.
El recibidor estaba oscuro y silencioso, sólo
una pequeña luz se filtraba bajo la puerta de su habitación.
—¿Helena?—Llamó.
El chico al otro lado no respondió
^^^^
—¿No has hablado con Edward aún?
—No
Mantenía la vista sobre la ventana del auto,
viendo como las líneas que demarcaban la carretera se fusionaban entre sí.
No dejaba de pensar porque demonios había
aceptado que se hiciera cargo de ella como si fuese una pequeña niña.
Porque necesitaba como si fuese una adicta,
aquella embriagadora sensación de sentirse protegida.
Quizás porque le recordaba momentos de su
vida donde había sido feliz o porque le recordaba a su madre y eso le resultaba
extraño.
—¿Paso algo?—Preguntó Tom. Al apagar el motor
del auto.
—¿Porque haces esto?—Arremetió de inmediato—¿Ya
sabes todo esto?
—No es obvio—Respondió altivo mientras
encendía un cigarrillo en su boca.
Helena sintió sus entrañas hervir más esta
vez no era por su tacto, le recordó a su hermano, cuando utilizaba aquella
frase cuando le pedía que le explicase algo.
—Sólo quiero que estés bien— Mascullo sin qué
pudiese oírlo, al verla salir.
Helena no había sido dotada para comprender
porque alguien ajeno a ella haría eso.
Alguien que no fuese de su pequeño círculo
cercano preocupándose por ella parecía no ser muy sensato.
Como tampoco parecía ser muy sensato
aceptarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario